texto JUAN JOSÉ ANTUNA ORTIZ
De la manera más concisa posible, y extendiéndome un poco para que este ejercicio sea algo más que un breve comentario, escribí un análisis de los largometrajes que pude ver de esta Muestra que para mí ya se va volviendo una de las celebraciones más importantes de cine que tenemos en Durango, y que una vez más es traída por y gracias a la Filmoteca de la UJED.
He tratado de tocar lo menos posible los detalles de la trama de cada una de ellas, y sólo atendiendo al “fondo y forma” de las 6 (de 7) películas que pude ver, comparto estas palabras en el orden que las vi.
Dos estaciones
La ópera prima de este realizador sin lugar a dudas es de los trabajos más dignos presentados en esta Muestra, y definitivamente es de las mejores producciones mexicanas del 2022-2023. Sin revelar datos trascendentales de la trama, la puesta y apuesta en la narrativa de la película se sustenta en el desarrollo de su personaje principal, una mujer de mediana edad que no sólo lucha con tratar de mantener a flote una empresa en medio de una competencia desleal con agentes y poder monetario extranjero que ven en la tierra un medio de explotación cuando ella ve algo más: su vida, su origen, las cosas y personas que le dan arraigo.
La película no es una pieza fácil en el estricto sentido de la palabra, pues la narrativa sugiere un esfuerzo constante de atención a los detalles que la involucran toda cuando parece no pasa nada, sobre todo el primer acto de esta en el que absolutamente no ocurre nada hasta que aparece el personaje que hace que la protagonista haga todo lo posible de salir de su naturaleza, aunque hacerlo del todo sería imposible porque si no, no sería ella.
La forma en que el desarrollo de este personaje me parece de una genialidad y una congruencia admirable, pues cuando todo el mundo espera la explosión o implosiona definitiva y que defina a este (algo como en “Jean Dilman”), jamás ocurre, y la película transcurre, aun concluida esta, dejando en el espectador la sensación de querer saber qué ocurrirá después. Esto nos lleva definitivamente a el extraordinario trabajo de la actriz, es definitivamente una clara y digna contendiente al Ariel.
El estilismo empleado por el director roza en la perfección, y aunque muchas veces tiene peso en la creación del vínculo de la narrativa entre lo que se muestra y lo que se quiere decir entre líneas, en otros puntos me parece es sólo un espectáculo que se quiere lucir sin valor agregado, algo que en su momento me paso con la gran La paloma y el lobo de Carlos Lenin.
La última función de cine
Creo que muchos de los asistentes de la Muestra coincidirán conmigo en el hecho de que esta fue la película más emotiva de esta edición, y me parece que la película tiene una propuesta muy digna que hace un homenaje al cine desde una vertiente que nadie había explorado, creando una historia además de creativa, honesta.
Todos los elogios que la película ha desatado y las comparaciones con la obra de Tornatore me parece no están de gratis, y si los paralelismos con la película italiana de 1992 están, no es en un sentido de homenaje, plagio o tener un público asegurado, más bien viene de una identidad que tienen todos estos directores que salen de lugares muy remotos en los que el cine era una ventana al mundo y el amor por este los hizo tener la fuerza para alejarse de todo aquello que amaban en la vida durante su infancia: maestros, amigos, los juegos, la tierra, la comida, la familia, la madre; que me parece lo más emotivo es desatado por este personaje.
Además, el enfoque que se da del amor de este niño por el cine no a través de la creación, sino a través del enigma de la luz y la proyección, es eso que digo sobre las formas no exploradas, y que dan más arraigo credibilidad de un amor genuino, que no únicamente funciona en la trama, sino que se nota el amor por la historia desde su desarrollo en el guion.
La parte final, aun con su naturaleza trágica y desoladora, el director de alguna manera la resuelve sacándole un grado de positividad que puede ser leído, entendido y más alentador para públicos que buscan en el cine refugio y paz en lugar de confrontación y pesadez.
Klondike
La película que en esta Muestra representa a Ucrania, me parece una de las mejores presentadas este año. Presenta los principios del conflicto bélico de Rusia contra Ucrania por allá del 2015, explora cómo la realidad de una familia compuesta por una pareja, hombre y mujer que esperan la llegada de su primer hijo, y el hermano de ella, se ve trastocada luego de que por “error” su casa es bombardeada. El deseo del personaje femenino de querer formar un hogar para su hijo en esa frontera que se disputan ambos mandos, cada vez se ve irreal por todo lo que los rodea. La película, aun con su ritmo lento y cadencioso, tiene unos valores narrativos formidables.
Hay una analogía en la que se ven representados perfectamente en cada uno de los tres personajes principales, los actores del conflicto, la mujer representando al pueblo que no sabe qué hacer y se resiste a irse, el esposo siendo partidario del gobierno ruso y el hermano de ella siendo parte de la resistencia ucraniana, y como estos dos tratan de hacer que la mujer se vaya, y que evidentemente ella no quiere dejar no sólo por el hecho de abandonar su lugar y ser un número más de los muchos desplazados que existen, sino también porque en ella vive el deseo de formar una familia con su hijo (representación del futuro) y hacer conciliar ambas partes, algo que hoy día aún no se puede dar.
El final es duro y desolador, y la venida del futuro, así como el nacimiento de ese hijo, viene con mucho dolor y un cuadro desalentador. Una película crítica que me parece muy necesaria para su tiempo y el contexto actual que se vive en ambos países, no solamente en una frontera peleada.
Un ciudadano honesto
Me parece que de todas las películas de la muestra esta es la que, al menos narrativamente, es más sencilla, y que además me resultó la más predecible. Me explico. En su hechura no se le puede poner un pero, es una película que en todo sentido y departamento está bien hecha, o como dirían ciertos críticos, es una película que está “bien escrita, bien dirigida, bien actuada”.
La cinta alemana (que retrata la vida de una pareja de hombres gay que busca tener un bebé y formar un hogar en Tel Aviv) gira sobre todo en torno a un tema, pero que se confunde con un segundo, o mejor dicho, gira en torno a un tema que sirve para que el segundo pueda ser más entendible, y el primer tema, o para mí el más importante, es sobre la carga psicológica que recae sobre las personas cuando ven de frente una situación que atenta contra terceros, ya sea por decidir dar o no dar ayuda o aviso de un problema en determinado momento, y cómo está carga altera y afecta la vida cotidiana del personaje hasta que lo exterioriza.
Este tema de la película me parece está, como ya lo comenté, bien desarrollado, y es valioso por sí mismo, el asunto que me parece hace que la película no sea tan propositiva, es el hecho que este recurso siempre se utiliza en películas que tocan el tema de la intolerancia o la discriminación racial, como es el caso de esta, que como lo digo, no está mal, es simplemente que a nivel narrativo, no propone, muestra ni desarrolla nada nuevo que hayamos visto en otras obras más potentes, como la italiana Non odiare.
Otro tema que se desarrolla en un tercer plano es el de la falsa preocupación o doble cara que muestra la clase mejor acomodada en las ciudades europeas, al mostrar por un lado cierta preocupación por los inmigrantes o refugiados de países tercermundistas (sobre todo africanos) pero por otro lado se mudan de los lugares donde tiene que convivir con ellos o buscan desalojarlos de los lugares donde viven para hacer más atractivos sus espacios, y buscar hacer barrios comunitarios en zonas gentrificadas atractivas para la inversión.
Quizá lo único que me pareció desmedido fue el final, pues desde el momento en que empieza la secuencia final, ya se entiende la tesis que el director buscaba, pero busca reforzarla desde la perspectiva del amor libre. Quizá el tema que se desarrolla más natural y armónicamente, pero en esta escena lo sobrecarga sin necesidad, haciendo que lo que expone en la narrativa sea redundante, lo cual hace entender que a este director nadie jamás le dijo que, sobre todo en el cine, la gran mayoría de las veces “menos es más”.
Vicenta B
Película cubana que me parece muestra de manera muy original y nada convencional una trama que ha sido, sobre todo, muy recurrente y abordado por juventudes de todo el mundo, sobre todo realizadoras. Expone la enajenación y cómo una madre que, luego de que su hijo se separa de ella, experimenta la pérdida del don que la hacía especial, y que le permitía ayudar a los demás.
Y es cuando la falta de su don hace que una joven cometa un error que tiene consecuencias en su madre, en la que se alguna manera Vicenta, la protagonista de la película, vuelve a tener sentido a su vida, descubriendo que si los hijos se quieren separar de sus padres, no es por culpa de los padres, sino por elección de los hijos, aunque en el acto los debe dejar morir solos y viejos en un lugar del que muchos no pudieron, o no quisieron salir.
La película tiene otras subtramas (brujería, vejez, deterioro de espacios, descontento social) que son bastante interesantes y que me parece solas se desarrollan sin que el director ponga el ojo forzosamente sobre ellas cargando la trama y alterando su narrativa delicada. Se desarrollan de manera natural mientras la trama principal se va deshilvanando.
Tiene valores narrativos a nivel técnico que a mí me parecieron preciosos por ser sutiles y directos en la misma proporción. Uno de ellos, quizá el que más llamó mi atención, es que cada acto está marcado en un tiempo casi exacto por un momento musical en el que el personaje protagónico está en un punto de inflexión, algo que le agrega aún más valor a la propuesta narrativa y creativa, con detalles tan simples acompañados de música que va muy con la naturaleza de la película y su contexto geográfico.
Godland
De todas las películas de la Muestra, la danesa es la propuesta más filosófica y contemplativa de todas, y, por ende, mi favorita. Una película seria en todos los sentidos, que toca temas universales como la espiritualidad, la falta de esta, la amistad, el amor, el odio, el miedo. La historia no tiene un personaje principal como quizá se podría pensar en una primera lectura, o una lectura fácil; sino dos.
Mientras uno que representa al hombre que explora sus propios límites en aras de un bien mayor o una obligación superior, así como puede ser la del progreso; el otro es el hombre del pasado, el lugareño, el que conoce la hostilidad de su propio terrible paraíso, y que no acepta al extranjero que representa si bien no el progreso, porque todo lo nuevo también trae sus demonios, representa el cambio.
Mientras el primero tiene que luchar con todas sus fuerzas para lograr su misión, desgarrarse el alma, cuestionar su fe y ver perder cosas que lo ataban a una cordura necesaria, ve una transformación en su ser para poder adaptarse, o de lo contrario perecería, mientras el otro de a poco muta su naturaleza salvaje para adaptarse y volverse más dócil, pues sabe que de lo contrario el cambio lo devorará, como llega a ocurrir, triunfando el colonizador sobre el colonizado.
Pero para entonces el colonizado habrá cambiado tanto que ya ni siquiera él se reconoce, sin que siquiera el amor lo pueda salvar por los remordimientos que esa tierra hostil y hermosa lo ha hecho cometer, pues son muchos los dominantes de la lengua del lugar que no ven necesaria su estadía en el lugar. La película tiene un ritmo tan propio que yo no me atrevería a decir que es lenta o rápida, se mueve a su tiempo, y es tan perfecta su sincronización que aún con su larga duración la película se impone ante el espectador sin que este domine lo que siente al ver su majestuosidad, que sin duda alguna mucho se debe al lugar que le da la luz.
Los paisajes islandeses dotan de una hermosura y una impasible tensión que crea una pesadez de contemplación en el espectador, además de sus largas tomas en las que en realidad no pasa nada, salvo nuestros propios pensamientos repensando y rellenando lo que la película provoca en el fondo de nuestra propia espiritualidad y nuestro ser. Godland recuerda al cine de muchos grandes con pasajes muy profundos, como a Diario de un cura rural de Bresson, a Zoo de Greenaway, a El caballero verde de Lowery y, sobre todo; a toda la esencia del cine de Tarkovski y Bergman.
Recuerda también mucho a obras más contemporáneas como Silence de Scorsese y La misión de Joffé, pero me parece, sin querer desprestigiar a las mencionadas, esta es mucho más clara en lo que quiere exponer en su discurso, aún con la naturaleza difícil de su propuesta narrativa.
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