viernes, 9 de abril de 2021

José Permar: Sudcaliforniano en la máxima fiesta del cine de Baja California Sur

texto JUAN JOSÉ ANTUNA ORTIZ

José Permar, realizador que en su corta carrera en el mundo del cine ya cuenta con un Ariel y una mención especial de la Berlinale por su cortometraje Aurelia y Pedro, el cual codirigió con Omar Robles, tiene dos cosas muy claras: la primera, que Off the road, su ópera prima como largometraje documental, jamás se habría hecho de la forma en que se hizo de haberse quedado en Baja California Sur y no haberse ido a Guadalajara a estudiar al Departamento de Imagen y Sonido (DIS) en la Universidad de Guadalajara, donde ya tiene viviendo 13 años. 

Y la segunda, que su película no estuvo de gratis en el Festival Internacional de Cine de Los Cabos solo por ser de Baja California Sur. Conoce de la gran curaduría que hace el festival al ver tantas películas de todos los rincones del mundo, provenientes de los más grandes festivales de cine, y a su vez, conoce la gran calidad que tiene su documental y que puede gustar a cualquier espectador del mundo, no por nada ha estado en festivales de cine tan importantes alrededor del mundo como el Visions du Réel y el DOC NYC.

Tuvimos una pequeña, pero muy nutrida entrevista con el realizador en la que pudimos hacerle unas preguntas con respecto al trabajo que siempre demanda sacar adelante una ópera prima, y esto fue lo que nos comentó:

En palabras de José Permar, ¿Qué es Off the road?

Off the road es una película que retrata el encuentro de las regiones más solitarias de Baja California Sur, de la parte del desierto mexicano, con un evento mundial que viene de Estados Unidos, que es la “Baja 1000”. Y en ese retrato intentamos meter todo el caos y todas las contradicciones que nacen del mismo. Para mí la película no habla de la carrera en sí, sino más bien buscaba hablar de la identidad de un lugar que ha sido menospreciado muchas veces, y saber cuál es la razón de que un lugar sea así, qué pasa cuando el evento más importante por el que puede ser tomado en cuenta el lugar en donde vives, también puede ser destructivo. 

Jugar también con la relación entre México y Estados Unidos, y esta región de México con el resto del país, de quien también estamos como distantes. De eso va la película, y después de ahí entró todo lo demás que la complementa, que son cosas de la identidad de Baja California Sur, que también hay muchos prejuicios alrededor de esas cosas, como de la carrera, de los corridos. Y para mí juntar todos estos elementos era también ser un poco terrorista y decir, bueno, vamos a juntar todo esto que a la gente no le gusta y que dicen que no son parte de nuestra cultura, pero que sí lo es. Para mí eso era hacer Off the road.

La historia del documental en Baja California Sur es bastante rica y amplia. Se ha plasmado a partir de todos los puntos de vista y a partir de todas las cosas que identifican a esta tierra, llámese el mar, las rancherías, etc. ¿Por qué decidir retratar la identidad del sudcaliforniano a través de la “Baja 1000”?

Pues yo creo que, así como ya se ha retratado mucho de Baja California Sur desde esos lugares que mencionas, a la vez hay poco en lo general. Entonces la “Baja 1000” es un aspecto en el que no se había profundizado tanto, y es un aspecto que a mí se me hace contradictorio y por eso me gustó para la película, es algo que para mí como director no estaba seguro de cómo lo iba a hacer, cómo llevar esto a la pantalla, eso también era un reto para mí porque yo no soy fan de la carrera, ni yo digo que hay que apoyar a la carrera, pero tampoco quería hacer esta película ambientalista, y no es que no apoye las causas ambientalistas, pero si se iba por ahí iba a ser muy panfletaria diciendo: “no, esto está mal”. 

Quería jugar con la contradicción y también ser más crítico, porque pensaba en muchas películas que se han hecho en Baja California Sur y no sé si esté bien o mal, pero la mayoría se han hecho por gente de fuera, y cuando pasa eso, se romantizan muchas cosas de la cultura. Se romantiza el ranchero y las playas, lo cual está bien, a mí me gusta todo eso, pero ya hay muchos trabajos sobre eso. Pensé, por qué no agarrar algo que también nos incomode un poquito. Porque siempre lo vemos desde el lado de que todo tiene que ser bueno, y ahora mucho del cine que se hace en México se basa mucho en el argumento, como que si el argumento es bueno, o la causa del argumento es buena, en consecuencia queremos dar por entendido que la película es buena, y no siempre es cierto, y también vale la pena plasmar cosas que nos incomoden un poco, yo sé que hay mucha gente que no le gusta la carrera, y a mí tampoco me encanta, pero vamos a explorar esta parte también. 

Y la contradicción fue lo que más me gustó, que representa esa cosa incómoda para muchos. Saber que si iba a ser una película hecha por alguien de Baja California Sur tenía el derecho de ser más crítico con nosotros mismos, no tengo porque romantizarnos y decir “todo lo que hacemos está bien, y somos bien bonitos y bien exóticos”. Entonces quería decir que, a ver, también la relación que tenemos con Estados Unidos de idolatrarlos para todo está rara, también el turismo que viene para acá puede ser bien depredador, y no es tan bonito como les gusta mostrarlo a todo el mundo. También la relación que tenemos con el México continental, está rara. Como que la “Baja 1000” me sirvió de metáfora para jugar con esos elementos, por eso nos decidimos por la carrera. Que fue algo a lo que en su momento le tuve miedo, porque no la conocía, lo cual también me parece que hace algo difícil a la película, o algo inaccesible para algunos públicos por los prejuicios que podemos tener, porque piensan que es una película sobre la carrera. Y eso fue un riesgo.

Una parte que destaca de tu documental, y una de mis favoritas debo admitir, es cómo a través de la figura de “Los inalcanzables de la Baja” vas a la vez, mostrando tu ser esencia de creador de historias, a pesar de lo que los puristas del cine piensen de que en el documental no debe apreciarse la mano del realizador dando indicaciones, y también les das esta figura de los narradores de las historias que van pasando. ¿Cómo surge esta idea?

Contestándote primero lo de la cuestión del documental y si debe ser puro o no, creo que esa es la peor mentira que existe. Desde mi acercamiento al cine como realizador, y habrá muchos otros que opinen lo contrario, para mí no hay diferencia entre documental y ficción. Yo estudié en el Departamento de Imagen y Sonido que es una escuela de cine más enfocada al documental, y la mayoría de los trabajos interesantes que han salido de allí, han sido más de documental. En esa formación me di cuenta que en verdad no hay una diferencia, esta objetividad que en el periodismo puede tener algo de valor, en el cine se desvanece.

Para mí el documental es una forma de producción, es decidir, qué medios utilizar y qué retratar de la realidad, pero en el momento de montar y decidir qué es lo que estás grabando, para mí eso ya es una ficción, y ahí para mí ya se valen todos los elementos. Yo lo que quería era comunicar el mensaje que yo quería, de la forma que yo quería. También quería que la película fuera atractiva para las personas de la región, para las personas que aparecen en la película, que tuviera cosas cercanas para ellos, esa también era otra consideración que tenía como alguien de Baja California Sur, no me interesaba hacer el retrato lejano que nada más mis amigos y yo, que estamos acostumbrados a cierto tipo de cine, nos vaya a gustar, para mí la forma va muy metida con el fondo, de hecho todas las decisiones de música y de puesta de cámara también están pensadas en encontrarse con la cultura de la región, y ahí fue cuando entró lo de los corridos. 

De hecho, yo ya tenía la idea de hacer algo con corridos porque, primero, me gusta mucho todo el arte popular y todo el arte que yo considero está vivo, que no está en el museo. Para mí el arte tiene que estarse comunicando siempre con el público, y ahorita el arte que mejor lo hace es el que está en la calle, y los corridos tienen eso. Yo quería integrar algo con corridos, y en la película lo hice como la idea que tenía, que es que siempre los corridos son para los héroes de la región, a veces eran como los noticieros que se pasaban entre región y región anunciando qué lucha pasó en la Revolución, o quién emigró a qué lugar y donde estaba buena la pizca para emigrar. Entonces cuando me di cuenta que había chicos haciéndoles corridos a los pilotos de la Baja 1000, me dije, “ahí está”. 

Teníamos todos los elementos por los que la mayoría de la gente tiene prejuicios comunicándose entre sí. Y eso en muchos sentidos es Baja California Sur para mí. Por eso decidí meter los corridos. Y la cuestión de querer hacerlos como los narradores, fue saliendo de querer hacer a la película más épica. Me di cuenta haciendo la película, de cómo era la narrativa y el humor del sudcaliforniano. Porque, por ejemplo, estoy bien acostumbrado que en el documental mexicano se retrate a la gente que siente pena por su propia miseria, que exponen sus problemas y los vez sienten pena por sí mismos. Y ese tipo de documental en Baja California Sur no lo puedes hacer. Yo iba y le preguntaba cosas a la gente, como esa señora que vivía en lo más recóndito de la nada y que todo le quedaba a cuatro horas en carro y que las carreras les destruían los caminos, me estaba diciendo riéndose a carcajadas cómo sembró un arbolito en el único lugar que le llega señal de internet. 

Dime cómo haces una película seria y dramática con este tipo de personajes. Entonces tomamos ese humor y decidimos llevarlo al extremo. Cuando empezamos a mostrar el proyecto en talleres fuera de México, mucha gente que no era mexicana empezó a decirnos que eso era un western, nos decían que les recordaba a las películas de Sergio Leone y yo no lo había asimilado como tal, pero era cierto que todos los elementos ahí estaban. Pensé por qué no hacer como una especie de parodia del western, con la cosa épica que tienen, y qué mejor que los corridos para darle ese saborcito. 

De hecho, el guion cuando lo escribí estaba como en episodios, muy basado en el western. Sobre los héroes y el villano, que es la Baja 1000. Y con lo de los corridos dejamos volar la imaginación, haciendo que le hablaran a la cámara, cambiamos la puesta de cámara al resto del documental, en esas secuencias con los músicos ya teníamos un nivel de producción más grande, con gente de vestuario y demás. Aparte creo que con ese dinamismo la hacía más entretenida para el público de la región, que está más acostumbrada a los corridos, a esa clase de narrativa, fue muy divertida de hacerla para mí y quería que fue divertida para el público y que la película no se tomara tampoco tan en serio, porque la forma en que aparecen los corridos ayudan a que te relajes un poco y que te dejes llevar por la película y que no te dejes atormentar sobre el por qué vivimos como vivimos. Fíjate que yo no me había puesto a pensar en eso que dices de cómo le da esta cuestión épica, pero sí, ahí está y justo remite a eso, a esas películas donde todo se anunciaba con trompetas.

Si. De hecho nos ayudó mucho para dar con el tono. Los corridos los hice yo con “Los Inalcanzables de la Baja”, sobre todo con Damián, que es el vocalista. Pero toda la música que no son los corridos y que es la música incidental es de Alberto Romero, que es un compañero de acá de Guadalajara, y también ayudó mucho a dar el tono. Y me gusta mucho como a la gente se le olvida que existe esta música, platicaba con él sobre esto y lo tomaba como un cumplido. Porque es una música que ahí está, pero no te das cuenta.

¿Qué retos les implicó para ti y todo tu equipo grabar en el desierto?

La película pasó por varios procesos de producción. Si de por sí es difícil grabar películas en México, grabar en Baja California Sur es todavía más difícil, porque nos faltaban muchos medios. Yo siempre he trabajado con gente de Guadalajara porque allá estudié y ya llevo 13 años viviendo allá, y tengo mi colectivo audiovisual que es “Tardígrada”, entonces a todos los miembros de mi equipo tenía que llevarlos de Guadalajara a La Paz. Eso de entrada ya era un gasto grande que otros documentales no tienen si graban en el mismo lugar en donde están viviendo. Tenía que volar gente cada vez que íbamos. Tuve que ser bien estricto con el guion. No sé si es bueno o malo, y creo que la película hubiera sido diferente de haber tenido otras libertades, pero es lo que es. 

Creo que también la película terminó siendo muy ficción porque tenía que ser yo muy estricto con lo que teníamos que grabar, ya que no podía llevarme gente y encontrarles hospedaje y alimentación durante toda una semana para ir y estar durante todo el día y ver qué grabábamos. Teníamos un plan bien estricto, eso también influyó en cómo se hacía la película, y eso fue complejo, pero también creo que fue un buen entrenamiento como director. Tuvimos tres etapas, la primera como toda la parte íntima de los personajes, que fuimos los que hicimos más conexión con ellos, que éramos Ernesto Trujillo, que es el fotógrafo, Daniela Silva, productora, José Luis Villanueva, que también es productor, y yo, la base éramos nosotros cuatro y a veces alguien se nos iba sumando. 

Y esto a veces se hacía más chico porque en ocasiones era grabar en un cuartito donde uno de los personajes está cambiando a su bebé y tenía que estar solo yo con la cámara y colocábamos el micrófono en algún lugar. Hicimos un trabajo increíble con Ernesto porque planeamos mucho cómo queríamos la foto de la película; era bien fácil que no cambiara el estilo cuando entraba otro fotógrafo, fuera quien fuera siempre había la misma forma de mover la cámara y encuadrar de acuerdo a cada personaje y los lentes que utilizábamos, ya teníamos nuestro instructivo que lo generó Ernesto para la parte visual de la película. Y luego entramos a esta etapa de la “Baja 1000”, que ahí fue donde hubo algo más de complicaciones porque teníamos que estar en toda la península al mismo tiempo.

Tuvimos gente en Tijuana, en Ensenada, en Ciudad Constitución, en Puerto San Carlos, en El Centenario, en La Paz, creo que en total fuimos como unas 15 personas, y tuvimos que hacer de todo un poco, y no dormimos durante la carrera. Y la última parte de la producción fue la de grabar los corridos, para esto digamos que todo lo “real” ya estaba grabado, para poder saber y poder jugar con esta cosa de cómo ellos sabían cosas del documental. Entonces esta parte ya era como grabar una ficción cualquiera, habíamos de 20 a 50 personas, gente de maquillaje, diseño de vestuario. Fue adecuarnos a nivel producción de acuerdo lo que el documental requería. Una plática personal entre dos personas no la íbamos a poder obtener con diez personas grabando en un cuarto, así como toda esta fantasía de los corridos no la íbamos a poder sacar solo con tres personas y una cámara.

En el documental se percibe que tuvieron un incidente en la carrera. ¿A quién le pasó?

Ese le pasó a Ernesto Trujillo. Él y César Hernández, uno de los chicos de sonido directo, estaban internados con Rigo en el desierto. Ellos decidieron irse con Rigo, en eso Ernesto y César hicieron un gran trabajo porque hasta se quedaron a dormir en el lugar. Y el incidente es lo que suele pasar en ese tipo de carreras, lo que hizo Ernesto ahí fue no hacerse menos ni tenerle miedo al trabajo, lo que él decía era que, si los personajes del documental podían hacer eso, por qué él no iba a poder. Y también le dio mucha confianza que Rigo ya tiene muchos años de experiencia en las carreras desde la vertiente de lo audiovisual, de hecho, nos resultó al final gracioso que la película en gran parte se tratara de otro realizador y todo el trabajo y las complicaciones que él tiene para grabar lo que le apasiona, y además de su mayor sueño, que es correr algún día la carrera. 

De hecho, todo el tiempo él veía nuestras cámaras y nos decía por qué hacíamos lo que hacíamos con la cámara. En realidad, no les pasó nada, se cayeron por el susto, el carro les pasó muy cerca, y Ernesto no estaba tan acostumbrado de tener un carro así de cerca, entonces se asustó y se resbaló y quedó todo cubierto de tierra porque es de esta arena que es muy finita. Y al final decidimos ponerlo en la película porque ayuda a mostrar el impacto de la carrera, de hecho, Ernesto no quería que lo pusiera porque los exponía a ellos como crew, pero me interesó ponerlo porque la película tiene esta estética muy cuidada, y ahí daba justo el punto ideal para romper ese estilo, porque era como mostrar que el impacto de la carrera es tan grande que, hasta esta cámara tan pesada y profesional, se intimidó, y creo que además es uno de los clímax de la película.

Ahora que mencionabas lo del trabajo en el guion, el cual de alguna manera ya lo tenías trabajado de una forma más o menos rigurosa, ¿Cuánto es que les llevó la producción del documental en total?

En general la película duró alrededor de 4 años. La primera investigación la hicimos Daniela Silva y yo, que fue la primera productora en sumarse al proyecto en julio del 2016, y terminamos a finales del 2019. El guion siempre lo estuvimos trabajando a lo largo del proyecto, pero la estructura siempre se mantuvo, así como de western, una estructura que no se recomienda mucho para documental, pero fue lo que yo sentí que funcionaba para el proyecto. También este tipo de estructura daba un poco de libertad para tener varias opciones de acuerdo a lo que yo necesitaba y le iba comentando al resto del equipo. De hecho con esta libertad incluso se grabó muy poco y casi todo se utilizó.

¿Fue planeado o fue meramente incidental el hecho de que uno de los personajes principales del documental fuera también realizador?

Eso fue incidental. Antes de dar con él di con Francisco Aguiar, porque él mismo lo comenta en el documental que siempre anda en los talleres mecánicos. Entonces cuando yo le platiqué que quería hacer una película, él empezó a llevarme con gente famosa del off road, yo no los conocía, de modo que para mí un poco todos eran lo mismo, pero todos eran este prototipo de corredores con todo resuelto, ganadores, exitosos por así decirlo, personaje de cualquier documental de off road, y yo no quería hacer eso, yo no quería retratar la historia de una persona con mucho dinero y todos los premios habidos. Entonces yo le dije a “Paco” que no quería a alguien que lo tuviera todo solucionado, yo quería ver la pasión en alguien que uno se pregunte, “bueno, si es tan difícil, por qué lo sigue haciendo”. 

Entonces fue cuando me dijo: “Ah! Pues vamos con el Rigo Videos”. Y de ahí hicimos una relación bien bonita con ellos, con toda la familia. Porque saben lo que es el audiovisual, saben lo complicado que es hacer esto, dedicarte a esto y vivir de esto, ellos lo entienden perfectamente. Me ayudó mucho en el aspecto de pasar desapercibido en las carreras locales, porque la gente nos veía con la cámara y nos preguntaban si éramos de la tele o que qué estábamos haciendo ahí, y les decíamos que éramos de “Rigo Videos” y ya no nos preguntaban nada. Entonces fue muy fácil andar ahí entre ellos y meternos a donde quisiéramos. 

Y la verdad es que también me ayudó mucho a ver a este trabajo como un oficio, y no romantizar tanto el trabajo de cineasta como este artista atormentado, me ayudó mucho a sentar los pies en la tierra y ver que esto también es un trabajo como cualquier otro, y hay que ser humildes con eso porque de alguna manera de esto vivimos. Por eso era tan importante para mí que la película pudiera comunicarse fácil con el público, yo no quería hacer esta película introspectiva que hablara sobre mí y mi opinión sobre algo, también me gustan ese tipo de películas, pero yo no quería eso para esta película, yo quería hacer algo para compartir.

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