jueves, 12 de diciembre de 2013

El cine de horror en México

por MARIO BERMÚDEZ

¿A partir de qué año el cine de horror cobra vida en México? Fue en 1931 que una cinta revolucionó la estética del cine local; Drácula, entonces dirigida por George Meldford incursionó en el cine de horror. Esta producción tuvo la dicha de ser la primera que se adaptó de Hollywood, asimismo en Estados Unidos durante este año también se rodaba Drácula del director Tod Browning; es decir, en nuestro país se hacía una versión latina muy distinta de la del país del norte. Por aquel tiempo los estudios extranjeros acostumbraban acercar el cine de monstruos a otras latitudes porque les dejaba buenas ganancias monetarias.

La década de los treinta ha sido como la época dorada de este género fantástico por la importancia tenida, además se adjunta a ello el atrevimiento de los estudios foráneos, específicamente de la Universal, por mostrar el cine de horror. Igualmente a dichos puntos no demeritemos el valioso expresionismo alemán que mucho tiene que ver primordialmente con este género. En el país se realizaron algunos intentos serios donde se introdujeron los elementos de la tradición mexicana y los rasgos del cine de horror (El miedo, el ente y el grito) . Tal es el caso de La Llorona (1933) del cubano Ramón Peón; Dos Monjes (1934) filmada por Juan Bustillo y la gran producción de Fernando Fuentes El Fantasma del Convento (1934).

La siguiente década no tuvo tanto éxito como la anterior, el género casi desaparece de no ser por producciones como El Monje Loco (1940) de Alejandro Galindo; La Mujer sin Cabeza (1943) de René Cardona; Un Día con el Diablo (1945) de Miguel Delgado ó La Rebelión de los Fantasmas (1949) del director Adolfo F. Bustamante; sin embargo todo parecía estar sin remedio. Pero ¿Qué rasgos tenían los filmes en estos años? Inconscientemente se mezcla la comedia con el horror lo que declaró un serio desgaste fílmico, a esto se integran cómicos en la ambientación y estilo del horror film.

Por otra parte los años cincuenta resaltaron por dos cuestiones; primero, a nivel general el cine mexicano estaba en pleno apogeo, era la época de oro por la gran cantidad de películas producidas anualmente; segundo, a partir de 1952 ocurre un estancamiento en la industria que fue decayendo a tal grado que el cine de horror fue el único género que se vio beneficiado por esta caída.


A pesar de que el horror se teñía de elementos cómicos, en 1957 aparece una película que actualmente es un emblema y símbolo del género; me refiero a El Vampiro del mismo Fernando Méndez, sin duda una película de un logro inesperado que el cine mexicano consiguió, y ha conseguido desde aquel momento y al que se le puede nombrar como cinta de culto, un verdadero clásico y el producto de mayor éxito en el país y fuera de nuestras fronteras.

Ahora bien, a mitad de la década estudiada el cine de horror recobra esos años maravillosos de los treinta con filmes independientes. De este modo Carlos Enrique Taboada con Hasta el Viento Tiene Miedo (1967) y El Libro de Piedra (1969) introduce nuevamente los elementos del cine de horror. Dicho personaje transformó el cine de horror por su forma de transmitir visualmente el arte gótico de las novelas literarias; asimismo quita el cliché del terror, él hace suyas esas películas, cuenta la historia y le sale a la perfección .

Penosamente en este segundo aire de éxito el arduo esfuerzo empleado es vilmente lastimado en las siguientes dos décadas (1970 – 1980) donde un nuevo problema aquejaría al horror como género cinematográfico. ¿Era el principio del fin? Por medio de la saturación de producciones y descuidos en los rodajes; la lucha libre, los bajos presupuestos de las cintas con penosos resultados y la introducción de actores extranjeros matizaba el retroceso ya muy notable del género.


En los ochenta la crisis parecía ser letal porque la calidad fílmica se tornaba pésima, las producciones eran lastimeras; o sea, eran películas realizadas a la fuerza, como ejemplos me remito a Chanoc y el hijo del Santo vs Los Vampiros Asesinos (1981) de Rafael Pérez Grovas ó al Extraño Hijo del Sheriff (1982) de Fernando Durán, peor aún a la afamada Vacaciones del terror (1988) del director René Cardona. Años en los que la falta de una idea concreta no existía para promover este género y un regreso no era muy probable.

Dos décadas tristes, plagadas en rezago de firmes elementos que condujeran a una viable recuperación. Tímidamente se cocinaban en la década siguiente tres filmes que darían la cara por el cine de horror. Antes que nada cabe mencionar que el horror renació con la fórmula que ha requerido desde sus inicios con la novela gótica; es decir, el miedo, el ente y el grito. En esta línea los rodajes de Cronos (1992) a cargo de Guillermo Del Toro; Sobrenatural (1996) dirigida por Daniel Gruener y Angeluz (1997) de Leopoldo Laborde implicarían películas de calidad para una revaloración del cine nacional.

Una vez recuperado el cine de horror, en este nuevo milenio ocurre un boom con las películas de dicho género, no podemos aseverar que se trate de una consolidación porque las cintas hechas en el país no han causado un impacto notable a nivel global, simplemente son intentos de rehacer y mejorar la fórmula del cine de horror ya sea trabajando con nuestras leyendas regionales o importando ideas del extranjero para promover las cintas, en resumen es una recuperación de los años noventa. Retomando las leyendas regionales en este género, ha habido intentos de regular calidad como Las Lloronas (2004) de Lorena Villarreal; Jo’kel (2007) de Benjamin Williams o Cañitas (2007) basada en el libro homónimo de Carlos Trejo dirigida por Julio César Estrada.


Actualmente no hay filme comparado a El Fantasma del Convento ni a El Vampiro, estas son películas de culto y ejemplos para las que se han realizado y para los rodajes venideros. De nueva cuenta Ayala Blanco en La Aventura… realiza un excelente análisis de ambas cintas en las que llega a la conclusión de que son las películas más representativas del cine de horror en México. De igual forma Rosas Rodríguez y Lazo afirman lo mismo en sus respectivos estudios. Destaco el talento de los maestros Carlos Enrique Taboada y Guillermo Del Toro además del joven director Rigoberto Castañeda .

1 comentario:

  1. A mi me parece muy buena "Veneno para las hadas" y de "Cronos" no coincido en que sea una película de miedo, fantasía sí, a lo más fantasía oscura. Por otro lado, aunque pegaste el carte de "Alucarda" no hablaste ni de la película ni de su director.

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