martes, 21 de enero de 2025

"Corina": siempre se puede hacer un mejor cine mexicano

texto ANDREI MALDONADO

“Corina” es la más reciente propuesta del cine mexicano. Con un aire fresco (que por momentos nos recuerda al cine francés, con cierto humor similar al cine argentino) la película de Urzula Barba Hopfner es una historia que bien vale todo el cine mexicano de 2025 (y eso que apenas va empezando el año).

La trama nos lleva al año 2000 en una creciente ciudad de Guadalajara con más de 5 millones de habitantes. De ella, Corina Rojas apenas utiliza cuatro calles que rodean la cuadra donde vive con su madre René y el periódico donde trabaja como correctora de estilo ¿la razón? Un evento traumático de su infancia le ha devenido en agorafobia, que incluso en su madre es todavía más severa.

Con esfuerzo Corina logra salir a diario a realizar su trabajo, aislada de los demás, contando sus pasos, aferrada a la seguridad que ofrece la rutina y la cotidianidad. Pero pronto un error la llevará a salir de su zona de confort, de enfrentar su miedo para conocer a la escritora que siempre ha admirado, y de paso, descubrir nuevas personas, como Carlos, el primo de su mejor amiga.

Con una esplendorosa Naian González Norvid como protagonista, la historia elude los lugares comunes a los que nos han sometido las comedias románticas donde todo es moral y aleccionador, donde el protagonista debe cambiar como es, enamorarse y terminar todo en un “y vivieron felices para siempre”, para que el público salga, si no conforme, al menos “en paz”.

Pero el personaje de la escritora Sabina Silverman lo dice bien: “hay que saber lidiar con los finales que no son felices” y eso es algo que “Corina” hace muy bien. Es cierto que la agorafobia es un tema nodal de la trama, pero la película no es condescendiente en esto, ni mucho menos lo subestima. Corina es afortunada en encontrar amigos que la entienden, pero no presionan.

Todo en la película está bien cuidado: la fotografía, la paleta de colores, el vestuario, los peinados, el armado sonoro y musical, la ambientación, las locaciones… todo bien amalgamado para que el público ría, pero también reflexione no solo sobre las fobias, también sobre el valor, sobre el poder de los libros, sobre la felicidad y si está “de moda” ser pesimista. Cosas ligeras y a la vez profundas.

Algo que se pondera y es elocuente en la película: la libertad creativa del escritor. Estoy seguro que en esto tanto Urzula como Samuel Sosa (co-escritor del guion) han puesto especial énfasis, pues en “Corina”, más allá de un cierto regusto a “Amelie”, está toda la autenticidad que le falta tantas veces a un cine mexicano que se pierde entre comedias complacientes y dramas sobre el narco.

Bien por este cine mexicano que, como planteaba la madre de Corina, parece solo estar aguardando el momento de demostrar su valentía. Esta es, sin duda, la película que cualquier director quisiera dirigir, la película que todo espectador debería de ver y Corina, el personaje que todos quisiéramos conocer. 

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