jueves, 25 de abril de 2019

Alien Resurrección: hasta las mejores sagas tienen tropiezos

texto ANDREI MALDONADO

Sin duda alguna la menos aplaudida por la audiencia (quitando del canon oficial los crossovers de Alien v Depredador) es Alien: la resurrección. Dirigida por Jean-Pierre Jeunet (antes de ser quien fue con Amelie) esta cuarta película se desarrolla argumentalmente 200 años después de la muerte de Ellen Ripley en Fiorina 161, de donde unos científicos han sacado sangre para clonarla.

El objetivo de estos científicos es conseguir clonar también al xenomorfo que Ripley llevaba en su cuerpo al morir, lográndolo tras siete intentos fallidos. Lo que sigue a continuación termina siendo previsible en ciertos sentidos: el xenomorfo en turno era una reina, por lo cual pone decenas de huevos que terminan infestando la nave Auriga y matando a la mayor parte de sus tripulantes.

Sin embargo, y pese al poco impacto que logró tener en taquilla, Alien: resurrección ofrece ciertos aspectos destacables a nivel guion. Si bien es cierto hay demasiados personajes intranscendentes, los hay muchos muy significativos que se agregan al de Ripley, siendo el principal el que interpreta Winona Ryder como el androide Cole, que juntas consiguen un binomio perfecto.

De hecho, el clon Ripley ofrece mejoras en el personaje: la hibridación de ADN con el xenomorfo le ha brindado súper fuerza, junto con sangre ácida e instintos animales. Por otro lado, el ADN humano ocasiona que la reina deje de poner huevos y dé a luz a un nuevo xenomorfo: un humanoide sumamente hostil, que cree que Ripley es su madre, y hará todo por estar con ella.

Por cierto, esta película no se salvó de las alteraciones de guion. Un final alternativo ofrecía una mirada a lo que no habíamos visto nunca en el universo Alien: el planeta Tierra. Lo que ven Ripley, Cole y los demás sobrevivientes es una París destruida, con la torre Eiffel colapsada. Ese final fue sustituido, en cambio, por una vista aérea de los océanos y la Tierra en perfecto estado.

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