jueves, 9 de julio de 2015

Iván Delhumeau: una escritura de homenaje

por ANDREI MALDONADO
fotografía CORTESÍA IMAC


Menciona Iván Delhumeau en su ensayo sobre la obra fílmica del cineasta duranguense Juan Antonio de la Riva que las películas de éste son un claro homenaje a la cultura duranguense, a su pasado en San Miguel de Cruces, a su familia y al cine en general. Si es así la de Iván es una escritura de homenaje a la herencia que el maestro de la Riva ha dejado a la historia de la cinematografía nacional, pero muy especialmente a la cinematografía del estado.

Y es que con certeza el autor de “De lo personal a lo universal” afirma que lo más importante en los 60 años de historia cinematográfica industrial en la entidad son las películas filmadas en la “tierra del cine” por el cineasta serrano. Y en efecto, lo son, pues como dijera el mismísimo Felipe Cazals en su última visita a Durango “puede haber cine mexicano filmado en Durango, pero el cine duranguense es solo el que hacen los duranguenses”.

El año pasado, durante el desarrollo de la sexta edición del Festival de Cine Mexicano de Durango, tuve la oportunidad de comer en la misma mesa junto a Juan Antonio y, precisamente, charlábamos sobre filmar lo personal y proyectarlo para generar impacto en lo universal. De ahí a que la forma en que Iván titula su ensayo sea no solo acertada sino también justa, directa y sintetiza lo que en realidad significa filmar para De la Riva.

Cine comercial contra cine de autor, es una de las premisas manejadas durante el discurso del ensayo ¿qué convierte a un cine “cine de autor”? el público, sin duda. Pero esto siempre será después de que el director, en su papel de dios todopoderoso en la obra, haya logrado plasmar en su película todo lo que para él representa el cine. De ahí la atrevida comparación que hace Iván entre los objetivos que persiguen Cuarón y De la Riva, cada uno por su lado.

Partir de lo personal hacia lo universal. Iván nos acerca por medio de su digerible manera de escribir a los motivos familiares que llevaron a Juan Antonio a decidirse por cada uno de sus proyectos. Desde Polvo vencedor del sol hasta El Gavilán de la Sierra, el cineasta consigue filmar el terruño, retratar su realidad y la de los suyos y, al mismo tiempo, generar un discurso que tenga incluso un mayor impacto más allá de nuestras fronteras que en nuestro país.

Después de leer el libro de Iván no nos queda duda de que nos sobreviven pocos grandes cineastas. Sin duda alguna debemos valorar y agradecer el trabajo de cada hombre que consigue construir de nuevo el cine tras cada película, pues en el cine nada es ficción. De la Riva consigue, como lo hiciera Giuseppe Tornattore, crear un idilio de romance con la nostalgia de otras épocas, de un cine concebido no solo como medio sino también como espacio.

Y en el caso del autor que hoy nos concierne, el gran mérito de Iván es recordarnos que ante todo el cine es un arte escrito. El cine comienza como idea que se proyecta sobre el papel y encuentra su gran culminación no cuando se ve en pantalla el último de los créditos, sino cuando se lee la última línea de una crítica. Pues de la cotidianidad fílmica de Juan Antonio pasamos a la documentación de lo propio de parte de Iván.
Lejos de un afán proteccionista y cursi de carácter localista, el autor busca demostrar, en base al análisis de expertos en la materia, que es el cine escrito y dirigido por Juan Antonio de la Riva lo realmente valioso de seis décadas de industria fílmica en Durango, y puedo asegurar que con éxito lo consigue. El discurso del cineasta en sus películas es honesto, sin máscaras, tal y como es la reflexión y conclusión del escritor en su ensayo.

Libros como este son los que deberían ser de cabecera para todos los jóvenes realizadores del país, en especial de Durango. No se puede soñar con ser alguien de reconocimiento mundial si no se conoce lo propio y si no se empieza por saber qué se ha hecho antes de lo que nosotros podamos hacer. En otras palabras todo aquel que pretenda hacer cine debe antes ver cine, sentir el cine. Conocer el cine mexicano y, por supuesto, conocer el cine de Juan Antonio.

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