jueves, 26 de noviembre de 2020

SmartFilms® México, Festival de cine hecho con celulares, celebró el Marco del Festival de su tercera edición

con información de AGENCIAS

SmartFilms®, Festival de cine hecho con celulares llevó a cabo el Marco del Festival de su tercera edición en México fomentando y fortaleciendo la integración y formación académica audiovisual con la comunidad. 

Tras nueve días de actividades en los que estuvieron habilitadas 10 salas de cine (Juvenil, Aficionado, Profesional, SmarTic Incluyente, Crónicas, y  Filminutos Horizontal y Vertical, ) y en las que los asistentes pudieron apreciar el trabajo audiovisual y narrativo de los participantes en competencia; vivimos el estreno de más de 1,000 cortometrajes entre los tres países participantes; México, Colombia y Paraguay, y lo mejor, trabajos completamente realizados con un dispositivo móvil. 

Para el fin de semana del sábado 21 y domingo 22, el festival contó con su Congreso SmartFilms® 2020 - “El Audiovisual con mirada de mujer”. Un espacio en el que expertos del mundo del cine, pusieron a  disposición de los participantes su conocimiento y expertise en busca de  llevar un mensaje de inclusión y diversidad a los jóvenes. 

La comunidad disfrutó de una agenda que incluyó, entre otras, la plática “Cine a la mesa, “El audiovisual con mirada de mujer” en la que participaron la actriz mexicana Tiaré Scanda; la empresaria y actriz colombiana Paola Turbay y la actriz representante de Paraguay; Lali Gonzalez. El actor español conocido por su exitoso papel de Berlín en La Casa de Papel; Pedro Alonso, nos acompañó en una plática en la que conocimos su faceta como autor de su obra El libro de Filipo.  Y cerramos con una charla emotiva en la que tres cineastas compartieron su experiencia al crear su primer proyecto audiovisual, reforzando así la perspectiva femenina, representados por Eva Villaseñor, fotógrafa, guionista y directora mexicana que dirigió su primer largometraje documental, "Memoria Oculta"; también nos acompañaron Tana Schémbori, directora y guionista paraguaya y Libia Estela Gómez por parte de Colombia.

En cuanto a nuestra Sala de Talleres, tuvimos laboratorios como el presentado por Luis Maya, actor y director de casting “Laboratorio de actuación frente a cámara” o el impartido a los sonidistas emergentes, Ponle Sonido a tu Película.

El domingo 22 de noviembre continuamos con más de 15 actividades en las que cabe destacar el encuentro virtual con la actriz y modelo colombiana María Fernanda Yepes y el actor mexicano Alejandro Speitzer, un espacio en el que compartieron experiencias de filmación a lo largo de su trayectoria como en la reciente participación en la grabación de la serie Oscuro Deseo de la plataforma Netflix. 

También tuvimos espacios para fomentar la industria como el panel "Emprendiendo un nuevo futuro" Erika García CEO de Cancúncards y Vacacionante, en el que también participaron Pablo Santos, CEO de Finaktiva, Carolina Durán, Secretaria de Desarrollo Económico de Bogotá, Colombia, motivando a las nuevas generaciones asistentes a romper sus retos y llevar a cabo sus pasiones artísticas. Para cerrar tuvimos una entrevista al director Fernando Trueba, ganador de un premio Oscar por Mejor Película Extranjera “Belle Époque”, quien fue acompañado del escritor Héctor Abad Faciolince, titulada, El Olvido que seremos.

Así, y llegando a nuestro cierre, SmartFilms® reafirma su compromiso con las nuevas narrativas audiovisuales y con el uso del teléfono celular como principal herramienta para la realización y construcción de materiales audiovisuales. Así mismo, premiamos el esfuerzo de todos nuestros  participantes en una Ceremonia de Premiación que celebraremos el próximo 29 de noviembre y en el que conoceremos los ganadores de todas las categorías y subcategorías participantes.  

SmartFilms® México agradece la colaboración de sus aliados de categorías; Motorola México, Instituto Politécnico Nacional y Universidad La Salle México. Así como a nuestros medios aliados; LOS40 / De Película, TNT, TVyNovelas y el Instituto Mexicano de la Radio (IMER).

miércoles, 25 de noviembre de 2020

Festivales de cine online: adaptarse a una nueva realidad

texto JUAN JOSÉ ANTUNA ORTIZ

Algo que ha golpeado, o ha sido duro para quienes de una forma u otra estamos conectados a la industria y al mundo del cine, ha sido la cancelación o aplazamiento de algunos de los festivales de cine más importantes, tanto a nivel mundial como nacional, por los tiempos que nos acontecen. 

El último festival que pudo realizarse de manera presencial de la “Clase A” en el mundo fue la Berlinale; en México, el FICUNAM se logró realizar sin inconvenientes, y tuvo parte de su muestra disponible en línea gracias a la plataforma de Festival Scope, y en Latinoamérica el FICCI empezó, pero se canceló en el segundo día. 

Pero de alguna manera esto también les ha abierto, yo no diría que solo una, sino varias puertas a los festivales y sus organizadores, y al mismo tiempo a los que nos apasiona escribir sobre películas, y una de estas puertas ha sido el realizar sus ediciones tanto en línea como de manera híbrida, y así llegar a más públicos, públicos que de otra manera jamás, o muy difícilmente, habrían podido asistir a una edición presencial; o lo más importante, sin esta forma no habríamos podido ver películas que quizá de manera orgánica nos habrían llegado en uno o dos años.

Ahora les haré un pequeño listado con los festivales a los que hemos podido “asistir” y algunas de las películas más interesantes que hemos podido ver.

Visions du Réel

Festival de cine suizo que está vigente desde 1969 y que se especializa en difundir cine documental de todo el mundo y en todas sus expresiones, desde el formato más tradicional hoy día, hasta las expresiones más experimentales y de formato casero, siempre con una especial atención al cine documental contemporáneo realizado en Europa. Este año se llevó a cabo, como es su costumbre, durante las últimas dos semanas de abril, y la presencia mexicana estuvo a cargo del realizador sudcaliforniano José Permar con su primer largometraje documental Off the road.

Nosotros pudimos ver de su selección el muy interesante falso documental español My mexican bretzel, de la realizadora Nuria Giménez Lorang, un experimento que mezcla los pensamientos en el diario de Vivian Barrett, una mujer adinerada que viaja alrededor del mundo por allá de los años 40’s y 50’s, con pasajes de lo que parecen ser su vida, pero que no lo son, es un montaje de la directora con películas encontradas en la casa de su abuelo, de 8 y 16mm. 

El atractivo además está en que la película es silente, y sólo escuchamos pocas veces, sonido ambiente, y los pensamientos de esta mujer se nos muestran en forma de subtítulos, y en ellos vemos sus preocupaciones maritales, su dependencia por los fármacos, y sus pensamientos influenciados por un gurú llamado Paravadin Kanvar Kharjappali. 

Es un trabajo por demás extraordinario, y una fortuna poder verlo, el cual, por cierto, meses después también estuvo disponible gracias al FIC Monterrey y el GIFF, de los que escribiremos más delante.

FICUNAM

Como ya lo mencioné al principio, aunque este festival sí se logró llevar a cabo de manera presencial, algunas de sus películas, tanto de la selección mexicana como internacional, fueron posibles de visualizar en línea gracias al festival en sí y a la plataforma Festival Scope, plataforma que meses antes también nos permitió ver películas del Festival de Locarno. De acá pudimos ver tres películas, la más importante a comentar es Días de Invierno, una película de la que, en su momento, escribimos en la revista.

DAIMON

La Muestra Internacional de Cine en Streaming se pudo disfrutar durante casi todo abril gracias a la plataforma que ha sido la gran aliada de la gran mayoría de festivales que han realizado sus ediciones en línea este año en México: Filminlatino. Esta muestra fue muy rica tanto en su contenido, como en su calidad y sus diferentes propuestas de diferentes partes del mundo. 

Acá pudimos ver el extraordinario documental argentino Las Cinéphilas, sobre un grupo de mujeres mayores adeptas al cine en diferentes niveles, de tres países diferentes como lo son Argentina, Uruguay y España, y vemos como aún con ciertas diferencias, siguen un patrón muy común, incluso con cualquier cinéfilo sin importar su edad, género o condición económica. 

Y también vimos la que es una de las películas tailandesa más importante de los últimos años: Mantarrayas, un completo alucine (para bien) y cuya premisa e influencia vimos reflejada después en varios cortometrajes latinoamericanos.

Ambulante en Casa

La muestra anual Ambulante, que este año se pasó a las filas de lo digital, se llevó a cabo durante mayo por servicio de streaming video on demand, completamente gratis. Acá pudimos ver extraordinarios documentales como Yermo, uno de los dos más recientes trabajos del documentalista mexicano muy reconocido y respetado Everardo González; el también muy valioso documental Ningún vietnamita me ha llamado negro, y muchos otros como ¿Qué les pasó a las abejas?, For Sama, y Tote Abuelo.

DOQUMENTA

El Festival Internacional de Cine Documental DOQUMENTA es uno de los festivales de cine documental más importantes de México, junto con el DOCS MX y Zanate. Dentro de la muestra de este festival pudimos ver el muy poderoso documental, y a nuestro parecer uno de los más importantes del año en curso, Laberinto Yo’eme, del realizador sonorense Sergi Pedro Ros.

Habla de la degradación de la sangre yaqui que se ha visto sometida al ataque, tanto del crimen organizado, como al desplazamiento del gobierno de su tierra original, sometiéndolos y bombardeándolos de toda clase de vicios que tarde o temprano se tienen que agarrar para sentirse menos desplazados, pero siempre mostrando, a pesar del panorama fatal que se avecina, una fuerza que da esperanza que este pueblo no va a desaparecer, pues si ellos desaparecen, lo mismo pasará con todas las minorías de nuestro país por culpa de los “malos” y los “buenos” y por la omisión de la sociedad en general.

Festival de Cine Independiente de la Ciudad de México

Este festival (FECIMX, en su tercera edición) tuvo entre su programación muchas películas muy valiosas que nosotros habíamos visto desde el año pasado en algunos de los festivales de cine que comprenden la ruta de nuestro lugar de residencia, tales como El deseo de Ana y Club Internacional Aguerridos.

Además de cortometrajes muy destacados, pudimos ver en preciso dos películas más que interesantes: la primera, Rendez-vous, del realizador Pablo Olmos Arrayales, una película completamente independiente, que entre sus virtudes y premisas que la destacan, están el ser un thriller en blanco y negro bastante bien desarrollado, donde las figuras y estereotipos tanto masculinos como femeninos se ven difuminados, rodado en una sola toma.

Y el segundo, un documental, el muy comentado El guardián de la memoria, de la realizadora Marcela Arteaga, el cual retrata de una manera muy poderosa, con “hartos huevos” (parafraseando a Guillermo del Toro cuando escribió de Ya no estoy aquí), y de manera además, muy poética, el desplazamiento de toda una comunidad del estado de Chihuahua por allá del año 2009, y cómo sus habitantes desde el exilio en Estados Unidos, narran cómo el crimen organizado, y el propio ejército, los despojaron de todo lo que tenían. Recién galardonado con el Ariel al Mejor Documental, está demás decir que es uno de mis documentales favoritos del año.

FIC Monterrey

El Festival Internacional de Cine de Monterrey, este año en su edición número 16, se llevó a cabo de la semana del 13 al 20 de agosto. La gran mayoría de su programación constó de películas que ya habíamos visto en otros festivales, o que estaríamos por ver días después como el documental Negra (el cual se llevó el galardón al Mejor Documental Mexicano), la mexicana Días de Invierno, y la ya antes comentada My mexican bretzel. 

Pero fue gracias a este festival que pudimos ver Lopon, el segundo documental estrenado este año por parte de Everardo González, y la extraordinaria película mexicana, y muy esperada por su servidor, Sanctorum, de Joshua Gil, una película me parece sin precedentes en nuestro cine, que retrata de una manera fantástica y apocalíptica, lo que nuestro mundo se merece por tanta violencia con la que nos regimos. 

Ya he escrito extensamente sobre ella en mi blog, y sin lugar a dudas es de lo mejor del año para nuestro cine, no por nada ha ganado tantos premios alrededor del mundo, incluyendo el máximo galardón de este festival como Mejor Largometraje Mexicano.

VLAFF

Quizá la cobertura más especial que hemos realizado hasta ahora en lo que va del año ha sido la que pudimos hacer a uno de nuestros festivales favoritos del mundo, el Vancouver Latin American Film Festival, al cual fuimos invitados para atender la sección New Directors Competition, y la selección oficial de cortometrajes en competencia, esta última por cuenta propia, por lo importante que consideramos al formato del cortometraje y descubrir a esos directores que en unos años darán más que gratas satisfacciones a nuestras cinematografías latinoamericanas, al mismo tiempo que dan un fiel reflejo de cómo van las cosas en cada país en cuánto a su industria, la cual este año muestra a países con mucho crecimiento, y con un gran empuje de cine producciones independientes cuya calidad en todo aspecto es por demás palpable.

En cuanto a las películas vistas en la sección que cubrimos pudimos ver una gran calidad entre las seis producciones que estaban en la selección, los documentales mexicanos Negra y Cosas que no hacemos, la brasileña Fendas, la argentina La casa de los conejos, la colombiana Frontera y la ecuatoriana Panamá; todas de gran calidad, de las cuales resultó ganadora el documental Cosas que no hacemos, de Bruno Santamaría Razo.

GIFF

El Guanajuato International Film Festival fue el primer festival de cine en México en realizarse de manera híbrida, con funciones presenciales en sus tres sedes en el estado mencionado, en complejos de cine, autocinemas y funciones en lagos de dichos lugares. 

Además de dichas funciones presenciales, la gran mayoría de su selección oficial y especial se proyectó también de manera online, exhibiendo tanto largometrajes como documentales en sus diferentes formatos y géneros, de manera diaria y con límite de espectadores, así como actividades paralelas en su innovador campus virtual, con la presencia de la realidad virtual con la que los espectadores pudimos interactuar como nunca con uno de los festivales más importantes del país.

De las películas más importantes que pudimos ver en esta edición especial de este festival al que también guardamos gran aprecio, fue la película ColOZio, de Artemio Narro, cuyo segundo largometraje esperaba mucho luego de su valiente ópera prima Me quedo contigo; la muy valiosa ópera prima de la directora Mariana González Fractal, una película que esperamos tenga muchas visualizaciones y sea muy comentada; y por supuesto la gran ganadora, la extraordinaria Los Lobos, del realizador Samuel Kishi Leopo.

martes, 24 de noviembre de 2020

Los Amores Modernos de Matías Meyer

texto ANDREI MALDONADO

Dentro de las películas que salieron a cartelera en la reapertura de los cines tras el cierre al que obligó el confinamiento por la pandemia de Covid-19, la primera en ver la luz fue Amores Modernos, largometraje de Matías Meyer que reúne un gran elenco y que aborda inteligentemente temas poco tratados dentro de la cinematografía nacional. Charlamos con Matías y esto fue lo que nos comentó.

Matías, Amores Modernos es una de la películas más redondas del cine mexicano de los últimos años, ¿Cuál fue el proceso para la creación de los personajes? Pareciera que estaban hechos a la medida para ese elenco

Todo parte de situaciones que yo había experimentado, momentos que yo había vivido y que sentía la necesidad de compartir con el público, los momentos más emotivos de experiencias personales. Algunos que viví y otros que le pasaron a gente cercana a mí. La relación de los hermanos está inspirada en mi propia familia, así como los padres. 

El personaje que interpreta Raúl Briones, el científico, me inspiré de una situación que le pasó a mi hermano cuando su novia lo cortó por teléfono después de que él había dado una conferencia. Fue tal el shock que durante una hora ya no sabía dónde estaba, andaba perdido, y eso era lo que andaba buscando, que fueran situaciones muy intensas, muy emocionales, que en cierta forma salieran de lo común. Lo cierto es que a final de cuentas todos podemos sentirnos identificados con lo que pasa en la película.

Quise crear esta multiplicidad de personajes. Todos tienen en común que llevan una vida bastante individualista, narcisista, y que van a ser unidos por el personaje de Rocío, que a nivel simbólico escogí este nombre porque su amor va a “rehidratar” a esas plantas secas que son los personajes, para que reverdezcan, florezcan y se encuentren a sí mismos, pero a través del encuentro con los demás, que dejen a un lado ese individualismo al cual nos ha orillado la sociedad en que vivimos, y que recordemos los valores de la convivencia.  

Creo que a fin de cuentas todos los personajes surgen de mis propios deseos, mis propios miedos, de mi decisión de dejar la relación e irme con otra chava, deseos que no se cumplen, viendo si a través de la película se pueden volver realidad. Todo eso lo fuimos moldeando en el guion para que fuera un poco más dramático, más exagerado, porque una cosa es serle infiel a tu esposo y otra es serle infiel el día del funeral de su madre.

Todas las escenas tienen esa exageración dramatúrgica. El personaje del científico, al cual lo cortan de una forma cruel justo antes de dar una conferencia muy importante, los hermanos que se empiezan a pelear enfrente del cadáver de su mamá, el hijo que sufre una doble pérdida porque el día del funeral de su madre se entera que su padre tiene una enfermedad muy grave, se sube a la azotea y le llueve, en fin, todo tiene la estructura de “llueve sobre mojado”.

En cuanto a los actores ¿siempre imaginaste que serían ellos?

Al principio yo me imaginaba a Leonardo Ortiz en el personaje del científico, que finalmente hizo Raúl Briones. Hubo que irlos probando. El personaje de Rocío era el más misterioso, el más ambivalente y complejo, y creo que logramos eso con Ilse Salas, aunque también se probó en el personaje de Ana, que terminó haciendo Ludwika Paleta. A quien siempre visualicé como la embarazada fue a Diana Sedano, a la que yo había visto en otras películas y que me gustaba su frescura. 

Al personaje de Andrés Almeida no lo había contemplado en un principio, pero coincidimos en un taller y fue cuando cree el personaje de Carlos. El personaje de Luis siempre lo imaginé para Rubén Pablos. Pero el hecho de que lo imaginara no evitó que hiciéramos un casting y que los comparara con otros actores para corroborar que estaba en lo correcto. Estos casting me sirvieron para ir preparando la película y para conocer a otros actores para futuras películas.

¿Trabajar una película coral y con una narrativa un tanto distinta a tus otras cintas implicó un cambio drástico a la hora de filmar?

Casi todo en esta película fue distinto para mí. Trabajar en interiores, con un tipo de luces distintas, con un nuevo fotógrafo. Los vestuarios anteriormente, con excepción de Los últimos cristeros, no habían sido diseñados, aquí sí. Hubo un trabajo de color muy preciso porque ahora pude trabajar en sets que pude transformar. En la anterior también trabajé en interiores, aunque respetábamos más la propia atmósfera del lugar, aquí si trasformamos los lugares para que se adaptaran a los personajes y nos contaran quiénes son a partir del lugar donde viven.

También cambió el ritmo de la película. Quise utilizar un ritmo más dinámico y veloz que las anteriores. También tiene más música, música pre existente y no solo la que se compuso para la película. Más uso del plano cerrado, que en mis anteriores trabajos habían sido más planos abiertos. Una trama mucho más elaborada, con menos tiempos muertos. En fin, es una película donde sí le di un giro a lo que conocía, pues tenía esa inquietud de probar algo nuevo y de demostrar esa versatilidad y que podía adoptar un estilo diferente.

Aún así siento que sigue siendo una historia muy mía, en esa búsqueda de sutilezas, de tener una historia demasiado tremenda, de no usar la violencia. De ser de algún modo suave con el espectador y confiar en lo que este pueda ir entendiendo sin ser demasiado explícito.

¿Qué retos te obligó a tomar la situación de la pandemia?

Al principio, cuando se dio la cancelación del estreno por los primeros brotes, fue tanto el deseo de estar a salvo que la película pasó a segundo término. No sabíamos qué iba a pasar, por lo que de los males este era el menor. Después vino una especie de desilusión cuando no podíamos compartir la película, pero el mismo tiempo aprendiendo a ser pacientes. Creo que si algo nos ha enseñado esta situación es a eso, a ser pacientes y vivir el momento, porque no sabemos a bien qué va a pasar. Después vino la propuesta de Cinépolis de ser los primeros en salir a cartelera cuando abrieran los cines.

Al principio nos pareció demasiado arriesgado, casi como darse un balazo en el pie, pero poco a poco nos fuimos dando cuenta que también era una oportunidad, porque era una película muy buena para volver a las salas de cine, pues es divertida, entretenida y que además puede conmover. Además también había ciertos puntos a favor dentro del viento en contra que era la pandemia, como la poca oferta que había en cartelera, que nos permitía ser programados en varias salas. Es un riesgo para nosotros como productores, pero los exhibidores también se están arriesgando y necesitan material atractivo para ofrecer al público.

¿Cómo ves el ambiente del medio cinematográfico con esta pandemia?

Es bastante desolador. Hay algunos que se han animado a empezar filmación pero es complicado, son muchas medidas las que hay que tomar. Si de por sí es un trabajo en el que implica mucha logística y se depende de muchos imprevistos. El cine es una maquinaria compleja y debe estar muy bien aceitada, y ahora trabajar con las máscaras y la desinfección complica más todo. Son mejores tiempos para ponerse a escribir, aunque hay mucha gente que vive de los rodajes. Todos estamos sufriéndolo. Se cree que la cultura no es tan esencial pero sí lo es.

Ya para cerrar, una pregunta que se sale un poco del guion. Revisando tu filmografía me encuentro con un mediometraje, Esperando a John Wayne, que fue filmado en Durango ¿nos puedes contar algo sobre él?

Es un trabajo muy querido que hicimos en nuestro primer año en el CCC. Antes de entrar, en 1999, hice un viaje por el norte del país y al andar en carretera con un amigo vimos los sets de Chupaderos y quedamos fascinados con la historia, la nostalgia de los pobladores que tuvieron la oportunidad de ser parte de la industria fílmica y nos pareció una buena temática para un documental. Al entrar a la escuela me junté con Bulmaro Osorno, que dirigió la película, escribimos el guion, pedimos fondos, los obtuvimos, y nos fuimos seis estudiantes de cine a hacer nuestro primer documental en el verano del 2000, tras un primer viaje de exploración.

Estuvimos viviendo por 15 días en Chupaderos, haciendo las entrevistas y tomas que terminaron siendo nuestra primer película ya seriamente hablando. Cada vez que he podido estar en Durango visito a Tachín, el personaje principal de la película, que es uno de los más longevos que trabajó en los westerns de antaño. Un hombre entrañable y fabuloso, un verdadero personaje.

lunes, 23 de noviembre de 2020

Hernando Name: relatos y recuerdos de un auténtico centauro

texto LUIS ABEL CHÁVEZ BERMÚDEZ fotografía ALBA SANDOVAL

Hernando Name, hijo del libanés Pablo Name Harb y la tepehuana María Vázquez, nació en Guadalupe Victoria, Durango, el 6 de febrero de 1939. Más de 60 años de experiencia en el cine, dese sus inicios como extra en la primera película hollywoodense filmada en Durango: Pluma Blanca (Robert D. Webb, 1954); el actor, director y productor de cine nos relata anécdotas de los antiguos cines de la ciudad de Durango, y de su experiencia como cineasta.

Mis recuerdos de los cines de antes

El cine pertenecía a la canasta básica, era el espectáculo para el pueblo. Cuatro pesos costaba la entrada, durante muchísimos años no se le pudo subir un solo centavo. Uno de mis cines favoritos era el Victoria, porque íbamos toda la palomilla; nos gustaba sentarnos hasta el tercer piso, en gayola, como le decíamos antes; no sólo era ir a ver las películas, sino todo lo que nos divertíamos jugando y haciendo travesuras; nos bajábamos resbalando por las columnas. 

Otro cine al que también me gustaba ir, un cine muy bonito, era el Imperio. Después surgieron otros como el Principal, de más categoría, con luneta y galería. Más tarde vino el Alameda, por la plazuela Baca Ortiz, que era una sala gigantesca, preciosa, con mucha capacidad, contaba con una dulcería enorme y una sala para sentarnos ahí todos a comer palomitas y chocolates en el intermedio. 

Luego abrieron un cine precioso que era el Cine Durango, una sala acojinada, de lujo. Después ya vinieron las salas Dolores del Río, Silvestre Revueltas, entre otras; las recorríamos todas, semana a semana, llenos de ilusiones viendo carteleras, yo en lo personal salía del cine pensando en la película; en muchas ocasiones soñaba con secuencias cinematográficas. Cuando veía las carteleras pensaba “cómo me gustaría estar un día cerca de Kitty de Hoyos, de María Félix, conocer a Roberto Cañedo, a don Emilio Fernández”; soñaba con esos grandes títulos, esas grandes películas: La cucaracha, Juana Gallo, El gallo de oro.

Era mucha felicidad corretear por los pasillos de los cines, en el intermedio salíamos corriendo todos a la dulcería, para después hacer cambalache de golosinas –dame esto y te doy esto- y así nos repartíamos los dulces. Recuerdo una anécdota en el cine Victoria. Nos subimos hasta el palco de arriba, ya cuando estábamos sentados se me cayó un patín hasta abajo, ¡y susto! corrimos unos para allá y otros para acá, la desbandada de los muchachitos. Luego llegó el policía y preguntó ¿de quién es este patín?, y pues no tuvo dueño, nos espantamos y salimos del cine.

A veces nos poníamos de acuerdo con los boleteros para poder entrar toda la palomilla, -danos chanza, ¿no?, compramos un boleto y déjanos pasar a los cinco-, -¿cómo los voy a dejar pasar a los cinco?, por favor-, respondía el boletero. Y seguíamos insistiendo hasta que finalmente nos dejaban pasar; con dos boletos pasábamos cinco. Felices de la vida pasábamos el tiempo poniéndonos de acuerdo  a cuál cine iríamos, o comisionábamos a alguien a que fuera a revisar las carteleras.  Ya estando en el cine, significaba toda una experiencia porque era la oportunidad de platicar, de jugar, tomábamos los roles de los personajes de la película y nos poníamos a actuar. Ése era el cine de nosotros. 

Desde siempre el alimento más popular ha sido las palomitas, pero luego vendían unos esquimos de hielo, y después llegaron otros productos como los conos de nieve y las paletas de hielo. En muchas ocasiones pasábamos escondida en mochilas nuestra propia comida: tortas, gorditas, sándwiches. A veces designábamos a un castigado que tenía que llevar algo de comer para todos, y luego, -pues yo sí lo llevo, pero ¿y quién lo va a pasar?-; -pues tú, yo no, yo lo pongo, pero que lo pase alguien más- porque si era descubierto ya no le permitían entrar. Ya en la entrada del cine teníamos que distraer al boletero, para que el del bastimento pasara lo más desapercibido posible.

Ver en lo que están convertidas las salas de cine es doloroso, se siente una gran nostalgia, una gran tristeza; es como si llegaras y encontrarás tu escuela vacía, destruida y en lugar de ver bancas y escuchar las voces de tus maestros y compañeros encontraras vendedores ambulantes allá adentro. Es muy triste, es un vacío cuando se vienen a la mente aquellas imágenes y gratos recuerdos. Ahora las salas modernas dan claustrofobia, son chiquitas, en cambio en aquellos cines entrabas a la sala de proyección y veías la pantalla en toda su dimensión, y además se sentía una sensación de libertad; era muy bonito y es una verdadera tristeza lo que han hecho con el cine de nosotros.

Mi experiencia como cineasta

Para mí el hacer cine va más allá de una simple afición, es una vocación; el cineasta tiene que tener pasión para poder dirigir y estar dispuesto a enfrentarse a una labor titánica. El rodaje llega a convertirse en una labor extenuante. El montaje de una película implica horas y horas de trabajo. Como director siempre tenía en mente las películas que vi en mi niñez y adolescencia, y realmente anhelaba hacer esas grandes producciones como Los hermanos de Hierro, El rebozo de Soledad, ¡Ay, Jalisco no te Rajes!, Campeón sin corona; una película como las que se hacían en aquella época.

Cuando dirigí mi primer largometraje profesional, La muerte cruzó el Río Bravo, yo pertenecía a una compañía que se llamaba Producciones Esme. Con ellos ya había participado en algunas producciones, como en la segunda unidad de la película Manaos, filmada en Brasil (Alberto Vázquez-Figueroa); Abierto día y noche (Fernando, Ayala), en Argentina; y La máquina de Matar (José Antonio de la Loma), en España.

Un día aquí en Durango me invitaron a una comida de un señor gobernador y ahí sostuve una conversación con el candidato a la presidencia municipal de Santiago Papasquiaro;  le expresé mis deseos de filmar en el municipio y me dijo, ‘pues órale, yo voy a ser el presidente municipal de allá’, pues, hasta que lo que seas, dije yo. Y me dijo, vamos hacer un compromiso, si gano las elecciones tú vas a hacer una película allá, sí, hombre cómo no, y estrechó mi mano. Temístocles Almodóvar se llamaba él. 

A los dos o tres meses me habló por teléfono y me dijo, ‘te estoy hablando de la presidencia municipal y aquí estoy en Santiago Papasquiaro esperándote’, ah, pues, voy para allá. Cuando llegué, recorrimos el pueblo precioso mientras en mi mente daba vueltas a una historia, la fui construyendo hasta que visualicé La muerte cruzó el Río Bravo; sí, el personaje mexicano, veterano de la guerra de Vietnam que regresa a su tierra natal, y, desde este punto comienza a desarrollarse una historia. 

Hice mi propuesta y preguntaron por el costo. No, estás totalmente fuera de los parámetros que manejamos. Pues, ¿Cuánto hay? Te vamos a dar tanto. Vete a filmar y regresas con la película terminada, de no ser así, pues hay penalidades, tú sabes. Sin miedo a nada, comenzamos con la planeación, se configuró el elenco: Narciso Busquets, Chelelo, Maribel Guardia, Erick del Castillo, Manuel Capetillo, los duranguenses Leonor Llausás y Carlos Cardán, y lanzamos a Eduardo Yáñez.

Antes de la filmación todo era risas y felicidad, todo mundo entusiasmado por comenzar el proyecto, pero ya una vez iniciado el rodaje, como director me sentí el hombre más solo que hay en el mundo. Fue mucha la tensión, muchos sustos, muchos nervios, el tiempo se me venía encima; nos  agarró la lluvia durante la filmación. Se dieron tremendos conflictos con cada actriz, con cada actor, con todo mundo, pero logré sacar mi proyecto como yo lo había visualizado, como yo lo quería. Un trabajo verdaderamente titánico, pero regresé con la película filmada; fue el primer escalón.

Luego vinieron otras películas, Rosa de la Frontera, con Susana Dosamantes, Hugo Stiglitz, Eric del Castillo, Eleazar García, Diana Ferretti; es una película muy bonita. Después llegó un proyecto importantísimo, El Placer de la Venganza, con Susana Dosamantes, Hugo Stiglitz, Pedro Armendáriz, lanzamos a Andrés García chico y  a Eleazar García Jr. Es una película urbana que aborda el tema de la delincuencia juvenil, algo que sigue sucediendo hoy en día, pero lo tratamos hace treinta años.

Posteriormente llegaron otros proyectos, difíciles de hacer, como Garra de Tigre, que se desarrolla en la selva del Amazonas. Para su realización tuvimos que  conseguir locaciones que se asemejaran a la selva, recorrer muchísimos lugares hasta decir aquí se puede filmar, ah, pero sí se pueden rodar las secuencias de selva, pero falta el río; ah, aquí sí tengo el río pero me faltan otros elementos. 

Y así ir juntando todo lo necesario, cerrando la pinza de locaciones para abatir costos, convencer a tus actores, convencer a tus productores y luego después venían los pasos difíciles: la distribución de la película para que tuviera recuperación y seguir adelante. El mejor premio que se puede recibir, es el que te da el público que acude a ver tu película, y que la inversión se recupere. Cuando la gente te detiene en la calle para felicitarte, es una gran satisfacción.

Las locaciones

En cuanto a locaciones, una de mis favoritas era El Saltito, en el municipio de Nombre de Dios, que en tiempos de lluvia las cascadas lucen hermosas. Ahí filmamos unas secuencias de la película La gran aventura del Zorro, una película de Raúl de Anda Jr. filmada en 1976; recuerdo una secuencia en la que el Zorro brinca montado en el caballo a la cascada, y después escapa. Esta locación era sublime, hermosa, la otra vez que fui a verla, por poco me infarto. Salí corriendo, dije, me regreso a la Ciudad de México, estoy más protegido allá que aquí. ¡Qué cosa tan tremenda!

Muchos lugares quedaron establecidos como locaciones gracias a las filmaciones estadounidenses, porque ellos acostumbran a hacer primeramente un scouting para encontrar los lugares adecuados para filmar. Enviaban gente especializada a buscar las locaciones, uno de los aspectos que más les cautivó fue la luminosidad del estado de Durango, además de la gran diversidad de territorios áridos, semi-áridos, pinales, sierra, desiertos, semi-desiertos, ríos, caballos y ganado de todo tipo. Ya después llegaron las producciones mexicanas, pero ya sabían en qué lugares filmar y desarrollar las historias por los antecedentes de las filmaciones americanas; así que les decíamos ‘te vamos a llevar a lugares poco vistos, ah, sí aquí queda perfecta tal secuencia, vamos’.

Durango es riquísimo en locaciones, recuerdo cuando abrían la compuerta de la presa  y corría el agua por el río Tunal; era todo un espectáculo natural.  Viene a mi mente una muy memorable secuencia de la película Garras de ambición en la que Clark Gable hace un monólogo dentro del río, mientras que el ganado pasa por ambos lados de él. Inolvidable cómo se veía el río precioso con esa dimensión. Ahora es muy triste como luce el lugar, hay basura; lo que fueron hermosas locaciones cinematográficas ahora están invadidas y con elementos que no van.

La gente de Durango estaba acostumbrada a ver a las grandes estrellas hollywoodenses deambular por las calles. Burt Lancaster paseando por el centro, Charlton Heston sentado en la plaza, o Richard Harris de compras en el mercado; era de los más cotidiano ver a aquellos hombres y mujeres en lo que hoy llamamos Centro Histórico. Para la gente era un espectáculo ir a ver a las estrellas que venían por primera vez a estas tierras; recuerdo cuando llegó el equipo de la película Estampida, del hotel El Gallo salieron Luis Aguilar y José Elías Moreno, mientras que por la tarde vi en la calle a la hermosísima Christian Martell, una verdadera reina. Por eso digo que a Durango vinieron enormes luminarias, inconmensurables estrellas de cine del mundo.

Los jóvenes cineastas

Por todas estas experiencias, por el significado de un proyecto fílmico, es que me gusta apoyar a los nuevos directores, tengo una gran fe en el talento de los jóvenes y cuando tengo oportunidad les inyecto ánimo, porque no quiero que el cine desaparezca. Pero tienen que hacer un cine que traiga una propuesta posible, entendible. Se ha centralizado mucho todo, y creemos que el país es la Ciudad de México; hay muchas historias que contar, lo que pasa aquí en nuestro Durango. 

Yo creo mucho en los nuevos valores, en los jóvenes realizadores. Todo lo que he visto se me hace un cine valiente, con una propuesta nueva, que tiene una frescura. Pero algo falta, se ha recurrido mucho al tema del narcotráfico, al narco-corrido, y eso se ha vuelto ya una cultura muy negativa; ya es como una promoción a todo eso. Considero que es necesario hacer cine que proponga algo nuevo, con nuevas ideas. Como lo dije anteriormente,  hay que crear ídolos, formarlos como el cine de otros tiempos. Ismael Rodríguez creó un Pedro Infante, un Jorge Negrete; todos esos ídolos vendían, y el público quería verlos. Deberíamos volver al cine familiar, al de aventuras, al que se pueda ir con los hijos, los nietos, con la familia, y salir contentos comentando la película.

Mi Durango es muy bonito y siempre lo ha sido. Hoy en día el Centro Histórico está hermoso, es aquí donde me gustaría realizar mi próxima película que me gustaría titular Aquí está Villa; se preguntarán ¿Qué tiene que ver Villa con el Centro Histórico? Es que la historia que propongo consiste en que Pancho Villa regresa, ve el Centro Histórico entre neblina y se asombra ante el panorama. Esa es mi propuesta y hago la invitación a todos los jóvenes escritores, realizadores y toda la gente involucrada en el cine, porque es un proyecto que quiero que se haga aquí en Durango, que sea hecho por durangueños y para el pueblo de Durango. Me han invitado inversionistas, pero al hacerlo con capital privado pasa a ser propiedad de ellos, yo quiero que sea nuestro.

Las películas deben recuperar la inversión, y dar para producir otra y para otra. Hay que recurrir a la fórmula como los cineastas de antes. Después de épocas gloriosas llegó la decadencia porque dejaron esas fórmulas y desaparecieron los ídolos; ya no pudieron formarlos para seguir haciendo un cine que se vendiera. Sin embargo considero que el cine de hoy es de gran calidad; los jóvenes cineastas deben esforzarse por hacer su cine, llevar a cabo sus ideas, hacer equipo hasta lograr la realización. Hay mucho por hacer, y lo bueno es que hay mucho talento. Como director de cine me doy cuenta de que un aspecto cultural tan importante está olvidado; necesitamos crear otra vez ídolos para vender nuestro producto, que la gente quiera ir a verlos como en otras épocas.

Estrena digitalmente documental sobre la marea verde en Argentina

con información de AMBULANTE

Que sea ley (2019), del director argentino Juan Solanas, estrenará en las plataformas FilminLatino y Cinépolis Klic el 3 de diciembre. El documental nos coloca en el centro de las protestas convocadas por la marea verde, movimiento que impulsó a miles de personas a salir a las calles y exigir la despenalización del aborto en Argentina en 2018. La película estará disponible gratuitamente por 48 horas para usuarios en todo México, y posteriormente con costo mediante el servicio de video on demand. 

Que sea ley puntualiza el vínculo ineludible entre lo político y lo personal. La película intercala imágenes de las concentraciones masivas en espacios públicos y acalorados debates parlamentarios con testimonios de mujeres que narran las consecuencias de la criminalización del aborto. Además de ofrecer un valioso registro sobre la lucha por la despenalización legal y social que atravesó otro país de América Latina, la película de Solanas permite detonar un diálogo sobre los derechos sexuales y reproductivos, los cuales permanecieron por mucho tiempo tabú en México: “Al crear un espacio de mediación y encuentro, el documental permite hablar de temas que han sido estigmatizados en el debate público y social. Con la distribución y promoción de Que sea ley,  esperamos contribuir a una discusión abierta en torno a la despenalización del aborto en México”, dijo Paulina Suárez, directora general de Ambulante. 

El estreno digital de Que sea ley ocurre pocas semanas después de que el Presidente argentino Alberto Fernández anunciara que enviará el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo al Congreso de la Nación de su país.⁠ En México, donde cada entidad federativa regula la manera en que se accede al aborto legal en su territorio con criterios diferentes, esfuerzos recientes por ampliar la despenalización –por ejemplo, en Guanajuato y Veracruz– han fracasado. 

Las actuales diferencias en la legislación sobre aborto de una entidad a otra generan una situación de discriminación, pues las mujeres tienen más o menos posibilidad de acceder a un aborto bajo el marco legal dependiendo de su lugar de residencia. La despenalización del aborto permitiría preservar los derechos de las mujeres a la salud, a la autonomía, a la privacidad y a una vida libre de violencia, entre otros, así como salvar vidas de mujeres al darles la posibilidad de abortar en condiciones seguras.

La promoción de Que sea ley se enmarca dentro de las actividades de Ambulante por promover la maternidad deseada, elegida y empoderada durante el otoño 2020. 

Juan Solanas (Argentina, 1966) es director, escritor y fotógrafo. En 2000, escribió, produjo y dirigió su primera película, The Headless Man, por la cual recibió el Premio del Jurado en Cannes, así como el César por Mejor Cortometraje y otros cincuenta premios a lo largo del mundo. Actualmente está produciendo el largometraje documental de Christophe Réveille, Les survivants du Che.

Para más información sobre Que sea ley:  https://www.ambulante.org/documentales/que-sea-ley/

sábado, 21 de noviembre de 2020

Streaming en tiempos pandémicos: ¿será éste el futuro del cine?

texto JUAN JOSÉ ANTUNA ORTIZ

Es difícil y complicado hablar y escribir sobre cine en estos tiempos que vivimos cuando nos enteramos de cierres de complejos de exhibición, películas esperadas por largo tiempo para el 2020 y saber que se retrasan tanto desde su realización como de varios estrenos por el miedo a perder ganancias por parte de sus distribuidoras y productoras.

Pero si algo ha hecho que cinéfilos y cinéfagos sobrevivan con este arte que tanto nos apasiona (y me refiero a aquellos que no tienen un archivo personal de películas) son los servicios de streaming para ver varios estrenos que se han movido para donde la brújula del futuro apunta.

Con esto no quiero decir que en un futuro, al plazo que ustedes me digan, los servicios de streaming vayan a desaparecer a las salas de cine, creo que eso ya no es tema a debatir, quizá sería un tema a tratar, o lo que estaría en tela de juicio sería el contenido que estas plataformas digitales en línea nos están ofreciendo, cuánto de su contenido es realmente material de calidad, y esto hablando en términos meramente artísticos, ya que la calidad técnica y de producción me parece está en el 99 por ciento del contenido de estos servicios, pues si algo le inyectan a esas producciones que son más para consumo genérico, es precisamente producción, si no nada llamaría la atención de estas. 

El caso es que como en el cine mismo, hay para todos los gustos de igual manera en las plataformas en línea, e incluso, para todos los presupuestos.

Podríamos empezar hablando del gigante en este rubro: Netflix. Con sus producciones originales, tanto en películas como series, ha logrado posicionarse como la plataforma favorita y más popular entre un público de gama general (aún sin ser la opción más económica del mercado), pero no por eso todo lo que producen o exhiben carece de propuesta o calidad artística y cinematográfica, para muestra ver como en años recientes han logrado fichar los proyectos de grandes directores de cine como Charlie Kaufman, Martin Scorsese o David Fincher, sin contar además con el hecho de que gracias a esta plataforma hemos podido ver películas de países como Senegal, Noruega, Bélgica, Líbano, entre otros, que de otra forma muy difícilmente nos habrían llegado a salas de cine que no fueran de alguna ciudad cosmopolita.

El segundo gigante en este nicho bien podría ser considerado Amazon Prime Video, en donde se puede encontrar además de buen material, además de también sus propias producciones. Es una plataforma donde vemos más cine clásico y producciones no tan recientes, lo cual es bueno para aquellos cinéfilos no tan jóvenes y que no tienen un archivo personal, es más fácil encontrar películas de esos años que lo hicieron amar el cine.

Para propuestas más artísticas y cine fuera del gran ojo norteamericano están plataformas como Mubi y Criterion (este último aún sin poder funcionar en México y Latinoamérica) que concentran mucho de su espacio para las diferentes ramas del cine mundialmente hablando.

Una opción para los amantes del cine mexicano es la plataforma de Filminlatino, en la que incluso sin pagar alguna suscripción o mensualidad, se tiene acceso a un sinfín de títulos de nuestro cine nacional para ver completamente gratis, aunque también tienen su opción de suscripción, o de pagar por películas en específico a un precio más que módico.

Los exhibidores de cine de alguna manera no se han quedado atrás, por ejemplo está el caso de Cinépolis Klick, que en su servicio de streaming tienen la opción de ver películas que han estrenado antes, o incluso varias opciones de su cartelera comercial vigente.

Incluso hay opciones y plataformas en las que de manera “alternativa” y gratuita, se pueden ver películas que no están disponibles para Latinoamérica por cuestiones de derechos de distribución, o por la región, y que no se pueden conseguir ni en plataformas y mucho menos en salas de cine. 

Es en estos momentos en los que incluso críticos de cine han mencionado que son más que importantes estos espacios, y que sin ellos películas que ellos ven y comentan gracias a festivales de cine, no podrían ser revisadas por adeptos al cine de arte sin estas plataformas “alternativas”. Como diría ese dicho que circula mucho en las redes entre cinéfilos: “Si no torrenteamos la cultura, la cultura se netflixea”.

De modo que ver a las plataformas de streaming como una amenaza me parece está demás, en estos tiempos pandémicos para muchos no hubo otra alternativa, incluso para los que amamos ir al cine, de alguna u otra forma, ya sea con los poderosos de estos servicios, con las opciones más específicas, o con las opciones gratuitas, todos, o la gran mayoría de adeptos al cine, recurrimos a estos servicios.

Lo que nos corresponde a nosotros, ahora que de a poco se vuelve a una nueva normalidad, y se empiezan a abrir las salas con menos capacidad, es precisamente volver a las salas, porque si algo nos puede quitar las salas de cine es la crisis económica a la que se verán sometidas por todo el tiempo que estuvieron cerradas y la poca asistencia de público de ahora en adelante. 

Por supuesto es nuestra responsabilidad y obligación volver con todas las medidas precautorias, no podemos no vivir bajo las reglas que hoy día nos rigen a todos, pero debemos de alguna forma volver a la calle, salir y vivir, y dejar un poco el miedo atrás y no permitir que nos inmovilice; pues el cine, y sus formas tanto de exhibición como de realización en conjunto, la están pasando muy mal, y me parece que hacer un esfuerzo dentro de nuestras posibilidades, protección y concientización, bien lo vale, por todo lo que el cine nos ha dado.

viernes, 20 de noviembre de 2020

Marcelo Tobar: una charla con un auténtico idealista

texto ANDREI MALDONADO

¿Qué nos hace ser un idealista? Muchas veces esa cualidad es utilizada de manera peyorativa, pero un idealista es aquel cuyos sueños permanecen intactos pese al paso del tiempo. No se trata de alguien que sueñe despierto, sino alguien que cree que puede hacer realidad cualquier proyecto y que luchará para materializarlo.

En ese rubro Marcelo Tobar es más que un mero idealista. Ha sabido construir una carrera cinematográfica bien identificable, con largometrajes como Asteroide y Oso Polar, que la han significado diversos premios en el circuito de festivales. Esta vez, con El club de los idealistas, Marcelo le apuesta a la gran taquilla de las comedias mexicanas, pero siéndose fiel a su estilo… a su ideal.

En Cinéfagos conversamos con él en torno a esta película, la cual sale a salas comerciales justo en medio de la pandemia, cuando el mundo requiere más que nunca de gente idealista.

¿Marcelo, de qué va El club de los idealistas?

La película habla del encuentro que se hace 20 años después de unos compañeros universitarios que tuvieron el sueño desde jóvenes de comprar unos terrenos entre todos para ahí construir una casa de retiro y pasar su vejez todos juntos para no padecer las molestias de tener que vivir sus últimos días en un asilo de ancianos. Es una comedia diferente, inteligente, que le habla a los sentimientos, a la nostalgia, en la cual incluso la música tiene mucho que ver para que la gente conecte con los personajes.

¿A quién le habla esta película?

A nadie en específico (risas), a todos y a nadie. Es una película hecha para quien quiera verla, aunque obviamente tiene un fuerte discurso para las personas que rondan los 30 años, ya que es una edad en la que se toman muchas decisiones, en la que nos ponemos a pensar qué haremos con nuestra vida y en la que llegamos a traicionar los ideales que teníamos cuando jóvenes, todo por un mejor empleo, una mejor casa, una familia, y a los 40, 45 años, que es la edad que tienen los personajes, uno se da cuenta que lo que actualmente eso no representa lo que pensaste de joven, lo que soñaste que serías de mayor. Es una película que a mí me hubiera gustado ver a esa edad y que quien ya haya llegado al tercer piso, como le dicen, podrá identificarse con ella.

¿Te consideras a ti mismo un idealista?

Sí, me considero un idealista. Siempre lo he sido. Creo que de todos mis amigos de generación sigo siendo el más idealista.

El club… es una comedia, género que dista un poco de tus anteriores trabajos, ¿lograste mantener tu esencia con el cambio de temática?

Esta película habla de los temas que a mí me interesan y que están presentes en mi filmografía, quien haya visto mis películas podrá identificar todos los elementos que me interesan. Con respecto a mis anteriores películas, que tenían un aire más festivalero, esta es una gran producción, y creo que ya me tocaba (risas) es un esfuerzo de más de 15 años de carrera cinematográfica y el cambio de género a una comedia romántica habla también de un cambio de visión, una mucho más optimista de lo que fue hace uno años con las primeras películas, y que precisamente hoy es tan necesario con los tiempos tan difíciles que nos toca vivir.

¿Fue difícil hacer una película coral, más aún con el gran reparto que tiene?

Hacer una película coral era todo un reto, sobre todo por conjuntar estos actores que vienen del teatro, del cine y la televisión. Sin embargo mucho ayudó que son contemporáneos, eso permite un reencuentro orgánico y natural como lo propone la película. Incluso durante la filmación no hubo separación entre actores VIP y el resto del equipo, como ocurre en otras producciones, sino que se trabajó en conjunto, se comía juntos, se dormía en el mismo lugar, y eso permitió una convivencia muy natural. 

Era importante reunir este elenco en el que se encuentra gente como Andrés Palacios, que han hecho una carrera mayormente en telenovelas, y después el público los maltrata cuando los ve en el cine, como si fueran actores menores; está Claudia Ramírez, que ha sido una actriz muy importante desde que hizo Solo con tu pareja, con Alfonso Cuarón; actores que son constantes en las comedias contemporáneas como Juan Carlos Medina y Tiaré Scanda; gente de teatro como Nailea Norvind; en fin, un elenco muy nutrido y todo fluyó muy bien. 

A nivel producción ¿Qué retos hubo?

El club… es una película de 20 millones de pesos, ganadora del Eficine, comparado con los 300 mil pesos que costó hacer Oso Polar…(risas). Uno d ellos temas más importantes era encontrar la locación, la cual se descubrió después de meses de búsqueda en el Estado de México, en Avándaro, cerca del lago. Los criterios para buscar dicha locación dictaban que fuera una casa como cualquier mexicano desearía tener, hecha prácticamente a mano, de adobe, llena de artesanías, rodeada de naturaleza, para convivir y hacer carnes asadas. 

Una de las ventajas de un buen presupuesto es elegir las locaciones que tú quieres y no solo en las que puedes filmar. Los actores pueden cobrar lo que de verdad deben cobrar y no hay que andar regateando ningún recurso. Puedes elegir la música que realmente quieres, no la que te permite el presupuesto. Pero creo que lo más importante que me deja poder contar con una gran producción es que por fin pude dirigir, porque con poco presupuesto andas haciéndole de productor en línea, resolviendo temas de logística, y eso no está padre.

¿Qué significó tener que estrenar en plena pandemia?

Hacer una película mexicana siempre es un riesgo, y esta que parecía la apuesta más segura… pues ya vez, con esta situación de la pandemia estamos nuevamente en riesgo. Afortunadamente salió con una copia para cada sala que estaba abierta en el país, lo que garantiza ser uno de los estrenos más importantes del cine mexicano este año. 

Recuerdo que la primera vez que te entrevisté fue cuando presentaste Oso Polar acá en el Festival del Nuevo Cine Mexicano, incluso impartiste un taller para jóvenes realizadores

Sí recuerdo, en aquella vez nos llevamos el Premio del Público. Fue un festival muy bonito, en donde hubo muy buena convivencia con los jóvenes realizadores duranguenses.

Ya antes habías presentado en Durango Asteroide y además tuviste una charla junto a tu productora, Elsa Reyes, precisamente en torno a Oso Polar. Hoy con El club… vuelves a trabajar con ella.

Sí, llevo varios años trabajando con Elsa y esta vez no fue solo su labor como productora, esta vez estuvimos trabajando codo a codo con el guion. Es una persona con una sensibilidad muy especial para contar este tipo de historias y a la cual yo estimo mucho.

Marcelo, solo queda felicitarte por tu gran trayectoria e ir a ver El club de los idealistas. Ahora que me dices que los de 30 debemos verla correré al cine, para no arrepentirme después de mis decisiones (risas)

(Risas) Gracias. Sí, ve, estás a tiempo (risas).

miércoles, 18 de noviembre de 2020

Juan Ríos: Sacándole provecho a un encierro

texto ANDREI MALDONADO

El encierro durante la pandemia por Covid-19 ha sido todo un reto, pues ha demandado de las personas dejar pausadas sus actividades cotidianas por tiempo indefinido; o bien, retomarlas de una manera distinta a la habitual a partir de lo que se ha llamado la “nueva normalidad”.

Para aquellos con vena artística el aislamiento no ha sido del todo negativo, pues les ha permitido tener un acercamiento con su obra: quizá retomar un proyecto olvidado, reescribir un guion o ir adelantando pendientes para cuando podamos salir y hacer nuestras actividades nuevamente.

Al menos de esta manera lo ha hecho Juan Ríos, actor, director, guionista, productor y escritor de cine, teatro y televisión, con quien tuvimos la oportunidad de charlar a partir de su más reciente aparición en la película mexicana de terror Cuidado con lo que deseas. Esto fue lo que nos contó:

Juan, platícanos sobre tu rol en Cuidado con lo que deseas.

Yo hago el papel de Bernardo, que es un hombre de negocios que se nos presenta como el líder de una familia feliz, conformada por su esposa Nuria, personaje que es interpretado por Fernanda Castillo, y su hija Pamela, que la interpreta Valery Sais. Lo que vemos de inicio es que es un hombre feliz que decide festejar el cumpleaños de su hija en su casa de campo en el bosque e invitan al tío de la niña, Esteban, que lo personifica Iván Arana.

El planteamiento es bien interesante ya que el tío lleva un regalo muy peculiar que se convierte en una especie de intruso ese fin de semana, pero que irá revelando gran parte de los secretos de esta familia. La verdad es un trabajo de guion fantástico el que hace Agustín “Oso” Tapia, te genera expectativas todo el tiempo. Es una caja de sorpresas que seguro mantendrá al público al filo de la butaca.

¿Qué retos actorales encontraste en esta película?

Es una película que demandó bastante esfuerzo físico. El que sea una historia contada solo con cuatro actores y un invitado animado es una gran responsabilidad. La verdad contar con que el guionista sea el mismo director de la película contribuye mucho a llevar las cosas a buen puerto, ese es una gran mérito del “Oso” Tapia.

A nivel personal ¿Qué te deja la experiencia de compartir trabajo con un gran director, con tus colegas actores, y con una debutante como es Valery?

La verdad es una pequeña con un gran talento. Valery hace un trabajo maravilloso y estoy seguro que va a sorprender a la gente como nos sorprendió a nosotros. A Iván no lo conocía, fue un gran encuentro, y con Fernanda fue volver a trabajar juntos en algo que nos apasiona, como lo el cine, eso fue muy gratificante. Es un proyecto que tiene todas las características de una gran película. Maneja varios géneros y tiene mucha personalidad.

¿Tú cómo ves este momento que está viviendo el cine a consecuencia de la pandemia?

Al final prevaleció cuidar la salud de la sociedad y respetar las nuevas normas sanitarias. Ahora el público está ávido de entretenimiento. A mí me afectó mucho porque yo escribo, dirijo y actúo en teatro. Estábamos muy activos con nuestra temporada y tuvimos que cancelar. Estábamos por estrenar “Yo solo quiero hacerte feliz”, con Mariana Garza y Pablo Perroni. Continuaba con espectáculos de fin de semana para cabaret, como productor y director, y perder todos esos ingresos obviamente nos afecta. 

Pero como punto a favor es que tuvimos tiempo de replantear nuestros proyectos, de parar esa tendencia de ir de un trabajo a otro, solo pensando en la siguiente participación. Detenernos, quedarnos en casa y reflexionar fue un proceso de autoconocimiento constante. Los primeros meses difíciles, pero nos hemos ido acostumbrando. Si esto sigue así ya no vamos a querer salir nunca más (risas). 

Es algo muy complicado, pero sí me gustaría que la gente regrese a las salas de cine y al teatro, y espero que las exhibidoras de películas tomen consciencia de que es muy importante el comprender a su público y garanticen las condiciones de salud; el público también debe poner de su parte de cuidarse al volver a salir. Pienso que los creadores estamos ante un reto muy importante, justamente para crear las nuevas historias que van a llegar a nuestro público, pues la ficción no volverá a ser vista de la misma manera.

¿Ya tienes algún proyecto de teatro para volver a los escenarios?

Yo aproveché este tiempo de pandemia para reencontrarme con varios proyectos que tenía empezados, tanto de teatro como de ficción desde la veta literaria. Esa parte del confinamiento la agradezco, porque resultó totalmente creativa y proactiva para mí. Creo que los que nos dedicamos al quehacer teatral y la configuración de futuros dramas tenemos el desafío de hacerlo presente. Retomé varias cosas y les di otra forma, ya que la situación actual me obligó a rediseñar esa ruta crítica que yo ya había armado. 

Estoy sorprendido y entusiasmado por el camino que ha tomado mi obra, y que además me ha permitido que otras personas la conozcan. Y eso es lo que he movido, contenido mío para series, cine, televisión, proyectos de reallity, conceptos que ya había desarrollado pero que no había llegado a concretar y que esta situación me permitió reconectarme con eso. Creo que a todos como sociedad nos corresponde ser creativos y salir avante de la manera más ingeniosa. Poner el ingenio de por medio para salir juntos de esto.

lunes, 16 de noviembre de 2020

El ensueño de Carlotta: lo que tienen que decir nuestros silencios

texto ANDREI MALDONADO

Era un placer

Era un color

Tan nuestro ver niños con tiempo

Todo era hermoso

Todos esos tiempos

Los cambios

Tu futuro cuerpo…

(Fragmento de “La Fábula”, de Saiko)

¿Qué tiene qué decir nuestro silencio? A veces, mucho más que las palabras. El paso de la infancia a la adultez, eso que llamamos adolescencia (derivado de “adolecer”, falta de…), puede ser una de las etapas más significativas en el desarrollo, tanto físico como espiritual, de las personas. Dejar los juegos infantiles y dar paso al enamoramiento, las responsabilidades, los cambios corporales, significa un duro golpe cuando no se acompaña de un adecuado diálogo familiar, como lamentablemente ocurre en la mayoría de los hogares mexicanos.

El ensueño de Carlotta, cortometraje de la cineasta Deniss Barreto, utiliza el silencio como vía para contar la historia de una joven púber, la cual atraviesa por un duro momento de su existencia. Su cuerpo comienza a cambiar, a transformarse de niña a mujer, mientras su mente sufre los estragos del síndrome premenstrual: depresión, ansiedad, tristeza e ira, todo en medio de la desinformación familiar. Algo que le ocurre a todas las mujeres, al seno de la familia tradicional, toma un tinte de tabú, algo que ni su madre ni su hermana mayor tienen tiempo de explicar.

Deniss hace uso de sus mejores recursos -la narrativa contemplativa, casi etérea, más bien onírica- para contar una visión de la mujer que quizá muchas personas no quisieran ver hoy, la de un ser frágil, presa de su propio cuerpo. Y es que en este caso la fragilidad de Carlotta no toma la acepción de “debilidad”, porque en principio todos somos frágiles ante nuestra propia existencia, ante los cambios de los que no podemos tener ninguna injerencia, aunque provengan de nuestro propio ser. 

Esta historia nos obliga a prestar atención a lo que la juventud calla. Carlotta no encuentra la manera de expresar lo que siente, de darle sentido a todo lo que comienza a experimentar y se manifiesta con mayor fuerza ese fin de semana con su familia. Su fragilidad es similar a la de un ave enjaulada (de ahí la excelente metáfora visual consagrada en el filme). Detrás de la ausencia de palabras está el temor, la soledad y el deseo de escapar, incluso por la vía del suicidio.

En El ensueño… también queda de manifiesto la importancia de que algo tan normal como crecer deje de ser un tópico prohibido. La represión familiar solo desencadena dolor y sufrimiento, un tema que ya ha quedado expuesto en la cinematografía nacional en filmes como Perfume de violetas (Nadie te oye), de María Sistasch, y más recientemente en películas latinoamericanas como la argentina Juana a los 12, de Martín Shanly, y la ecuatoriana Alba, de Ana Cristina Barragán, quienes exponen a sus protagonistas al poco o nulo entendimiento familiar.

Era sonido, era utopía (…) verte en mis sueños era un dolor desierto, sentir el miedo y morir por eso… dice “La Fábula”, canción del grupo chileno Saiko, en la cual vemos de manifiesto que durante el proceso de madurez la inocencia se convierte, muchas veces, en dolor por todo aquello que no entiendes: La soledad, la vanidad, ya no me atrevo a cruzar la ciudad, la información, la decepción (…) mira esa gente, cambiando siempre, sabor amargo… al final el tema termina con la frase “no me arrepiento si cambio para empezar”, pero para Carlotta ya no hay tiempo.

Sin embargo hay que aclarar que Barreto no hace un cine de denuncia. Su película no trata de ser panfleto ni artilugio de campaña de prevención del suicidio. Nada más alejado de ello. Su interés en El ensueño… es el mismo que en el resto de su filmografía: primero, abordar la feminidad desde el aspecto personal, y segundo, contar historias desde una perspectiva autoral. La historia de Carlotta puede, como cualquier película, dejar una reflexión sobre el espectador, pero esta no será consecuencia de una narrativa propia del soap opera style.

Deniss narra sobre la feminidad, pero no le habla exclusivamente a las mujeres. El ensueño… expresa la necesidad de que nosotros los hombres entendamos que los procesos biológicos y emocionales del sexo femenino son intensos, a veces incomprensibles para ellas mismas, y por ello es necesario replantear los códigos de convivencia familiar entre parejas, entre padres e hijas. Importante también dejar de pensar que de ciertas cosas de la mujer no pueden ser abordadas por un hombre, y el 2020 parece ser un momento propicio para hacer eso. 

domingo, 15 de noviembre de 2020

SmartFilms: Democratizar el cine a través del celular

texto ANDREI MALDONADO

El teléfono celular ha significado una gran herramienta por la cual muchas personas han podido continuar capacitándose y trabajar en esta pandemia por Covid-19. También ha sido la vía por la cual los aficionados al séptimo arte han podido tener acceso a películas por medio de plataformas, y para los realizadores una opción para seguir creando contenido desde el encierro.

En esta ocasión platicamos con la actriz colombiana Yesenia Valencia, directora del Festival de Cine Hecho con Celulares SmartFilms, el cual se desarrollará durante el mes de noviembre y que tiene como objetivo principal la democratización del cine a través del uso de los teléfonos celulares.

¿En qué consiste el SmartFilms?

SmartFilms es un festival de cine hecho con celulares que lanzamos hace seis años en Colombia con el objetivo de democratizar el cine a través de una herramienta tan cotidiana como es el celular. Bajo esa premisa fuimos construyendo el festival, que fue tomando un corte muy académico, y lo trajimos hace tres años a México. Nuestro principal objetivo es que se haga cine con esta tecnología que ahora tenemos a la mano y olvidarse de los grandes presupuestos, pues todos sabemos que el cine por desgracia es un arte excluyente en casi todo el mundo. Ese termina siendo nuestro objetivo principal, que todo el mundo pueda hacer y ver cine, pues casi todos contamos con un celular.

¿Cómo ha sido la generación de nuevos realizadores a través del festival?

Creo que ha sido un parteaguas en la creación de contenido audiovisual. Al principio creímos que sería muy sencillo, pero nos dimos cuenta que era necesario capacitar a los nuevos creadores para que aprendieran a no tapar el lente, no tapar el micrófono, a conocer qué tipo de cámara tiene su celular. Y los jóvenes se han visto muy beneficiados con esto, pues han aprendido que no es necesario que cambien su teléfono por una cámara, sino que le saquen provecho a su celular. 

Con el celular se puede llegar a lugares que antes no se podía por el tamaño de las cámaras profesionales, o si se hacía se tenía que perder mucho tiempo de producción, que se traduce también en mayor presupuesto. 

Cuando comenzamos el festival los trabajos eran propios de quien apenas empieza a explorar la técnica. Ya a partir del segundo año empezamos a recibir tremendos materiales en los cuales tú no identificarías que fue hecho con un celular, a menos que seas un experto y muchas veces ya ni ellos lo pueden identificar (risas). Hubo una selección que curó Oliver Stone, donde quedabas maravillado con los trabajos que tenían una calidad como cualquier otra gran producción.

Ahora que mencionas a un grande del cine como Oliver Stone, eso demuestra que gente que creció haciendo cine en gran formato reconoce la valía de estas nuevas tecnologías.

Así es. Cuando iniciamos había puristas que nos cuestionaban cómo íbamos a hacer un festival dedicado a proyectos hechos con celular. Después de tres años y tras el reconocimiento de alguien como Oliver Stone, a quién yo le reconozco su trayectoria y el que allá validado nuestro proyecto, pues después de eso el festival adquiere otro carácter a nivel Colombia y nos permite internacionalizarnos, pues el hecho de que un director, ganador de tres premios Oscar, se siente a analizar el trabajo de un joven hecho con celular, y que además en una clase magistral le diga qué hizo bien y qué hizo mal, es ahí que el festival adquiere un reconocimiento importante y se vuelve una plataforma de oportunidades. 

Eso es SmartFilms, un festival que junta a grandes talentos como Robert Rodríguez, que fue el invitado el siguiente año, con un realizador que recién comienza o bien uno que no ha encontrado las ventanas para visibilizar su trabajo. Para eso tenemos diferentes categorías: Juvenil, Aficionado y Profesional. Eso nos permite tener un panorama amplio y que no solo personas que tengan experiencia en el audiovisual entren y conozcan la cinematografía. En nuestro segundo año en México vino el director y el guionista de La Casa de Papel, y toda esta gente trae un discurso muy bonito y motivador para todos los chicos.

¿Cuál es el reto este año, en medio de la pandemia que se vive?

Ha sido muy especial, pues si siempre hemos sido muy digitales este 2020 nos volvimos completamente digitales. Esta situación trae nuevas oportunidades. En el segundo año en el lanzamiento tuvimos 500 solicitudes, este año fueron casi 8 mil visualizaciones, eso es un crecimiento de mil 400 por ciento. Después tuvimos un segundo lanzamiento y nos fue mucho mejor. El lograr tener conectadas a tantas personas te permite ver la oportunidad que te da este tipo de crisis y la necesidad que tiene la gente de participar en estos foros y salir de su encierro.

Cuéntanos sobre las categorías, premios y los tiempos del festival.

Este año para la categoría Juvenil, entre 12 y 17 años, tenemos 50 mil pesos de premio, que se dan en especie; para la categoría Aficionado tenemos 50 mil pesos en efectivo y para la categoría Profesional son 100 mil pesos en efectivo más 15 días en los canales de TNT para 13 países. Este año cambiamos de tres días presenciales a ocho on-line. Nuestro festival comienza el 14 de noviembre, esperando que el premio Gran SmartFilms se quede en México.

sábado, 14 de noviembre de 2020

The old man & the gun: el otro cine independiente norteamericano y la última nota brillante de Robert Redford

texto JUAN JOSÉ ANTUNA ORTIZ

Hablar del cine independiente norteamericano de la última década no es sólo hablar del gran cobijo que ha recibido por parte de la productora A24, o de ser ese cine que irrumpe con las normas establecidas hasta el siglo pasado estética y narrativamente, una cuestión cada vez más abierta y libre para el espectador, o mejor dicho: ya no es tan fácil sorprender al espectador por estas cuestiones, hoy día un gran sector del público que busca en el cine un arte como tal, más que un entretenimiento, busca por sobre todas las cosas novedosas que el nuevo siglo y sus nuevas tecnologías han traído, una buena historia.

Uno de estos directores que ponen énfasis y atención a la parte medular de la película, que es la historia, y además saberla contar correctamente, es David Lowery. Su bagaje en el cine comienza en el año 2000 con 20 años de edad, y durante los primeros diez años fue muy activo en cuanto a la realización de cortometrajes, hasta que en el 2010 estrenó su ópera prima: St. Nick, un tropiezo más que un buen comienzo, según comentarios de prensa cinematográfica en Estados Unidos.

Luego de realizar varios cortometrajes en los siguientes tres años, le llegó la oportunidad poder dirigir su segundo proyecto Ain’t them bodies saints, película sobre una pareja de bandidos (que mucho asociarán con Bonnie and Clyde, pero que a mi gusto la comparación está fuera de lugar, salvo por la similitud de ser bandidos, y no así por los motivos que orillaban a las distintas parejas); que luego de confrontarse con la policía en un tiroteo, la chica hiere gravemente a un oficial, es entonces que él se inculpa del acto y va a prisión, pero cuatro años después, al enterarse de que tiene una hija y que ha sido criada solo por ella, él se fuga de la cárcel para poder estar con su familia.

Con esta segunda película se reconoce ya en Lowery a un autor con cierta sensibilidad que lo caracteriza y distingue del resto de realizadores, un tanto por los personajes desarraigados y perdidos de un núcleo al que busca regresarlos en el desarrollo de sus historias, y la película tuvo cierto grado de notoriedad entre la crítica especializada que pudo verla tanto en Sundance, Toronto o la Semana de la Crítica en Cannes. Pero lo que vino después es quizá algo que otro nuevo director de cine independiente con más pretensión (y lo digo en el mal sentido de la palabra) no habría aceptado: trabajar para Disney.

Entre la realización de un cortometraje, la realización del primer capítulo de la serie de televisión Rectify (algo que es cada vez más común entre directores de cine, tanto jóvenes como consagrados) en el 2016 dirige el remake de la película Pete’s Dragon, en la que si bien uno no podría decir lleva un “sello” del director, es una película por demás bien lograda, una historia conmovedora que toca temas importantes sirviéndose de la figura del dragón, y que además al director le serviría para sus dos próximos proyectos por dos razones.

La primera, le permitiría dirigir con total libertad creativa, y además de una manera muy austera, A Ghost Story, (influenciada en palabras del mismo director por películas como El viaje de Chihiro y Post Tenebras Lux) en la que repite pareja protagónica con Casey Affleck y Rooney Mara (que también protagonizan Ain’t them bodies saints) la que para todos es su obra máxima, y una película muy seria para considerarla a un mediano plazo como una obra de culto y una obra maestra (el mismísimo Guillermo del Toro la incluyó en la lista de sus 20 películas favoritas de todos los tiempos, compartiendo con Roma de Alfonso Cuarón la únicas plazas de películas realizadas en este siglo).

Y la segunda razón, es que en esta trabajaría con el hombre que da alma y vida a la película que trae a colación la razón de escribir este texto, ahora sí permítanme escribirles sobre The old man & the gun y Robert Redford.

La película va sobre un hombre llamado Forrest Tucker, que luego de ser atrapado y haberse fugado varias veces de la cárcel, se sigue dedicando a su avanzada edad a robar bancos pequeños por el placer que esto le produce en la vida, solo con su arma y sus buenos modales, lo que hace que los asaltantes se sientan bien de darle el dinero a este “caballero” (incluso el título en español de la película es Un caballero y su revólver).

No lo hace por una cuestión económica, no por una cuestión de avaricia, sólo por la emoción y la adrenalina que le produce hacer esto, lo que lo hace sentirse vivo. Contrariando esta imagen del educado y feliz ladrón de bancos, tenemos la figura del policía John Hunt, que va tras su rastro, un joven que parece ser infeliz a pesar de hacer lo que le gusta y de tener una hermosa familia.

Se da cuenta que no es feliz porque cree no estar haciendo la diferencia, no es hasta que indaga más en el caso, una vez que este le es quitado por convertirse de orden federal (luego de que el “caballero” y un par de amigos de la misma edad atracan un banco más grande en el que las cosas no salen bien, y que a la postre hará que uno de ellos lo traicione) conoce la historia del “caballero”, y cuando por azares del destino se encuentran en el baño de un restaurante, y luego de que el FBI lo aprehende, (la escena de la persecución es una de las mejores escenas que he visto en últimos tiempos por todo lo que implica en la película misma) cuando regresa a casa con su esposa, y este le dice que le da gusto no haber sido él quien lo atrapara, se le nota diferente en semblante, ahora se le ve feliz.

La película puede por un sinfín de razones ser cuestionable. Por una parte están los hechos reales que la inspiran, ya que el verdadero Forrest Tucker era todo lo contrario al Forrest Tucker de la película, un hombre en demasía violento y que solía realizar los atracos con muchos hombres, y aquí se puede notar la mano del director para transformar una historia y hablar sobre la notoriedad y el paso del tiempo en alguien y la posteridad de sus acciones y cómo pueden trastocar la vida de otros sin saber que lo son, exponer las maneras en que un hombre puede ser feliz, y crear una catarsis en un personaje a través de la ficción, aunque en la realidad haya sido completamente distinto, y aquí es donde las películas pueden ser valiosas desde el arte mismo.

En este punto también se puede notar el por qué Robert Redford, con lo reconocido que ha sido por su labor altruista, de activismo en innumerables movimientos y causas tanto en el mundo del cine como productor y director y fuera de este (incluso el hombre se dio el lujo de actuar en la que para mí es la mejor película del universo de Los Vengadores: El soldado del invierno), eligió esta historia para que fuera su última película como actor, y por qué decidió que fuera Lowery quien la dirigiera.

Las razones que son más llamativas es el hecho de que, conociendo el antecedente de Ain´t them bodies saints en Sundance, (un festival al que Redford está más que ligado) que además de ser una película de bandidos amantes, personajes poco estereotipados, Redford vio reflejada la misma esencia de toda su carrera, un hombre que siempre buscó el desafío de interpretar papeles que le demandaran y no lo mostraran como un chico guapo más en Hollywood.

Con lo acertado de la película hay ciertos detalles que de haber sido explorados y explotados de fondo, podrían haberle dado otra coyuntura u otro énfasis y convertirla en una obra mayor; pero el gran logro de la película es que, a la vez que registra una muy digna última actuación por parte de Robert Redford, esta se convierte en un homenaje en la escena en la que el personaje del policía (interpretado por Casey Affleck) llega a la identidad de Tucker y su historial de fugas.

Lowery se sirve de la obra a lo largo de la trayectoria de Redford para dar vida a las hazañas del “caballero”, con películas como Butch Cassidy and The Sundance Kid (muchos dicen que de acá salió el nombre de la fundación, y a la postre del festival), El Golpe y Todos los hombres del presidente; con lo que hace además de atractivo al acto como tal, el homenaje sirve en función de la película misma y del personaje, no sólo está por estar.

Si bien Lowery no puede ostentarse el papel o la notoriedad, o siquiera pertenecer al grupo de directores como Nicolas Winding Refn por su estética, o Edgar Wright por su dinamismo, o jóvenes directores asiáticos por su narrativa, David Lowery es, como ya lo mencioné, esa otra cara del cine independiente norteamericano que apremia a trabajar de manera correcta con proyectos ajenos, y tener una distintivo autoral sin ninguna pretensión o excesiva referencia externa, siempre poniendo por delante la historia y su buen desarrollo, algo que lo apega, desde mi perspectiva, a realizadores franceses contemporáneos como Françoise Ozon y Melanie Laurent. David Lowery es un director de cine que hace bien las cosas sin necesidad de ser disruptivo.

martes, 10 de noviembre de 2020

Editorial: Cuando un cine se va


texto y fotografía ANDREI MALDONADO

La Pandemia por Covid-19 ha afectado a todo el mundo, no solo en el tema de la salud pública, también en el ámbito económico, social y político. En el caso específico de las artes, todas las expresiones se han visto trastocadas. Por supuesto la industria del cine no es la excepción.

Las afectaciones en el séptimo arte van desde el evidente cierre de salas, la cancelación de estrenos y la suspensión de filmaciones, que se traducen en miles de empleos perdidos y millonarios daños económicos. Una de las más sensibles pérdidas que se tienen con la actual situación por el coronavirus es el cierre definitivo de salas de exhibición, pues eso atañe no solo a quien trabaja en la industria del cine, sino a toda persona que se diga cinéfila.

A partir del inicio de la pandemia, y el posterior aislamiento, dos cines han cerrado sus puertas definitivamente en la ciudad de Durango. El primero de ellos fue la sucursal Plaza Alacrán de la cadena Cinépolis. Este conjunto de seis salas se ubicaba al oriente de la ciudad y tenía apenas seis meses de haber sido abierto cuando comenzó la cuarentena. Cinco meses después se hizo oficial su cierre, cuando se estaba a una semana de reabrir los cines del país.

Y el pasado mes de septiembre una nueva cadena cerró el telón en la Tierra del Cine. Se trata de Citicinemas, empresa sinaloense que llevaba en Durango desde 2004 y que en su momento llegó a ser sede de dos ediciones del Festival de Cine Mexicano. Cabe destacar que su salida del mercado se dio pese a haber cumplido todos los protocolos sanitarios para su regreso. Sin embargo este nunca ocurrió, aunque se pretendía hacerlo antes incluso que sus competidores.

Las condiciones para los exhibidores de cine en la capital no son nada sencillas. La nueva normalidad no ha sido del todo atractiva para los duranguenses, pues las salas, aun con capacidad reducida, no han tenido más que un 10 por ciento de aforo, es decir, que solo se han tenido entre 5 y 6 personas por función, lo que ha derivado en disminución de personal y amenaza de más cierres, estando en alerta Cinépolis Chedraui y Guadiana, así como Cinemex Portal.

No sabemos qué quedará de los cines después de la pandemia. Los estrenos siguen aplazándose, algunos hasta 2022, y aunque la lógica de muchas personas sería darle oportunidad al cine nacional o reestrenar clásicos, la verdad es que sin la confianza para volver a los cines la situación no cambiará. Nos urge, por demasiados y obvios motivos, que esta pandemia termine. Al cine le urge, la forma de vivirlo en pantalla grande está de por medio.

Paloma Itinerante: un festival guerrillero en tiempos de pandemia

texto y fotografía ERIC EDUARTE VILLA

En medio de un año catastrófico donde todo se detuvo, incluso rodajes de películas y festivales de cine, se encendió una pequeña luz en la oscuridad. La llamada Tierra del Cine se había convertido en la Tierra del Silencio, y eso que en dicho estado existe la Zona del Silencio donde todo aparato electrónico se detiene curiosamente.

Y así como en la zona del silencio emergen eventos fantásticos con un techo nocturno estrellado, iluminado por los astros, así surgió un evento de fantasía y magia que se extrañaba ver. Después de casi 10 meses se realizó un festival de cine en Durango, el Festival de Cine Duranguense Paloma Itinerante, marcado como el primero en realizarse en 2020 en Durango, no sólo con un fin cinematográfico, sino también en un ámbito cultural en general dentro del estado de Durango, el anterior que se había realizado fue el Festival de Cine Mexicano, realizado a finales de noviembre de 2019.

Siendo así el 19 de septiembre de este año, una fecha especial por dos acontecimientos que conmovieron y unieron a los mexicanos, los terremotos de 1985 y de 2017. El 19/S tuvo un gesto esperanzador de volver apreciar cine en un festival en tierras duranguenses.

Un festival que dentro de las adversidades ha dado un paso importante en el reconocimiento de los cineastas duranguenses, ya que por primera vez se festeja en un formato de competición, otorgando un premio económico al primer único lugar declarado triunfante por un jurado, el cual estuvo formado por la cineasta Dennis Barreto, el crítico y escritor de cine Iván Delhumeau, y por el curador del séptimo arte y también director del Cineclub Universitario de la UJED, Luis Abel Chávez Bermúdez. 

Desde varios meses atrás se inició la convocatoria para la selección de cortometrajes, donde hubo una buena participación de directores locales, al final se tuvo la selección de 10 cortos que fueron proyectados en la Cineteca de Durango. Dicha selección estuvo integrada por realizadores jóvenes que poco a poco van abriéndose camino en el quehacer cinematográfico, algunos de ellos estudiantes y egresados del Centro de Cinematografía y Actuación Dolores del Río (CCA).

Ante la situación de la pandemia de Covid-19 la sala solo se autorizó para un pequeño porcentaje de localidades a ocupar. Un 25% de poco más de 200 asientos aguardaban ver el regreso de un festival. Existía una duda: ¿habría audiencia? La respuesta fue clara, los cinéfilos y directores estaban ansiosos por volver a un cine tras medio año de encierro. Se ocupó la capacidad máxima permitida y las dos funciones fueron éxito, pocas personas pero se sentía si la sala estuviera hasta el tope de su capacidad real, la Cineteca de Durango obtenía su mayor entrada desde su reapertura tras la cuarentena.

La diversidad de géneros cinematográficos y de temas hicieron de una cartelera atractiva, ya que incluso algunos cortometrajes llevaban como argumento o trama la pandemia y la cuarentena; esto nos habla de que a pesar del confinamiento la creatividad y las ganas de filmar algo no se detuvieron y personas, artistas, músicos y cineastas lograron seguir manteniendo las cámaras encendidas durante el aislamiento y entregando importantes registros en formato cinematográfico la vida en la pandemia, llegando así al festival pequeñas películas de diferentes regiones del país y de Latinoamérica, algunos de ellos con colaboración de otros continentes, así de esa manera volvió un Festival a Durango.

Teniendo así a Chile como país invitado con dos cortometrajes producidos en tierras chilenas, uno de ellos por un duranguense, titulado Latitud 33°S, Longitud 70°O, de Andrei Maldonado, que retrata la ciudad de Santiago al estilo personal e íntimo de filmar como Godard se refería al cine. Y el otro filme, siendo un videopoemario del reconocido músico chileno Mauricio Riveros, que lleva por nombre Notas de radar bajo el humo, que con artistas y escritores invitados de Europa, América y Oceanía, plasma en su memoria poética, las vivencias de Chile a través de su historia social, política y humana, haciendo un viaje desde el momento actual que se vive con la pandemia hasta los acontecimiento militares de 1973.

Al final de la segunda función, el jurado deliberó su palabra para elegir el cortometraje ganador, siendo Azul Grisáceo, de la joven directora Corazón Mares, en conquistar la edición número 8 del festival. El corto ganador no se fue solo, lo acompañaron dos cortos con menciones de honor, siendo los cortometrajes con dicha Jaguar, de Eduardo Luis Alvarado, y Una canción para el fin del mundo, de José Luis Cano.

El resto de los títulos participantes fueron:

Milena de Jonathan Juárez

La Bodega de Iván Santillán

Technolife de Javier Campos Weyman 

La Resiliencia de Julio Quezada Orozco

Despierta de Vivyan Castro

Wild Thoughts de Didier Loza

Confesión en dos tonos de Juan José Antuna Ortiz