jueves, 9 de julio de 2015

Luis Martin Gerardo: joven cineasta en crecimiento

por ERIC EDUARTE VILLA
fotograía CORTESÍA


El cine de Durango también reside fuera de la ciudad. El duranguense Luis Martin Gerardo Gurrola estuvo de visita en la capital, su ciudad natal, para grabar un corto-documental como parte de su formación dentro del séptimo arte.

Estudiante del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) en la ciudad de México, Luis siente una gran necesidad de filmar en la ciudad que le vio nacer y crecer para enriquecer la cinematografía de su estado, pero más allá de proyectar a la llamada tierra del cine, es la búsqueda de darle luz a sus propias historias como la que es ya su más reciente producción, una historia muy allegada a él, ya que retrata y documenta la vida de sus abuelos. Historias humildes y personales son las que terminan tocando el corazón a más de uno, ya que son parte de los recuerdos de alguien y que de alguna manera llegan a relacionarse con historias de uno mismo.

A pocas horas de haber concluido grabaciones Luis accedió a una entrevista para la revista Cinéfagos, en donde nos compartió su visión del cine y lo que espera lograr. Al igual nos habló de este pequeño documental que espera pronto compartir con la gente de cinéfila de Durango.

¿Qué te trae a venir a filmar a Durango?
Lo que me trae aquí a mi tierra es este proyecto del curso precisamente de documental del Centro de Capacitación Cinematográfica, que es un curso que hemos tenido básicamente desde inicios de este año. Han sido varias clases las que tuvimos por ahí, muchos ejercicios, muchos maestros. Sin embargo el final de este ejercicio es la culminación de estos conocimientos.

Acá en Durango vine porque se trata de un proyecto personal, que es sobre mis abuelos. Porque con ellos viví toda mi infancia, incluso hoy que vengo de vacaciones siempre voy a esa casa a visitarlos, es un lugar al que siempre regreso. Entonces cuando se me presentó la oportunidad de hacer el ejercicio pues pensé en mis abuelos, pensé en la relación cotidiana que ellos tienen. Tengo muchos recuerdos, buenos y malos. Y es confrontarlos, es una confrontación a la cotidianidad conflictiva que tienen ellos, entonces, ¿de qué forma voy a incomodarlos? Mediante sus recuerdos, y esa es la forma en que yo como realizador me incluyo, dado a que cuando hacemos entrevistas y se refieren mucho a sus vivencias, son vivencias que hemos compartido.


¿Cómo surge la idea de este corto-documental?
Surgió porque yo tenía un documental inicial que iba a realizar en la ciudad de México, sobre una señora que vive en la central de abastos del DF. Sin embargo al final no se pudo hacer ya que esta señora me canceló. Puesto que yo tenía que presentar un proyecto documental para la escuela, en diciembre pasado que vine a vacacionar aquí a Durango, básicamente fue para pasear por el estado para sacar ideas, al final yo quería contar algo de mi tierra y como tenía el tiempo encima tenía que hacer algo personal para saltarme el paso de la investigación.

Y después de 15 años regreso a la casa de mis abuelos a intervenir de otra forma, ya con una película. Y es así como di con este proyecto, y es algo que siempre he querido contar. En la escuela en una de las clases un maestro nos comentó que hay un ejercicio que se llama ‘La huella del dolor’, él nos decía, nos recomendaba que para hacer un documental escribiéramos sobre una Huella de Dolor, algo que nos afectara o que nos afectó en algún momento de nuestra vida y ese podría ser un buen momento para elaborar un documental, y al final también esto urge como una Huella de Dolor.

¿Qué es lo más difícil en este tipo de proyectos?
Lo más difícil es hacer un documental de personas cercanas a ti. Es difícil porque en el camino, en el trayecto de ir preguntando, te das cuenta de cosas que tú no sabías, porque son dolorosas para ellos, pero si es doloroso para tu abuelo, también es doloroso para ti. Y si vez que tu abuelo tiene un quiebre, también te está doliendo como director y te entran muchas dudas morales. Sabes que tienes que preguntarles cosas dolorosas y sabes que se van a quebrar pero sabes también que es bueno para la película. Es complejo y yo tuve muchos momentos de duda, y a veces yo mismo me decía ¿seguiré con esto, indagando en los recuerdos de ellos? es difícil.

¿Cómo reaccionaron tus abuelos ante un equipo de producción?
Al principio si estaban un poco cohibidos, porque mi equipo de producción que éramos básicamente yo como director, mi sonidista Raúl Galindo, y mi fotógrafo Fabricio Cadena, eran personas extrañas a mis abuelos, e incluso era la primera vez que ellos dos venían a Durango.
En los primeros días de grabación surgió mucho material grabado que al final en la edición no va a quedar, porque mis abuelos se sentían incómodos con la cámara, y lo que tuve que ir haciendo fue una estrategia para crear una empatía entre ellos y el crew.

Para eso en lo que fuimos entrevistando a mi abuelo y mi abuela, en los tiempos muertos en que teníamos que comer, en lugar de ir a una tiendita a una fondita a comer y a platicar lo hecho del día lo que yo hice fue comer con mis abuelos para que mis compañeros, mi equipo de producción, les contarán también sus vidas y de esa forma dejarán de ser unos extraños. Y se fue creando un clima donde se creó empatía y poco a poco mis abuelos iban reaccionando frente a la cámara con naturalidad, y esa fue la estrategia que se siguió para obtener las imágenes, las situaciones y los recuerdos que yo quería que se generarán entre ellos.

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