viernes, 19 de abril de 2019

La Notte: el amor en pareja según los italianos

texto JUAN JOSÉ ANTUNA ORTIZ

Para los italianos la familia y el amor son muy importantes; pero algo más importante para ellos sin lugar a dudas es el amor en pareja, el matrimonio y las aventuras, y esas historias que vienen desde la antigua Roma quizá sean tan emblemáticas como el mismo Coliseo, la Fontana di Trevi o la Torre de Pisa.

Y si un director ha retratado de manera digna, en cuanto la realidad y la calidad de la historia y el conflicto que se crea entre los personajes cuando el matrimonio y las aventuras cruzan su camino, ese es Michelangelo Antonioni. Hoy les escribo en lo particular de La Notte. Protagonizada por Marcello Mastroianni, Jeanne Moreau y Monica Vitti, la trama de la película se centra en un día clave en el matrimonio y la vida en pareja de Giovanni y Lidia.

Él, un famoso escritor, ella; simplemente su esposa. Van a visitar al hospital a un amigo al que le queda poco tiempo de vida, que parece tener un pasado más unido a Lidia que a Giovanni. En este punto se ve recelo de Giovanni, al menos para justificar sus actitudes mostradas en el transcurso de la película, y lo que parece ser sus actitudes en el pasado, en este lugar Giovanni tiene cierto tropiezo con una mujer enferma y de personalidad inestable, desde ese punto se nos empieza a mostrar la fama de mujeriego que se atribuye al escritor.

Esa misma noche, después de que van a la presentación del nuevo libro de él. de donde Lidia se marcha sin avisar a Giovanni recién llegan: deciden ir a un club nocturno, allí se encuentran con una persona que los invita a una fiesta en la mansión de un excéntrico millonario.
Allí se reafirma esta tesis del desapego y el alejamiento que se genera entre dos personas que se han conocido desde hace mucho tiempo, que se conocen todo y ya no hay más misterios que descubrir en sus vidas, cuando nada les queda más que el amor.

Lidia, alejada en un principio por la esposa del millonario que después la deja para atender asuntos de las amistades, empieza a ser observada con minuciosa atención por un guapo asistente, con el cual luego de rehuirle por un largo rato, termina por ceder a sus encantos, pero sólo hasta que se acuerda de su marido, quien se ve envuelto en el enredo de un juego de la seductora hija del millonario, juego que los conduce a una situación en la que creen que nadie los verá, ya que todos abandonaron la sala del juego.


Lidia los ve, pero lejos de sentir algo, no cambia nada, pues ya no hay nada, sólo amor y años de compañerismo entre ambos. Tras un intercambio de palabras y confesiones entre los tres en la habitación de la joven, Lidia se va y Giovanni la sigue fuera de casa a un jardín alejado de la mansión, donde afuera ya está a punto del amanecer.

El encuentro entre ellos solos se da y en silencio, al final de este, se revela eso que los une, luego de que Lidia le dice algo que Giovanni que ya no recuerda, al mismo tiempo que ella le afirma que ya no lo ama; eso que no es la costumbre, no es la atracción, no es el placer o el sexo, eso que queda entre los dos es el amor, y Giovanni se lo entrega, aunque la cámara y nosotros ya no estemos presentes.

La tesis de Antonioni con la presentación de la película busca y encuentra armónicamente un lenguaje basado en sutilezas y cosas cotidianas, la forma de decirnos que la pareja se va alejando hacia lugares diferentes; lo vemos a él entre mucha gente, donde todos lo notan y tienen su atención, mientras a ella la vemos sola, intentando permanecer a un momento, o al menos ser notada ya sea deambulando por las calles de Milán, o en alguna fiesta alejándose de la gente a pesar de su belleza y la luz que desprende.

Otros directores trabajaron sobre esta premisa tan italiana, la incapacidad de decir las cosas abiertamente y esperar que el otro acabe con la situación a través de provocar el celo en la pareja, y así confesarse profundo amor o acabar con la relación de una vez por todas.

Pietro Germi lo hizo con Divorcio a la italiana y lo abordó desde una perspectiva más cómica; Rossellini también con su Viaje a Italia lo hizo un poco más abierto e incluyente; incluso un no italiano, pero amante de este cine como lo es Godard. planteó una postura sobre este tema, abordándolo a la par con una metáfora de una civilización que en la antigüedad tenía territorios en lo que hoy es Italia, como lo es la cultura griega en El Desprecio. Pero me parece que nadie lo hace como Antonioni de una manera tan abstracta, mesurada, incluso poética, sin caer en el tapujo o en lo cerrado, es sutil, pero bello la manera en que se narra el discurso.


Antonioni fue cuestionado por parte de la sociedad conservadora europea sobre sus formas de ver al matrimonio como una institución fallida, nada más alejado de la realidad para quien conoce el cine de Antonioni. Quizá se ridiculice a la tonta necesidad de los humanos de seguir en relaciones donde ya no hay amor.

Una pieza musical hermosa y conducida por Giorgio Gaslini, la fotografía de Gianni Di Venanzo, el montaje de Eraldo Da Roma y el guion co-escrito por el mismo Antonioni, que es por demás excelso y, a mi manera de leer, un drama perfecto. Galardonada en 1961 con el León de Oro en el Festival Internacional de Cine de Berlin, y demás galardones en su andar por varios festivales alrededor del mundo.

Una de las películas más mediáticas y celebradas del director por todo amante del cine italiano, de las películas románticas, críticos, cinéfilos y cinéfagos en general, que, sin llegar a ser tan indispensable en la historia del cine mundial, no deja de ser una clase maestra de cómo desarrollar situaciones en pareja, con actuaciones, tan trepidantes como mesuradas y de la calidad que sólo los protagonistas de la misma podrían dar.

Para muchos esta es una de las películas más románticas en la historia del cine, aun cuando lo que retrata es el alejamiento de una pareja en crisis, y como esta se supera en un arrebato de sinceridad y entrega, sin utilizar palabras, como en el cine mudo.

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