texto MAIRELY YARESI MURO MONTES
Tus besos se llegaron a recrear aquí en mi boca, llenando de ilusión y de pasión mi vida loca, las horas más felices de mi amor fueron contigo, por eso es que mi alma siempre extraña el dulce alivio…Bella melodía que canta un joven ferrocarrilero (Tin Tan) a su vecina Carmelita (Silvia Pinal), subiendo y bajando las escaleras y con un manejo corporal casi único, el cómico mexicano más completo que nos regaló el cine de oro nacional, German Valdés “Tin Tan”, protagonizo El rey del barrio, dirigida por Gilberto Martinez Solares y estrenada en 1950, nos muestra una divertida parodia de los melodramas de la época.
La película El rey del barrio pertenece al llamado “cine de arrabal”, un estilo de contar historias en distintos tonos, que van desde el melodrama hasta la comedia. Este tipo de historias se desarrollaban en el México urbano, son varios los temas de este estilo de hacer cine que están presentes en el Rey del Barrio. Para empezar la presentación de la confrontación entre una naciente clase media y alta y una muy extendida clase proletaria. La vida en vecindades en la zona céntrica de la capital del país resulta el escenario perfecto para concentrar distintos personajes.
En la cinta Tin Tan protagoniza un joven ferrocarrilero, el chofer del trenecito de Chapultepec viudo vive con su pequeño hijo. Sin embargo, lleva una doble vida. Finge ser un trabajador honrado y un buen vecino, pero en realidad comanda una banda de delincuentes, que se dedican principalmente al robo, estafando a damas ricas y pudientes, haciéndose pasar por profesores de canto, pintores, entre otros. La historia pues, cruza los elementos antes mencionados, la diferencia de clases y la opulencia en oposición a una marcada y extendida pobreza. Esta cinta ofrece la muy agradable posibilidad de apreciar lo mejor de su carismática personalidad, pero también de su versatilidad como actor. Una cinta divertida en extremo, que además nos regala una de las escenas cumbre de la comedia en el cine mexicano: la clase de canto que le imparte a Vitola con el objeto de robarle un valioso collar, que después, arrepentido, regresa.
México en aquellos años era simplemente así, desigualdades profundas con muy pocas formas de movilidad social. Embarcados en la idea del progreso y la industrialización, ese México empezaba a comprar la idea de que el desarrollo solo podría venir de la mano de la industrialización y la modernidad. La cinta nos muestra algunas de las aspiraciones que privaban entre los mexicanos de entonces y que eran esperanzadoras para muchos de ellos en aquella época, la escuela como instrumento del cambio para lograr la superación personal y colectiva.
Muchas de las cosas que Tin Tán hace en la cinta, conducen a dejar en claro y fuerte compromiso, lograr que su hijo no abandone los estudios. El asunto de la escuela es incluso para un delincuente un bien altamente valorado para lograr que su descendencia tenga acceso a un mejor futuro. Una posibilidad difícil todavía para muchos niños, (y ni hablar de las niñas) en donde la figura del profesor sigue siendo la de líder moral y ejemplo a seguir.
La maestra (o maestro) de Pepito se hace presente en la cinta, en realidad sin aparecer en ninguna escena, pero dejando constancia del poder e influencia que tenía la figura del profesor en una población con ansia de un mejor futuro. En una escena de la película, el niño empieza a sospechar las actividades delictivas de su padre y sus amigos. Le dice que no quiere que se junte más con ellos porque son rateros “y en la escuela me han enseñado que el que roba es un ser despreciable y enemigo público de la sociedad”. La sentencia aparece como dardo moral en la consciencia de Tin Tán varias veces a lo largo de la película.
Estamos lejos de ese México, pero seguimos compartiendo la aspiración de que la educación sirva como palanca para el progreso y el desarrollo, a nivel tanto individual como familiar y colectivo. Es una fortuna contar con memoria fílmica que permita este tipo de reflexiones y recordarnos que a veces las cosas que queremos son más simples y básicas que las hemos querido desde siempre.
El argumento de la cinta, como explica Gilberto Martínez Solares, el director, es simple: “es la historia de un hombre bueno que desea ser malo” y en esta trama Tin Tan interpreta a un cúmulo de personajes heterogéneos, un ferrocarrilero que se convierte en un gánster “de Chicago Illinois” y explota a un grupo de delincuentes lerdos; un cantante español, El Niño de Pecho; un pintor francés; un maestro de ópera italiano, y desemboca en el operador del trenecito de Chapultepec, con el típico final feliz.
El rey del barrio además de ser una propuesta humorística radica en la fuerte crítica a las instituciones (estado y familia), al conservadurismo de la sociedad y a la doble moral de la misma. Así, por una parte, desvirtuando al concepto de familia como factor unificador de la nación mexicana, tema repetido hasta el cansancio en el discurso moralizante de directores como Ismael Rodríguez y, por otro lado, da cuenta de la vulnerabilidad de un régimen político que fomentó el tráfico de influencias.
Se hace referencia a las “faltas” en las que puede incurrir cualquier familia y ridiculiza a sus primas que “dieron un mal paso”. Asimismo, la figura materna, imagen venerada en numerosas películas mexicanas, en El rey del barrio está ausente (Tin Tan cumple las funciones de padre y madre). De igual manera, el concepto de familia no asume el rol tradicional, la cinta nos sugiere que el soporte “familiar” descansa en el barrio y, por lo tanto, la figura central es el rey de dicho espacio, quien procura el bienestar de sus vecinos, la clase obrera no está santificada o demonizada, se presenta tal cual, con su lado humano, con virtudes y defectos, pero tan pobre que está obligada a robar para aspirar a una mejor vida.
La trama también hace varias alusiones a la corrupción y desigualdad social, Por ejemplo, cuando El niño de pecho (uno de sus disfraces) llega a una mansión, refiere cómo el sindicato ha corrompido al criado (cómplice suyo en realidad), que era una abierta crítica a los vicios del naciente sindicalismo, en otra escena Tin Tan y sus secuaces intentan, sin éxito, dejar inconsciente a Marcelo, un policía infiltrado. Aturdido por los golpes, Marcelo le pide permiso a Tin Tan para descansar y éste lo reprende delante de su pandilla: “¿Qué les parece? Por eso está México como está con vagos como tú”.
Por su parte, en la película, mientras los ricos no tienen ninguna preocupación más que divertirse en sus fiestas fatuas, los pobres necesitan robar para ganarse el pan o comprar medicinas para un pariente enfermo. Todavía más, la película demuestra cómo los pobres tienen que delinquir para malvivir. Existen dos episodios nodales en la película el primero está referido al personaje del policía Marcelo, representante del orden y del gobierno, Tin Tan y Marcelo se emborrachan en la fiesta del pepito y el policía confiesa a Tin Tan que lo ha querido capturar, pero ahora, “al verlo tan buen padre y tan buen ciudadano”, le da su autorización para que robe.
El anterior diálogo tiene un fuerte significado, ya que el representante de la ley reconocía la corrupción en México y cómo ésta se metía en los valores políticos de los ciudadanos y, por lo tanto, sugería a Tin Tan caer en ella. Consciente del peligro que corre Marcelo por sus críticas a un régimen autoritario y corrupto, Tin Tan mitiga las declaraciones del policía al afirmar que la corrupción es común en todas partes del mundo, pero Marcelo no cede y enfatiza, “No, no, aquí más”.
Y a continuación viene el elemento más innovador de la cinta; Marcelo mira directamente a la cámara y señala con el dedo al público y exclama: “Mire nada más, ¡Cuánto ratero millonario anda por ahí suelto!” Tin Tan, azorado por la acusación, pide su compasión al borracho policía que ha hablado de más. Aquí resulta justo valorar la “interacción” de los personajes con los espectadores, a través del “rompimiento” con la barrera de la pantalla.
Tanto a su persona como a su personaje, por distintos sectores sociales no se limitaba a la mera deformación del idioma sino también a su actitud fresca, anti solemne, crítica e irreverente hacia los valores morales y cívicos tradicionales y a las instituciones del Estado. La sociedad tradicionalista de los 50s veía en el guardarropa desenfrenado de Tin Tan una proclamación incendiaria, sacos hasta la rodilla, solapas amplias, cadena casi al piso, tirantes de fantasía, sombreros con plumas, camisas floreadas que se extienden hasta casi cubrir las manos, así mismo elabora a la perfección el collage lingüístico “espanglish”.
La vida y obra de Tin Tan coincide con el desarrollo y el ocaso de la época de oro del cine mexicano, dejó un vacío que no se ha podido llenar. Fue uno de los iniciadores del movimiento pachuco que fue muy importante para la comunidad México-americana (chicanos) en Estados Unidos. Gracias a la libertad que Martinez Solares le dio a Tin Tan, este revoluciona la manera de hacer reír en el cine, con técnicas que nunca antes se habían empleado, canta, baila, se mueve, y crea un universo erótico musical alrededor suyo, cómico de situación, donde nos mostraba cómo la situación era más importante que el mismo chiste verbal, dando su debida importancia a la historia, se burlaba de sí mismo y de los actores y de las películas de la época, surgieron movimientos musicales, basados en sus canciones y su ritmo teniendo así influencia musical hasta nuestros tiempos. “Ya llego su pachucote” …
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