martes, 13 de julio de 2021

"¿Qué harás cuando dios muera?": el espíritu del cine hecho con sudor, lágrimas y sangre

texto JUAN JOSÉ ANTUNA ORTIZ

Del 18 al 28 de marzo se llevó a cabo la décima primera edición del Festival Internacional de Cine de la Universidad Nacional Autónoma de México, el famosísimo FICUNAM, un festival que más allá de su longevidad, su fama, o el hecho de ser el festival de la máxima casa de estudios de nuestro país, me parece es, sin lugar a dudas, uno de los festivales más importantes del país por la voz y el foro que le da a esas propuestas y producciones valientes, que como decía el eslogan de esta edición, es cine que nos provoca.

Gracias a que este año se llevó de manera completamente virtual, recordando que justo la edición pasada se pudo realizar presencial debido que para esas alturas del año la contingencia sanitaria aún no había alcanzado los problemas que meses después obligaría a todo el país a permanecer en cuarentena, es que pudimos atender un gran número de las películas en competencia más que interesantes, pero ahora quiero escribirles sobre la que me parece fue una de las propuestas más frescas y arriesgadas: ¿Qué harás cuando dios muera?

Ópera prima de realizador Hugo Villaseñor, en la que expone y explora a dos personajes perdidos en una noción de realidad. Explora la caducada relación a la que ambos se aferran por la falta de significado en sus vidas y se nos muestra justo al principio de la película lo que vendría a ser una ensoñación de un bello momento amoroso que se sigue recordando en toda la cinta, el cual se puede definir de manera cruda y tajante: las relaciones no pueden ser eternamente así, tarde o temprano aparecen los problemas, que pueden venir de diferentes vertientes. 

Nunca se nos dice si este recuerdo es repetido por él o por ella, o por ambos, y eso es aún más efectivo en el desarrollo de la trama, al igual que la incrustación de las fotografías con mensajes. Después de este “rose mood” (que recuerda también en muchos sentidos a la llegada de Natalia a la Ciudad de México en Me quedo contigo) se nos muestra el primer intento de salvar su relación, por un lado, y la promesa de no preocuparse por dinero, por el otro. 

Pero lejos de eso, vemos como su relación viene a menos después de eso. Observamos a dos personajes que no hacen nada y no quieren hacer nada, un tratamiento directo y sin tapujos de una generación en la que parece el sistema los ha relegado, pero quizá ellos son los que no quieren ser absorbidos por el sistema, creyendo que la evasión de la realidad puede ser eterna, o al menos se puede postergar el mayor tiempo posible frente a una consola de videojuegos, mientras no se tenga el valor de hablar con la verdad, y se tenga que hacer lo necesario para vivir, o al menos, lo que se pueda, como hacer un video porno.

Como lo mencionaba al principio, la apuesta tan aventurada y valiente de la producción, así como el tratamiento crudo y serio que soporta la narrativa empleada por Hugo, es un acierto estupendo. Hay una intensidad en la trama que va subiendo de manera gradual, "poco a poco" como lo menciona el productor que graba a los protagonistas de la película. Las actuaciones son ciertamente la base de la pirámide en esta historia, ambos se complementan de manera perfecta, y realmente logran encarnar a estos dos personajes sin rumbo, pero tan definidos como quizá todos en su momento hemos sido procrastinadores de nuestro destino. A la película se le nota alma desde el minuto uno, es una película con un guion bien pensado y bien aterrizado, si bien es verdad uno esperaría que Ximena le diga la verdad a Güero y este cambie su vida de ese punto en adelante, pero, ¿por qué tendría que ser así?

Con muy poca gente involucrada comparada con otras producciones, con el propio Hugo actuando en la película, es sin lugar a dudas una propuesta muy interesante que no se limitó por cuestiones de recursos y formatos, y que hace jugar a su favor todo lo que otros dan por sentado que es inútil para el mundo del cine industrial, pero quién quiere hacer el cine grandilocuente y vacío que promueve la industria, cuando se puede hacer cine real, con el corazón, íntimo. Para comprender aún más la naturaleza de esta película, tanto su alma como su método, pude conversar con su director y vaya que resultó ser una charla muy amena y enriquecedora.

Platícame, para ti qué es ¿Qué harás cuando dios muera?, ¿Cómo la definirías?

A mí me gustaría verla y definirla como una película ruidosa y escandalosa. Al menos yo quería hacer ese tipo de película, al final cada quien puede dar su opinión, pero yo la vería de esa manera.

Me parece que ese ruido y escándalo que tú querías provocar en el espectador lo propones desde el título, que a mí me parece una genialidad. ¿Cómo es que surge la idea para darle este nombre a la película?

Me gusta esa pregunta, porque pareciera que siempre todo tiene que ser muy claro. Estamos acostumbrados a que los títulos nos digan de lo que trata o de lo que es la película; y cuando no es así, muchos pueden llegar a alterarse, o llegar a pensar: “que pretencioso este director”. Pero precisamente lo que a mí me gusta de ciertas películas es que desde el título ya pueden provocar algo. Y para mí, este título tiene que ver evidentemente con la película, pero visto desde otra manera, y al espectador lo que le puede hacer es evocar, y no darle todo en la boca. 

Por ejemplo, en Masacre en Texas, desde el principio ya se sabe que se va a tratar de una masacre, y se va a desarrollar en Texas, y digo, no está mal, pero a mí se me hacen más interesantes estos títulos que pareciera no te dicen mucho, como en la literatura o hasta en la música que, no necesariamente el título te explica de qué tratan, te puede explicar otros matices, otras cosas. 

Para el título de la película me inspiré de una novela que me gusta mucho de Luis Zapata que se llama “Vampiro de la colonia Roma”, y el libro está dividido en varias partes, y cada parte luego tiene títulos como de obras teatrales mexicanas, y había uno que decía abriendo el capítulo: “¿Y tú que piensas hacer cuando dios ya esté muerto?”. Entonces me gustó y yo empecé a transformarlo. 

Y me gustó porque para mí tenía una carga muy interesante, ya cuando yo lo formé quedó “¿Qué harás cuando dios muera?”, y pues para mí es una especie de metáfora en el sentido de que todos los seres humanos sean religiosos o no, le rinden un tributo a un dios, ya sea al dinero, al sexo, a una mujer, a un hombre, a cualquier cosa. Y era explorar ¿qué va a pasar cuando ese dios nos deje?, ¿o qué va a pasar cuando ese dios se caiga, qué va a pasar con nosotros?

Entonces, con Güero y Ximena pasa algo parecido, la película se pudo haber llamado “¿Qué harás cuando no tengas dinero?”, o “¿qué harás cuando te saquen del apartamento?”, o “¿qué harás cuando tu papá ya no te dé dinero?”, ¿me explico? Era más bien eso, como el representarlo de esa manera, todos tenemos dioses, y qué vamos a hacer cuando esos dioses caigan.

Tu película refleja la esencia de una generación, de la cual ambos somos parte, que me parece no termina de encontrar su sitio en un mundo como en el que vivimos ahora, es una generación que se enfrenta a los fantasmas de la generación de nuestros padres que a nuestra edad quizá ya tenían resueltas muchas cosas que nosotros no, que van desde lo económico hasta lo social, que puede ser desde tener una casa, hasta formar una familia; y me parece tu película es crítica en ese aspecto, pero sin tanto resentimiento ¿Qué tan duro fue para ti plantear esto?

Si, totalmente. Digo, al final, yo hice esta película y tratando de hacer otras con temas que conozco, es la única manera en que yo puedo interesarme en hacer cine, es en cosas que me duelen y cosas que me importan. Y con esta película yo intentaba eso. Hay mucho de mí en Güero y Ximena, quizá no tanto, porque claro, hay mucha más ficción en ese sentido, pero básicamente es una historia sobre el miedo a crecer, sobre el miedo a la vida de alguna manera, y todo lo que significa vivir en este sistema político, económico y social, y más ahorita en este México tan turbulento que estamos teniendo como país, y básicamente es eso. 

En mi caso por ejemplo, yo estudié en una escuela de cine, y ya llevaba cinco años de haber salido y no había hecho una película, y entonces yo mismo me empecé a autoflagelar diciendo: “pues disque soy director de cine pero no hago cine”, entonces yo mismo me empecé a encasillar en moldes, comparándome con otros cineastas de mi edad o más jóvenes, hasta que una noche en la que me sentía muy agobiado, eso sería en el 2017, me empecé a cuestionar y dije, es que Hollywood también nos ha hecho creer que todas las películas tienen que ser ultra interesantes, y siempre tiene que haber cosas increíbles; o salvan al mundo de los rusos, o Tom Cruise nos salva de una invasión alienígena, pero mi vida no es así. 

Yo me despierto, me baño, desayuno, salgo a caminar con mi perro, trabajo en la compu, como, veo una serie tal vez, me duermo; digo, tampoco pasa mucho, entonces eso significa que no es digno de que yo no pueda contar una historia. Me empecé a clavar en el tema de que lo cotidiano también puede ser digno de contarse, o lo “aburrido”; entonces empecé a trabajar con esos elementos, y de alguna manera también con el miedo hacia el futuro, a mi futuro, más como alguien que se dedica al cine; y las artes a veces, o casi siempre son las más dañadas en tiempos de crisis, y quizá el escenario más inseguro a nivel económico. 

Entonces comencé a pensar en eso, en cosas que yo he vivido y cosas que he visto con amigos y básicamente es eso. La película también es un homenaje a lo cotidiano que creo que es digno y que se debe de contar también, el cine también lo puede hacer, el cine no solo es un changuito cilindrero que nos ayuda a entretenernos y nos va a contar el “snyderverse”, sino que también puede hacernos preguntas que nos incomoden, y hacernos reflexionar.

Claro, y me parece que también el cine puede hacernos ver nuestras carencias, nuestras emociones, y revelarnos que quizá no todo es tan armónico en nuestra vida como lo creíamos. Me parece que tus personajes principales, que son el eje central de la trama, tienen una fuerza y un imán, tanto juntos como individualmente, a la que uno no puede ser indiferente y por eso uno se engancha tanto con la película ¿Ya tenías contemplados a “Pelucas” (Eduardo Martínez) y a Jocelyn López para la película? ¿O fue mediante proceso de casting?

Qué interesante eso que dices. No, yo realmente escribí la película y pensé inmediatamente en “Pelucas” porque yo ya había visto Te prometo anarquía y me encantaba la espontaneidad de este hombre, yo no lo conocía en ese momento personalmente. Me parecía tan atrayente, tan grande en cuadro, tan simpático; entonces pensé en él. Y tiempo después platiqué con él, le enseñé el guion, que básicamente estaba escrito para él, y aceptó. Y con el papel de Ximena lo pensé para Jocelyn, que estudiaba en la misma escuela que yo, pero ella estudiaba actuación. La verdad es que debo decir que eso del casting no es algo que me interesa, no ahorita por lo menos, no pienso en esos términos. Cuando empecé a escribir la película me vinieron a la mente estos actores que yo necesitaba.

Entonces se podría decir que en ese contexto todo se dio como lo planeaste

Exacto. Y la verdad es que además todo se dio muy orgánico.

Mi siguiente pregunta se conecta de alguna manera con esto, con lo orgánico de los proyectos, con las conexiones entre personas y el hecho de que se den las cosas cuando uno empieza un proyecto con más corazón que dinero, como lo suelen ser la gran mayoría de películas independientes en nuestro país, que visto desde una situación muy privilegiada dirán que son hechas con muy poco dinero, pero que al final de cuentas es dinero que sin apoyo alguno por parte de gobierno o instituciones, muchas veces cuesta mucho trabajo y esfuerzo poder conseguir. Sé que en el caso de tu película hubo muy poca gente involucrada, haciendo incluso más de una cosa, tu propio caso que además de dirigir, editas y actúas ¿Qué tan importante es el hecho de crear comunidad y hacer cine con amigos?

Muy importante, así te lo digo. Sin todos ellos esta película no existiría. Y no es una frase hecha ni mucho menos, sino que realmente no hubiera podido hacer esta película porque como bien dices, es caro, y aunque haya sido una película barata, es dinero que ayuda, y que te puede afectar también el no tenerlo. Como dices, no tuvimos apoyo alguno del gobierno, y yo de una forma muy ingenua dije, “pues la filmo con lo que tengo, consigo aquí y allá, y la filmamos”, pero no; eso era para el primer nivel, porque sí, ya la filmaste, eso está padre, pero todavía te falta el diseño sonoro, todavía te falta la corrección de color, todavía te falta la música, el DCP.

Al final todo eso va encareciendo la película de recursos. Por ejemplo, si tomamos en cuenta que la película la terminé de filmar en el 2018, y la terminé prácticamente un mes antes del FICUNAM, entonces fueron casi tres años en postproducción, y al final me ayudaron muchos amigos, familiares. Por ejemplo, tengo un primo que hace corrección de color, él se rifó esa chamba, algunos amigos el sonido, fue así que salió; y aunque fue ayuda en especie, pues todo eso va sumando, pero igual, todo el estrés, es como parir un hijo, un hijo que llevas cargando casi tres años. Y la verdad es que aprendí mucho, pero fue que salió gracias a eso que tú dices, a que se hizo comunidad.

Y es eso que tú mencionas, al final, aunque haya sido en especie, es el tiempo que le invierten, no por nada está ese dicho que dice “el tiempo vale oro”

Exacto. Ahora que comentas eso, a los actores se les trató de pagar algo digno, pero, por ejemplo, en el caso de Gerardo “el diablo”, el que hace al director porno, pues él no es actor, él en verdad es director de cine porno, de hecho, tiene una productora que se llama “Mecos Films”, y él me apoyó, porque lo que se le estaba pagando a él era algo ridículo, pero él lo hizo por el hecho de ayudar y de apoyar, y no por el dinero. Y realmente fue gracias a todos ellos que nos apoyaron.

Y al final de cuentas creo que es un fenómeno bien lindo y bien interesante porque, muchas veces no se dice, o sí se dice, pero luego se toma como bien dices, en un lugar común, el hecho de comentar que el cine independiente en México, o las personas que lo hacen, están por la satisfacción de colaborar en los proyectos, no están por una cuestión monetaria en sí, o quizá sí, pero no es el principal objetivo, es más que nada por amor a un proyecto. Cuando encuentras en la historia algo que te dice que sabes que tienes que estar ahí, que tienes que sumar a eso porque, de cierta manera, yo veo a estos proyectos como pequeñas semillas que van a formar un nuevo camino en la escena del cine mexicano. Y me parece que tu película apunta para eso. Y precisamente la siguiente pregunta va sobre eso, sobre esta escena del cine independiente mexicano ¿Cómo percibes el espíritu de este nuevo cine, hecho por jóvenes que no se detienen ante la poca ayuda de las instituciones culturales para este tipo de proyectos, y que generalmente el poco apoyo suele caer en proyectos que son comercialmente más atractivos, o a los mismos realizadores de siempre, descuidando a este cine independiente que a mí me parece es el que tiene más voz, vigor, fuerza?

Pues yo la veo realmente con mucha energía, la verdad. Yo la veo como algo emergente, que va subiendo. FICUNAM es el ejemplo, hay muchas películas que ya tenían apoyo, algunos del gobierno, otras de otros festivales, pero aun así tardaron años, está el ejemplo de 499, que contaba el director que tardó siete años para levantar la película, o sea imagínate. O Los plebes, de mi compa Eduardo (Giralt Brun) también él se la aventó así, ahí la gente lo apoyaba con una torta, unos refrescos, un lugar donde quedarse a dormir. Al final, todo FICUNAM es el reflejo de eso. Entonces, yo veo que amigos y amigas que tengo están haciendo cine de esa manera. Igual tú, con tu cortometraje, uno hace las cosas con lo que uno tiene. 

La ventaja hoy día es que ya con un celular te bajas algún programa gratuito, incluso con una cámara no tan chingona, digo, ya puedes grabar, entonces creo que ya es un poco más fácil, pero sigue habiendo dificultades, pero creo que sí está naciendo una nueva generación de cineastas que ya no le tienen miedo al aspecto económico, y eso me parece maravilloso.

Yo veo que es una generación que va perdiendo miedo a muchas cosas, me parece, a lo económico, también a la cuestión de formatos, que no le da miedo experimentar, que no se clava tanto en esta limpieza o finura que en ese aspecto tu película también es un ejemplo, que es una película completísima, y cómo muchas críticas se enfocaban solo en aspectos técnicos, o en cuestiones del guion, que si bien son cosas importantes, pero que no son las únicas cosas que conforman una película, muchas veces las cuestiones técnicas salen sobrando, o me parece muy superficial el hecho de ver una película solo desde ese cómodo punto de vista, porque también hay una especie de responsabilidad cuando uno escribe sobre cine.

Totalmente Juan. Y la verdad es que eso también es un tema porque había gente que, digo, hay gente a la que le gustó, hay gente a la que no, y eso está bien; hay gente que me escribió diciéndome que era un enfermo, que era un pretencioso, que la película era machista, violenta, abusiva, pero a otra gente le gustó. Pero a lo que voy, y que me pareció interesante, es que había comentarios que me daban risa.

Había por ejemplo los que decían: “¿quién le dijo a este mamador que cursando el primer semestre de carrera ya puede hacer una película? Es un ejercicio todo culero. No sabe filmar”. Y se me hace bien interesante con lo que dices porque para mí es un tema bien importante. Creo que el cine actual, no todo, pero la gran mayoría, se concentra en lo aséptico. Es un cine ya muy limpio, muy perfecto; en donde todos buscan la mejor cámara, que sea super nítida, y eso para ellos es la calidad, cuando ven una película dicen: “qué gran calidad tiene”, pero sólo están hablando de la calidad técnica. 

Y el cine va mucho más allá, no sólo es esta perfección del “glamour” del cine, porque esta es una idea que todos tienen, o tenemos, o teníamos, de que en el cine todo tiene que salir perfecto, que a los actores no se les tiene que olvidar ningún diálogo, no se deben de trabar; entonces, yo lo que quería hacer con esta película era todo lo contrario, porque eso también es cine, porque al final, quizá pueda sonar pedante o pretencioso, pero la gran mayoría de las películas mexicanas se ven igual, parece que lo dirige el mismo director, parece que lo hace el mismo cine fotógrafo, parece que lo musicaliza la misma persona, parece lo mismo. Por ejemplo, si miras en Netflix las películas mexicanas que tienen, se ven igual.

Y eso se ve desde el poster.

Exacto. Debe haber algo diferente, se pueden hacer otras cosas distintas, y se deben de hacer. Y bueno, yo lo que hice con esta película fue experimentar. O no experimentar, sino contarlo de otra manera, yo no le debo cuentas a una casa productora ni mucho menos, pero sí estoy seguro de que mi película a nivel estético y en otros niveles, sí se puede distinguir de otras. Ya si quieres decir que está bien fea, o lo que sea; al menos si se ve muy diferente a otras películas mexicanas, y para mí sí era algo bien importante, ir en contra del status quo y del “glamour” del cine. Se pueden hacer películas de otras formas, y es necesario.

Hay algo que a mí me gusta de sobremanera de tu película y es la cuestión musical, la cual me parece le da un brillo desde ese punto que atrapa, de diferentes formas y en diferentes escenas. En su momento te comenté que a mí la fuerza musical me hacía recordar, por ejemplo, a Te prometo anarquía, que, si bien ya es una película con más recurso, el espíritu de ser una película diferente se le nota de alguna manera gracias a la música, y alguna vez Julio Hernández Cordón nos comentó que gran parte del presupuesto se fue en conseguir la música ¿Cómo fue en tu caso?

Fue algo bien padre porque Israel (Ramírez), el líder de “Belafonte sensacional”, es mi amigo, llegamos a un acuerdo, y entonces nos colaboró. Y la demás música es de “Los Negretes” y de “Teresa Cienfuegos y los cobras”, y el líder es el mismo, y él también es mi compa, y entonces le gustó la película, hablamos y llegamos también a un acuerdo, de hecho, él también es cineasta. Y se pudo hacer de esa manera. Y como te digo, al final fue una conexión con gente super generosa, super amorosa, que vieron algo en el proyecto y les interesó, y si no hubiera sido por ellos no hubiera salido, porque como te digo, pues dinero no, como diría un primo, es una película que se hizo con tres pesos. Realmente fue por la gente que creyó y apoyo al proyecto que esta película se logró hacer.

¿Qué tanto trabajo se hizo en la postproducción de la película?

Fue un proceso duro, porque como te comentaba, fueron como tres años, y no lo digo con ánimo de lamentarme ni mucho menos, pero si le sufrí con la edición. Pero también lo gocé, aunque fue complicado. Y luego empezaron a nacer otras cosas, por ejemplo, la secuencia de las patinetas, la animación, es algo que no estaba planeado en el guion, fue durante el proceso de filmación que nació, y también las secuencias de fotografías fijas, todo eso. La verdad es que sí me pareció muy cansada y muy dura la edición y la postproducción, pero fue muy interesante y muy rico, y lo agradezco, porque al final uno aprende muchísimo en eso y vas viendo que la película es como un ser vivo, como un bebé que empieza a moverse, y empiezas a moldearlo y ver de qué manera puedes ayudarlo para que nazca.

Justamente, me parece que una película, o el proceso de hacer una película, es algo orgánico, la película por sí misma va pidiendo su cauce, se va moldeando sola, tú nada más te vuelves un medio para ayudarla a contenerse, o contener el proyecto, pero también contenerte tú de alguna manera, porque supongo que hubo cosas que quizá tú querías meter en la película que quizá en un principio eran importantes para ti, pero que quizá en el montaje no funcionaron.

Ahora que lo mencionas, hubo una escena que nos costó dinero, a mí me gustaba en el papel; fue un trabajo también de efectos visuales, y era una escena en la que al final de la película, cuando Ximena se está bañando, esto no se lo he contado a nadie, entonces en la escena se está bañando, y yo en el guion puse que daba a luz a un pulpo. Se veían las piernas de Ximena, y con un sistema de mangueras empezaba a chorrear sangre, y salía botado un pulpo lleno de sangre y me parecía padrísimo en el papel, pero ya cuando lo vi, estaba bien hecho, pero no iba con el “mood” de la película, no iba con el sentido de la película, y te voy a decir algo, sí duele eso, porque nos costó el pulpo, nos costaron varias cosas, pero uno va aprendiendo que hay cosas que tienes que sacrificar por el bien de la película. 

Y otra cosa que me parece interesante de lo que dices, es que una película a nivel edición se puede hacer eterna, puedes editarla eternamente, y entonces aparece la pregunta de: “¿Cuándo hay que parar?”. De hecho, fui a una plática donde había varios cineastas, y estaba Julio Hernández Cordón, y una de mis preguntas era para él, porque yo estaba en ese punto de la película, y mi pregunta fue: “¿cuándo sabes que ya está la película? ¿Cuándo detienes la edición? ¿Cuál es la señal?” y Julio decía que uno tenía que ponerse una meta, pero que también tenía que haber algo instintivo para saber cuándo había que pararlo. Y eso me costó mucho, porque como dices, yo podría seguir editándola, pero también hay que saber soltar, vivir con ciertas cosas, con ciertos errores y decir ya, se acabó, como esté. Pero también, por otro lado, es liberador, porque se acaba un proceso, y empiezas otra cosa. 

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