por ARTURO TERRONES
Para hablar de la ópera prima como cineasta del popular cómico televisivo Eugenio Derbez No se aceptan devoluciones es necesario hacerlo desde dos enfoques, el primero analizando la película como tal, su valor como obra de arte que toda película busca ser y por el otro como producto, su éxito comercial no es cosa menor y no debe ser menospreciado por las personas estudiosas del cine, no solo como arte sino como industria.
La película narra la historia de Valentín Bravo, un “Don Juan” acapulqueño interpretado por el propio Derbez, que se ve enfrentado a la paternidad tras el regreso de una norteamericana (Jessica Lindsey) de esas a las que suele jurarles amor eterno con un bebé bajo el brazo y al cual, tras pedirle 10 dólares para el taxi, abandona. Valentín entonces emprende el viaje a Los Ángeles para devolverle a la pequeña a la “gringa-mala-madre”, pero como es de esperarse el gigolo playero se encariña con la bebe y termina trabajando como doble de riesgo en películas para darle a la pequeña la mejor vida posible.
Las influencias son claras y pueden ser identificadas, desde The Kid, de Charles Chaplin, pasando por Kramer vs Kramer, hasta La Vida es Bella. Derbez arma su película en dos actos, el primero basado en su comedia donde veremos al abnegado padre poniendo en riesgo su integridad física con tal de poder mimar a la pequeña Maggie (interpretada por Loreto Peralta), hasta que la villana de la película (la cual además de gringa y mala madre es lesbiana), decide regresar para pelear la custodia de la pequeña. Es aquí donde empieza el melodrama lacrimógeno de la típica escuela nacional.
La película pareciera entonces una suma de los peores defectos de la televisión nacional: la comedia simplona y la telenovela tradicionalista aunque eso sí, filmada con mucho mayor idea de la que normalmente se usa en las televisoras nacionales (de hecho los segmentos animados donde el padre dibuja historias increíbles sobre el paradero de la madre a la niña son sin duda encantadores). Como película al final de cuentas no es ni lo peor que le ha pasado al cine nacional ni tampoco la candidata al Oscar que Derbez pretendía.
Como producto la cosa cambia o si no ahí están los 44 millones de dólares recaudados en Estados Unidos o los casi 600 millones de pesos que había recaudado en México hasta noviembre del 2013 que la ha colocado en el trono de la película mexicana más taquillera de todos los tiempos.
Después de que Nosotros los Nobles le arrebatara el trono que por más de 10 años había ocupado El Crimen del Padre Amaro, muy pocos se atrevían a pensar que su reinado duraría tan solo unos meses y que la siguiente película que lo ostentará duplicaría la taquilla de la película de Gaz Alazraki. Y sin embargo, Eugenio Derbez lo hizo, su cinta superó incluso a Monsters University de Pixar, cuyos productos suelen tener una estupenda aceptación en México. Este fenómeno se ha extendido dando resultados en filme s de características similares como Amor a Primera Visa (una comedia romántica protagonizada por Jaime Camil) o ¿Qué le dijiste a Dios? (un musical con canciones de Juan Gabriel).
La situación del cine nacional se encuentra entonces en un momento clave, este interés del público por ver películas hechas en México se suma al reconocimiento internacional que se le ha dado a cineastas nacionales en el extranjero, como a los ganadores del premio a la Mejor Dirección en las dos últimas ediciones del Festival de Cannes: Carlos Reygadas y Amat Escalante. ¿Será este momento el renacer de la industria fílmica nacional? No nos queda más que cruzar los dedos y esperar que junto con mayores recaudaciones venga también un incremento en la calidad. Al final, si esto sucede, la cinta de Eugenio Derbez (con todo y sus defectos) tendrá un mérito en ello que nadie debería escatimarle.
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