miércoles, 12 de octubre de 2022

Segunda tanda de Impresiones en el NYFF 60

texto RAÚL GALINDO

5.

El cine de no-ficción llegó este año a Nueva York generando un revuelo fuera de lo común, en gran medida como resultado del León de Oro que le otorgaron a la película de Laura Poitras, All the beauty and the bloodshed. A pesar de que Poitras le imprime su característico estilo, directo y periodístico, me atrevo a decir que la película es una suerte de autobiografía; Nan Goldin se siente más como un co-autor del proyecto que un personaje. Se cuenta a sí misma en las entrevistas y sobre todo a través de sus fotografías.

La química entablada entre sujeto y documentalista es palpable y se traduce en una intimidad más que familiar. Nan y Laura tienen mucho en común, ambas mujeres entienden el arte como un arma, como municiones de resistencia política; Y no tienen empacho en dispararlas. All the beauty and the bloodshed lleva tatuada la palabra combativo en cada fotograma. Es un documental tan necesario para la coyuntura actual como un resultado de ella. Sin embargo la “importancia” de la película en el contexto que vivimos no oscurece sus méritos estéticos, las decisiones estructurales y rítmicas del montaje. All the beauty and the bloodshed es al mismo tiempo un diario íntimo que permite acercarnos a Nan como nunca antes, es una reflexión sobre el proceso creativo y el dolor que canalizamos a través de él; y sobre todo un ejercicio esperanzador del arte y el individuo como fuerza política.

All the beauty and the bloodshed es una de las joyas imperdibles de este año pero no es el único ejercicio biográfico interesante que se presentó en el Festival de Nueva York. Sr. y A cooler climate también son retratos íntimos sobre la vida de un artista; ambos son ejercicios personales, casi terapéuticos, con un objetivo práctico, tangible e inmediato no para la audiencia sino para los realizadores. 

En Sr. conocemos la vida de Robert Downey Sr. a través de sus películas y de su familia, dos mundos que terminan fusionados. Es un documental lúdico y entretenido que por momentos parece una de las películas independientes de su personaje. Una película exhibicionista que por momentos peca de narcisismo pero que a medida que progresa va encontrando una intimidad brutal; esa intimidad culmina en un momento potente y doloroso en el que Downey Jr. entrevista a su padre mientras él ya delirante no logra reconocerlo. 

Sin proponérselo, el documental se convierte en el vehículo que utiliza la familia Downey para lidiar con el Parkinson de Robert Downey Sr y el inevitable desenlace al que la enfermedad conduce. Es un homenaje cautivador que revela un rostro desconocido de una familia que siempre ha vivido entre cámaras. El cine experimental y contra corriente de Downey Sr. tiene una aparición, bajo un ángulo distinto, en otro documental que será estrenado próximamente en Netflix: Is That Black Enough For You?!?

Desde la elección del título, extraído de un diálogo que se repite como grito de guerra en la película Cotton Comes to Harlem, se siente el espíritu combativo que permea sobre este ensayo documental escrito por Elvis Mitchell, un crítico de cine transformado en documentalista. Para Mitchell, no hay forma de hacer un recuento histórico o una crítica cinematográfica si no es desde la disputa; de lo que está dentro del cuadro, sí, pero también de lo que no tiene lugar en él. Esa búsqueda por quienes se quedaron fuera de la pantalla es el corazón del documental de Mitchell, que con una duración de 135 minutos y se vive como una clase magistral universitaria (lo digo como un cumplido), un análisis exhaustivo que brinca de una película a otra, de un actor olvidado a una estrella “que pudo ser”. 

Es una lluvia de información que nos empapa del cine independiente creado afroamericanos durante un breve pero extraordinario período ( 1968 - 1977). Un movimiento creativo donde la taquilla y la expresión artística se vieron radicalmente transformadas pero que sorpresivamente ( y no tanto a la vez) desaparecieron sin dejar rastro en el mainstream. Is That Black Enough For You?!? no es una película que atraerá hordas de televidentes, el mismo Mitchell mostró su incredulidad ante una sala llena durante su estreno “No puedo creer que exista tanta gente que quiera ver esta película” pero para quienes decidan tomarse el tiempo de observar este ensayo sin duda abrirá un panorama cinematográfico y cultural que antes ignoraban.

La conversación sobre materiales y mundos olvidados que empieza Mitchell la continúa A cooler climate, el documental de James Ivory. La película es el equivalente a desempolvar un viejo álbum de fotos; una excursión nostálgica en la que el director, a sus 94 años, revisita el material de un proyecto inacabado que filmó durante un viaje por Afganistán.

Las imágenes que Ivory capturó en su juventud son fascinantes y para las pre concepciones actuales sobre los afganos, bastante sorprendentes. Ahí se alcanzan a ver las semillas del Afganistán que hoy conocemos pero también destellos de un futuro distinto que nunca fue; el país que Ivory nos muestra ya solo existe en celuloide y saberlo dota al material de una especie de añoranza. El documental enciende el interés histórico como la película de Mitchell pero comparte el carácter personal e intimista de las películas de Poitras y Smith.

Esa cualidad, Ivory la aprovecha para añadir una dimensión existencial y antropológica a la historia a través de sus comentarios; a veces reflexionando desde el presente, a veces leyendo cartas escritas durante su viaje, el director va hilvanando sus propias impresiones junto a las del Príncipe Babur, una figura histórica que nació en Afganistán y cuya vida está llena de paralelismos con la de Ivory. Es una película meditabunda y gentil, nos hace sentir que estamos acompañando al director en una reflexión final sobre el destino, el azar y su propia mortalidad.

6.

Este año el festival exhibió el trabajo de dos documentalistas que incursionaron en el mundo de la ficción. Alice Diop, francesa de origen senegalés, y Frederick Wiseman, un leyenda viva con 45 documentales bajo el brazo. Viendo similitudes entre ambos proyectos el festival organizó una conversación entre ambos cineastas en la que compartieron sus experiencias trabajando en el reino de la ficción. Tanto Saint Omer como A couple están basadas en las experiencias de mujeres reales que adaptaron para la pantalla; ambos cineastas optan por planos fijos de larga duración para permitir que sus actrices se explayen. Y ambas, en mi opinión , son interesantes pero en gran medida fallan como experiencias cinematográficas.

A couple está compuesta por una serie de monólogos construidos a partir de los diarios y las cartas que escribió Sofía Tolstoi, interpretada por Nathalie Boutefeu en un tour de force, sobre su tormentosa relación con Leo Tolstoi. La interpretación de Nathalie es por momentos angustiante y provocadora; los textos retratan un matrimonio volátil en el que Leo es un día amoroso y al otro irascible e infantil; viven momentos de júbilo seguidos de temporadas enteras de amargura. 

A más de 100 años de distancia los textos de Sofía no se escuchan como diarios de una relación particular y específica sino como comentarios sobre las relaciones entre hombres y mujeres vigentes a la fecha: la violencia, el desbalance de poder y la figura del padre ausente son dinámicas que llevamos reproduciendo por años. Los monólogos van entrecortados con imágenes de la flora y la fauna que rodean a Sofía mientras camina por un gran jardín a la orilla del mar pero a pesar de las intenciones metafóricas del director terminan sintiéndose simplemente como “patos”, cortes para conectar un monólogo con el otro. A couple es un experimento interesante que te deja con sentimientos encontrados, una historia que bien podría existir mejor en un escenario que en la pantalla.

Saint Omer es un drama judicial que reproduce, casi palabra por palabra, un juicio que sacudió a la sociedad francesa en 2015. El caso de una mujer franco-senegalesa que asesinó a su propia bebé de 15 meses. Alice Diop, la directora, acudió al juicio que se llevó a cabo en el pueblo de Saint Omer con la intención de escribir al respecto; de la misma forma que lo hace Rama, la protagonista de la película. Sin embargo, ese apego a la experiencia vivida resulta ser un tiro por la culata. Rama, como personaje testigo deja mucho que desear, no personifica ni la duda, ni la empatía, mucho menos el interés de una periodista embarazada con dudas sobre su propia maternidad mientras está siguiendo un caso tan brutal como este. 

Es un personaje chato que parece no querer descubrir nada; el más grande ejemplo viene en sus interacciones con la madre de la enjuiciada en las que lejos de ayudar a revelar el torbellino interno de Rama, la escena nos dice poco menos que nada. La madre tiene más interés en Rama que ella en el caso. El pasado del personaje se intenta construir a partir de flashbacks que se sienten como pedacería ambigua, fragmentos que no logran construir una imagen tangible de ese pasado borrascoso que pone en duda su maternidad.

La película funciona en un nivel superficial, el tema es potente y la historia de origen es interesante en sí misma, basta abrir cualquier artículo que haga una crónica del evento para quedar enganchado; un espectador generoso encontrará valor en eso y dejará de lado la factura y la forma en la que el tema y la historia se expresan sobre la pantalla. Saint Omer esboza la intenciones de crear tensión y el deseo de jugar con la mente del espectador, como también ordena los elementos para generar una respuesta emocional y catártica frente a los dilemas que absorben a Rama pero la puesta en cámara y la construcción de personajes desde el guion no permiten que cuaje la historia. Saint Omer ganó el León de Plata en Venecia y fue seleccionada en Toronto además de Nueva York, es una película que ha generado revuelo así que invito a los lectores a buscarla y generar un juicio propio.

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