sábado, 2 de septiembre de 2017

Dolores del Río: El legado y el olvido

texto y fotografía ANDREI MALDONADO

La figura de Dolores del Río es una de las más emblemáticas del cine mexicano. En vida recibió múltiples homenajes en su ciudad natal, mismos que ella correspondió abriendo espacios públicos para el arte, la cultura y el cine en Durango. Sin embargo las más recientes administraciones estatales y municipales se han olvidado de difundir su trabajo entre los propios duranguenses.

En el marco del aniversario 113 del natalicio de María de los Dolores Asúnsolo y López Negrete, mejor conocida como Dolores del Río, el cronista e historiador de la ciudad, Javier Guerrero Romero, comentó que si bien en vida fueron muchos los homenajes que se hicieron a la actriz, como darle su nombre al bulevar donde antes era la Acequia Grande, al día de hoy no hay interés en difundir su obra por parte de ningún gobierno. Ninguna política pública al respecto de ella.

Recordó que a pesar de que sólo una de sus películas se filmó en tierra duranguense (La Cucaracha, al lado de la otra diva de México María Félix) Dolores visitaba constantemente la ciudad y en cada ocasión gestionaba recursos para abrir espacios como fue el Ágora Casa de la Cultura, edificio que fue donado por iniciativa suya y del entonces secretario de Cinematografía Francisco Canales, al igual que la remodelación del Teatro Victoria que había fungido como cine.

Por ello fueron varias las ocasiones que se intentó regalarle a la diva un museo en su honor con artículos personales que ella misma donó durante el sexenio de Héctor Mayagoitia, sin embargo en la gestión de Armando del Castillo eso se vino atrás y Dolores falleció, por lo que ni de sus prendas ni del museo quedaron rastro, solamente una exposición en las antiguas instalaciones de la Feria llevó su nombre, y otra en calle Gómez Palacio que fue la primer sede de la Cineteca.


Posteriormente, durante el gobierno de Maximiliano Silerio Díaz, se crearon dos museos del cine, uno en dónde hoy se encuentran las oficinas de la secretaría de Turismo en el Barrio del Calvario, el cual era temático y tenía un camerino que replicaba el de Dolores; y el otro ubicado en el actual Centro Cultural y de Convenciones Bicentenario, el cual tenía toda una sala dedicada al legado cinematográfico de varios personajes, mayormente Dolores y John Wayne.

Lamentablemente ambos museos desaparecieron y hoy en día el único que exhibe algo de Dolores, aunque muy poco, es el Museo de la Ciudad, por lo que se habla de dos sexenios y cuatro administraciones municipales que no le han dado el peso correspondiente a su figura, más allá de mencionarla dentro de campañas de turismo, los homenajes luctuosos y de natalicio de cada año en la estatua en su honor, además de una estrella en corredor Constitución.

Guerrero Romero indicó que incluso la casa donde vivió se encuentra en el abandono, en pleno Centro Histórico, cuando podría ser la sede de la propia escuela de cine que tanto se ha demandado por los duranguenses; “lo mismo pasa con su casa de verano, una hacienda que quedó derruida y que podía ser parte de un atractivo mayor. Hoy en día no existe política pública dedicada a reconocer su obra. Todavía es muy buen tiempo para retomar su legado”.

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