texto RAÚL GALINDO
Ayer fue el estreno mundial de Personality Crisis: One Night Only, el nuevo documental de Martin Scorsese que continúa su serie de películas de no-ficción centradas en músicos o artistas. En este caso acercándonos al intérprete David Johanson, un ícono neoyorquino como el propio Martin.
La película se experimenta como un concierto en vivo salpicado de divergencias que van construyendo, canción a canción, un retrato del artista camaleónico que estamos viendo sobre el escenario. David, como Nan Goldin, son productos y protagonistas de una época donde el arte callejero y los movimientos de contracultura vibraban por las calles de Nueva York; una escena que hoy en día en gran medida ha sido cooptada por el mainstream del mundo del arte.
La presencia de David sobre el escenario es la de una estrella, mitad Jagger mitad Fran Lebowitz. Es un enigma, un iconoclasta, un valemadrista que transpira tanta confianza en sí mismo que se desborda sobre la pantalla. El documental se mantiene ahí atestiguando el show como un espectador, no indaga con mucha profundidad en la persona detrás del mito, no hace un esfuerzo por elaborar metáforas o hacer comentario social; se contenta con permitir que David se revele a sí mismo y que nos hipnotice con sus palabras.
Para quienes, como Marty, sienten fascinación por estás personalidades la película va a resonar pero no es un proyecto que venga a transformar al espectador o que intente provocar cinematográficamente. Cautiva pero no enamora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario