texto ANDREI MALDONADO
Solo cada cierto tiempo -al menos para los que somos muy exigentes- aparece una historia de la cual merece la pena escribir. Al menos yo eludo la labor de ser crítico, pues ellos deben de ver todo y hablar de todo, les guste o no. Yo prefiero no escribir nada de aquello que me disgusta, y si solo me ha gustado por un rato, tampoco merece escritor alguno.
“Eme (o dos historias sobre [cómo] soltar” es una de esas obras de las cual difícilmente uno se puede resistir hablar ¿Cómo poco menos de 6 minutos pueden contener tanto? ¿Qué más hay que agregar cuando un par de tomas y solo dos personajes a cuadro (conectados o no, como reza la sinopsis) nos lo han dicho todo, aún cuando se ha callado lo más importante?
Juan José Antuna nos ha legado uno de los mejores cortos de la historia del cine duranguense contemporáneo. Con una economía de recursos y con todo el potencial del lenguaje cinematográfico, nos entrega un cortometraje de una belleza casi ominosa. Una luz que irradia una aproximación a Woody Allen o Eric Rohmer, pero que posee un brillo propio.
Una confesión en un diván, un rostro que nos evita y unas líneas que lo dicen todo a la vez nada. Él y Ella, sin ninguna pretensión más que pronombres que lo contienen todo, como el nombre de A . que se pronuncia al viento. A veces todo se resume en eso: presencias imposibles y despedidas que se prolongan... pero finalmente debemos de soltar a los ausentes.
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