por ERIC EDUARTE VILLA
De chico ya tenía atracción por el arte, durante su adolescencia descubrió que hacer cine era uno de sus sueños y como gran ejemplo ha dejado claro que no sólo hay que perseguirlos, hay que alcanzarlos y buscar mantenerse ahí. Lejos de su tierra natal, David ha demostrado que no importa donde se esté uno, sino que hay que hacer lo uno desea, y parte de su trayectoria y experiencia en el séptimo arte nos la compartió en Cinéfagos.
¿David Como inicio tu atracción hacia el séptimo arte?
De niño era fanático de la novela gráfica y coleccionaba cómics. Luego empecé a dibujar y crear los míos. Después me interesé en escribir historias mientras que aprendía a usar la cámara VHS de mi papá. Crecí en la nueva era digital y el haber tenido acceso a esta cámara me dio la posibilidad de grabar mis historias y experimentar con mis amigos haciendo películas totalmente caseras. Después me dije que un día me iría a Hollywood a trabajar haciendo películas y así lo hice.
¿Cuáles son las historias que te gusta contar y por qué?
Dicen que un cineasta debe contar historias que conoce, que ha vivido y en parte esto es cierto pues todos mis cortometrajes tratan temas o conflictos que son cercanos a mí o con los cuales me puedo yo relacionar, sin embargo me encanta hacer uso de mi imaginación y explorar mundos desconocidos a través del cine, siempre enraizados en la experiencia humana desde luego. Me identifico con todos los temas de discriminación, intolerancia e injusticia, temas tabú que muchas veces preferimos no tocar, quizás esto se deba a que crecí en una sociedad tan conservadora como la de Durango.
La mayoría de tus producciones las has hecho en Los Ángeles ¿Qué es lo más complicado de realizar tus historias allá?
Las he hecho en Los Ángeles porque acá fue donde estudié cine y es donde me quedé a vivir y como mis historias tienen mucho que ver con mi presente pues por eso las he producido en Estados Unidos. Además los cortometrajes que he hecho en Los Ángeles tienen mucho que ver con mi experiencia de inmigrante.
¿Qué experiencias te ha dado el filmar en otro país?
El grabar en Los Ángeles me dio la oportunidad de trabajar con actores y fotógrafos internacionales, además de aprender directamente de cineastas establecidos. Sin embargo siempre tuve el anhelo de producir una historia mexicana y por eso surgió Metástasis, un corto que grabamos en Durango en el 2013 y que aborda el secuestro. Considero que no importa donde grabes tu película siempre debes considerar el lugar donde se desarrolla tu historia como un personaje más de la misma, uno importante.
¿Cuál fue el mayor reto al momento de irte a otro lugar lejos de tu país?
Fueron varios los retos y miedos que tuve que vencer para poder decirme a mí mismo esto es lo que quiero y por esto voy a luchar. Empezando por las barreras del idioma, la cultura y la falta de recursos, pero sobre todo me tomó algo de tiempo reconocerme a mí mismo como realizador cinematográfico y validar mi voz como tal.
En tu cortometraje ¿Existes? La tensión del acto al que se someten los personajes es fuerte. ¿Tuviste alguna complicación en que ellos lograrán hacer la escena?
Todo fue muy bien cuidado al momento de grabar las escenas, solo estábamos presentes la fotógrafa, el sonidista y yo. Necesitaba que los actores se sintieran totalmente cómodos para poder realizar un acto tan íntimo como lo es el de la masturbación. Todos lo hicieron de distinta manera, e incluso la actriz persa, al ser una actriz devota del “método”, lo hizo de verdad.
¿Proyectos futuros?
Actualmente desarrollo mi primer largometraje Trip, que trata acerca del viaje de una chica norteña en peligro y unos surfers californianos por la costa del Pacífico hacia la sierra de Oaxaca, y también estoy por grabar mi cuarto cortometraje que se titula Polychromatic, que explora el amor a primera vista a través del baile.
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