texto y fotografía ERIC EDUARTE VILLA
Alguna vez nos preguntamos ¿quién era el responsable de que se proyectarán las películas en una sala de cine para disfrutar de esa magia? Los siempre incógnitos y refugiados en un pequeño cuarto donde tienen a la mano el arma más fantástica que se haya creado para el universo cinematográfico, el proyector. Eleuterio Rivera González, mejor conocido como "Tello", el Cácaro querido de los cinéfilos y asistentes a la Cineteca Municipal Silvestre Revueltas, bajó de la cabina mágica para compartir con Cinéfagos su vida y experiencias como proyeccionista de salas de cine.
¿Cómo fue que empezó a trabajar en los cines?
Empecé a trabajar en un cine de Santiago Papasquiaro, me metía de trampa a ver las películas, y había un guardia de seguridad que me sacaba a cada rato, después a la dueña del cine la cansé porque me dijo que ya la tenía harta por colarme a las funciones. Precisamente en ese tiempo, por ahí de los años 84 y 85, fue cuando yo vi la primera película del Titanic en blanco y negro, una cinta alemana de los años 30. En ese tiempo la dueña del cine me dijo que si quería ver la película completa que le barriera el lobby del cine y le dije que sí se lo barría y ya con eso me dejó entrar a la sala.
Estando ya adentro volvió el guardia de seguridad y me sacó nuevamente, y le pregunté que qué era lo que pasaba y me dijo: “Te habla la patrona del cine”, al llegar con ella me dijo que fuera a dulcería por un refresco y un hot-dog y dije “¡A todo dar!” Para cuando terminó la película y salí ella me dijo que volviera a barrer el lobby y me pagó 4 pesos por volver asear. En aquel entonces la entrada al cine costaba 4 pesos. Después de limpiar me preguntó que si quería laborar ahí y le dije que si, y así fue como comencé a trabajar en los cines.
¿De qué manera logró llegar a operar los proyectores de cine?
Fue después de un tiempo que yo ya trabajaba de manera formal en el aseo del cine. Un día subí a la caseta de proyección para ver como trabajaban las máquinas y el Cácaro de ahí me corría a cada rato porque no le gustaba que nadie entrara a ver los proyectores, me dijo que no volviera a subir porque era muy peligroso y cosas así. Pero igual yo seguí insistiendo hasta que un día me preguntó que si yo quería entrar a aprender a mover las máquinas y le dije que sí, me advirtió que este trabajo era pesado y aburrido, le dije que no importaba, yo quería aprender. Y así fue como empecé a operar las máquinas.
¿Cuánto tiempo estuvo trabajando en esa sala?
Estuve trabajando ahí como unos 11 años. De pura proyección me aventé como 8 años, ahí aprendí a proyectar películas, pegar, despegar las cintas y lo más importante, a arreglar las máquinas.
¿En qué momento vino a Durango y porqué?
Llegue a Durango porque entraron las nuevas tecnologías, las videocaseteras y poco a poco se fueron cerrando las tres salas que estaban en Santiago Papasquiaro. Yo llegue aquí en 1992 una vez que cerró la última sala en Santiago, aparte que yo allá estaba sólo, aquí en Durango se encontraba toda mi familia. Después de un rato de llegar fui al sindicato de las salas de cine de Durango, ahí contacté al secretario general del sindicato. Cuando le pedí el trabajo me preguntó que qué sabía yo hacer en los cines, y le dije que de todo; desde barrer hasta trabajar los proyectores, todo lo que aprendí en Santiago. En ese momento me pidió una carta de recomendación y le dije que ese era el problema, ya que yo a nadie conocía aquí en Durango.
¿En cuál sala de cine comenzó a trabajar aquí en Durango?
Fue en la sala Cinema 2001, pero había muchas personas que querían trabajar ahí, entonces había que hacer méritos para agarrar plazas en los cines. Fui a Santiago Papasquiaro por la carta de recomendación y volví inmediatamente, entonces le entregué la carta de recomendación al secretario y ese mismo día me mandó a trabajar al Cinema 2001.
¿En cuántas salas de cine laboró?
Fueron muchas, empezando en el cinema 2001, luego en el Cine Durango, después en el Cinema Centauro, seguí en la sala Dolores del río, Cinema Insurgentes, sala 2000, sala Vizcaya, continué en el Cinema Dorado 70 para después ir a Cinépolis, posteriormente llegué a la sala Silvestre Revueltas que luego se convirtió en la Cineteca Municipal.
¿Qué diferencia apreció de trabajar en una cadena como Cinépolis a este tipo de salas en las que hoy trabaja?
Las máquinas, principalmente, que eran muy diferentes, cuando yo entré a Cinépolis operaba cuatro proyectores a la vez y todavía alcance a operar 4 máquinas durante unos 4 años.
¿Cuáles han sido sus experiencias más agradables trabajando en el cine?
Mis experiencias más agradables es ver la sala llena, que haya movimiento, que haya mucha gente. Porque es muy triste como las salas se van cerrando poco a poco, y también se va yendo la fuente de empleo y todo gracias a lo digital. Porque antes trabajar una máquina era bonito, ahorita con lo digital es más calmado, era muy agradable trabajar con las cintas de 35 milímetros.
¿Qué siente de ese cambio?
Lo que se siente es que ya no hay tanto movimiento, uno ya no tiene que despegar tantas cintas, ya no hay que enviarlas, pedirlas, despegarlas, pegarlas y embobinarlas. Eso si se extraña. Porque no es lo mismo manejar una cinta que un disco.
Tras todos esos cambios y tanto tiempo ¿Cómo se siente trabajando aún como operador de cine?
Bueno, yo soy el operador más viejo pero me siento muy bien en mi trabajo, siempre me ha gustado, prácticamente casi toda mi vida he trabajado en este tipo de salas, tengo 30 años trabajando en puro cine, es toda una vida, me siento bien. Al principio me aburría porque estaba más pleno, pero ahorita ya a mi edad ya es mucha la diferencia.
¿Hay alguna película que lo haya marcado o que signifique mucho para usted?
Hay una y precisamente la vi aquí en la Cineteca. La película es la de Cinema Paradiso. No es por nada pero yo me reflejo en esa película como trabajador de un cine. A lo que hace el niño en la película es lo que yo hacía, cuando iba a ver cómo trabajaban las máquinas y cómo el operador lo sacaba de ahí, cómo lo corría. Es lo mismo que me pasaba a mí.
¿Qué le gustaría que pasara con estos proyectores analógicos?
Ahorita el tiempo ya está muy cambiado, y no se puede regresar atrás. Entonces estas máquinas ya pasaron a la historia, así como pasó con la de 16 mm, con la 8 mm también y ya pasó con las de 35 mm, es rara la sala que aún trabajo con ese formato.
“Tello” agregó que recuerda de las últimas proyecciones en 35 mm fue la película La gran aventura del zorro en uno de los homenajes que se le hizo al actor Jorge Russek, teniendo la visita del actor y director Rodolfo de Anda en 2005. En febrero del 2016 “Tello” cumplirá 11 años de estar trabajando en la Cineteca Municipal Silvestre Revueltas.
Saludos a Tello, admirable su entusiasmo.
ResponderEliminarMuchas gracias por esta entrevista.