viernes, 27 de diciembre de 2019

Arcelia Ramírez: la responsabilidad detrás del cine

texto y fotografía ANDREI MALDONADO

Una de las invitadas más importantes que tuvo la onceava edición del Festival de Cine Mexicano fue la maravillosa actriz Arcelia Ramírez, a la cual muchos la recordamos en películas como La mujer de Benjamín, Así es la vida, Perfume de violetas y Las razones del corazón, entre muchas otras.

Tras su participación dentro de la mesa panel “El cine ¿una herramienta contra la violencia de género?”, en la cual compartió diálogo con la cineasta Ángeles Cruz y la también actriz Lourdes Villarreal, Arcelia regaló una breve entrevista para Cinéfagos, la cual les compartimos a continuación.

¿Cómo diversificar los contenidos que se exhiben en el cine nacional? ¿De quién es la responsabilidad?

Es una responsabilidad de todos, de los directores, de los actores, de los escritores, de los productores, de todos los que hacemos el cine, el teatro y la televisión, pero también debemos contar con la participación apasionada del público. El público tiene que responder al llamado de estos otros materiales. Por eso yo celebro cuando se inaugura un nuevo festival, sobre todo porque en este país todavía no hemos conseguido proteger nuestra cinematografía para que tenga una exhibición y una distribución dignas.

Como todavía no hay leyes que protejan nuestra cinematografía y aún nuestras películas se quedan enlatadas, solo se distribuyen las que van a tener éxito comercial. Lamentablemente muchas de esas películas son réplicas de fórmulas que funcionan en Estados Unidos, en la industria comercial de Hollywood. El cine de autor, el cine que promueve otras estéticas y narrativas, está muy débil, con pocos estrenos o con estrenos en pocas salas, con malos horarios, o con solo una semana en proyección.

Ahora el espectador la tiene más difícil, porque con las plataformas tienes el material de consumo a la mano, uno tras otro, contenido adictivo el cual nos satura. Aun así, todavía podemos hacer un esfuerzo por acceder a este otro material, no solo mexicano sino mundial, gracias a los festivales, que en México son cada vez más y son una ventana para este otro cine.

¿Qué prefieres, trabajar con cineastas nóveles como lo fue en su momento Carlos Carrera o con experimentados como Arturo Ripstein?

Tanto jóvenes como expertos tienen ante ellos el desafío de contar una buena historia. Normalmente son historias que los apasionan y a las cuales les han invertido muchísimo esfuerzo previo. A veces para hacer un guion hay que investigar mucho o incubar la idea por años, darle un tratamiento, luego otro.

Realmente el cine mexicano es todavía muy artesanal y por eso me parece mucho más valioso. No son fórmulas que se hacen rápido, sino es algo que se va construyendo y puliendo. Comúnmente son historias poderosas, que ya pasaron incluso por todos los filtros de los apoyos gubernamentales, pues en su mayoría el cine de autor nacional está subvencionado por el Estado.

Para mí trabajar con un director joven o experimentado me representa el mismo desafío, entender la visión de ese director: comulgar con él y entender su historia, ser dúctil, obediente con el personaje y estar en sus manos para conocerlo a él también y apropiarme de su historia. Descubrir a un nuevo director es padrísimo, pero también lo es re-descubrir a alguien con el que ya has trabajado y hacerlo con un nuevo proyecto siempre es algo divertido.

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