sábado, 4 de julio de 2015

Perdidos en Tokio: el arte de perderse y encontrarse

por JUAN JOSÉ ANTUNA ORTIZ

"¿En realidad es necesario viajar hasta el otro lado del mundo, donde no se habla nuestro idioma y donde no entendemos nada, para encontrarnos con nosotros mismos y sentirnos realmente conectados con alguien más?" Esta es sólo una de las miles de interrogantes que abordarán tu cabeza después de mirar esta maravillosa película.

Lost in Traslation (o Perdidos en Tokio como fue llamada en américa latina) lleva como trama la vida de un par de estadounidenses, Charlotte y Bob. La primera (interpretada por una jovencísima y encantadora Scarlett Johansson) una joven veinteañera que acompaña a su esposo fotógrafo y que suele pasar la mayor parte de su tiempo a solas recorriendo todo Tokio tratando de encontrar algo con qué conectarse, encontrar qué será de su vida y el significado de esta. Y Bob, un actor de cuarenta años con una carrera en descenso que llega a Tokio para promocionar un whisky japonés ("Tenga un momento Santory" es una de las grandes frases y escenas de la película).

Entonces una noche en el bar del hotel, ambos siendo victimas de un terrible insomnio, se conocen y empiezan una relación de amistad con fecha de caducidad (algo muy similar a lo que pasa con Speechless). Es entonces que con la ausencia de su esposo Charlotte empieza a salir con Bob que sufre una crisis en la relación con su esposa a la cual no le puede decir lo que él quisiera. Entre carreras, pláticas y desvelos compartidos la relación entre los dos se va haciendo muy dependiente y a la vez no, pues necesitan la compañía del otro para ser quien en verdad son y no lo que involucra la reclusión casi involuntaria del ser al estar en un entorno que sabes y reconoces como no tuyo.

Y es que si la película algo nos muestra es esa reclusión y aislamiento al que todos en su determinado momento nos sometemos, que es más evidente ahora que en aquellos años, o quizá sea igual, al final de cuentas uno siempre busca la soledad como busca la compañía ("nos gusta el frío, pero nos abrigamos en el calor"). Pero, ¿qué pasa cuando ese aislamiento no lo controlamos? ¿Qué tal si la barrera va más allá de lo cultural o lo verbal? Y es que siempre hay formas de comunicación cuando lo que se quiere decir en verdad es importante y valioso, pero cuando no nos podemos comunicar con alguien más, y de repente llega alguien y nos saca de ese canal de incomunicación y entre más sea el contacto, más podemos creer que es algo más especial de lo que quizá en este caso era.

La película trata y narra muy bien este suceso y este evento cuando Charlotte va entre las maquinas de juegos, y al mismo momento que ve a los jugadores tan absorbidos en un mundo de mentira y fantasía ella se siente igual al no poder comunicarse con nadie. Pero cuando conoce a Bob en vez de llenar el vacío de su transición con sexo o sólo una aventura más como cualquiera, en verdad se conectan, y crean un lazo indestructible, ese lazo que todos deberíamos de crear con nosotros mismos antes de querer estar con alguien en verdad.

Esta es una de esas tantas películas que hay, que si bien no puedes considerar dentro de tu lista de películas favoritas definitiva de todos los tiempos, si se puede llegar a sentir por ella un gran amor (algo así como lo que te puede llegar a pasar por Eterno Resplandor de una Mente Sin Recuerdos de Michel Gondry). Además cabe señalar que esta película consagra y hace entrar a las grandes ligas como directora a Sofia Coppola, quien escribe el guión de esta cinta basándose en un amorío que tuvo con el aquel entonces también muy joven cineasta Spike Jonze, historia que le valió su primer y único Oscar hasta el momento.

Sofia es hija del gran director Francis Ford Coppola, quien la hace debutar a muy temprana edad -cuando aún era una bebé- en El Padrino Parte I, y años más tarde aparece en El Padrino Parte III, pero ahora como hija de Michael Corleone y nos regala una de esas escenas en la cinematografía difícil de olvidar junto con Al Pacino cuando le dan el balazo en frente de él casi al final de la película.

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