texto ANDREI MALDONADO foto CORTESÍA
Tal vez no con la efusividad a la que nos tenía acostumbrados (la selección se anunció casi sobre la hora, sin programa de mano, con poca difusión) pero se mantuvo la tradición de un festival muy esperado por la comunidad cinematográfica, sobre todo la más joven: el Festival del Nuevo Cine Mexicano.
Con 14 largometrajes en exhibición (dos de ellos óperas primas de directores nobeles duranguenses) y una selección de Hecho en Durango con 20 trabajos (las dos cifras las más grandes de trabajos en proyección que ha tenido el festival para ambas categorías) el festival lució nutrido, sobre todo en su clausura.
Con tres funciones con casa llena (también se tuvo una muestra de cortometrajes dirigidos por mujeres pertenecientes al colectivo Femme Scene) la noche coronó como ganador al cortometraje Chan-chan de Gian Rubén. El multipremiado trabajo recibió además el galardón a Mejor Actuación masculina para su elenco de actores.
Esta edición (la quinta en su formato independiente del ICED, institución que lo creó originalmente) se destacó por premiar por primera vez a la mejor fotografía, laurel que fue para Resiliencia. También se premió a Itzel Castrellón como mejor actriz, mención especial a Historia sobre rieles y mejor directora a Emilia Carreón.
Sin lugar a dudas, lo más notable de la edición 2024 del Festival del Nuevo Cine Mexicano fue la respuesta del público para ver los trabajos duranguenses, cuya sección de cortos será analizada más detalladamente por mi compañero Juan José Antuna Ortiz, en una reflexión que quizá pueda causar escozor en algunos.
Pero, así como hubo grandes aciertos, hay una deuda importante que deja esta edición. Una de ellas, la ausencia del área de formación a través de talleres, la falta de invitados a las películas como ocurría en antaño, así como la presencia de su director, Christian Sida Valenzuela, que no estuvo presente ni un solo día.
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