Dejando de lado la fallida fusión de franquicias entre Alien y Depredador, se anunció el regreso de Ridley Scott a la franquicia que iniciara él mismo en 1979. Para esta ocasión el cineasta narraría la historia desde varios años antes de la llegada de la Nostromo al LV426. Fue así que vio la luz Prometeo, una nueva etapa en la forma de contar la historia de los temibles xenomorfos.
Obligada por la Fox a ser publicitada como precuela de El octavo pasajero, Prometeo ofrece al espectador algo más que una historia sobre bichos espaciales. Es una odisea emprendida por la científico Elizabeth Shaw, la cual cree haber encontrado a los creadores de la raza humana. La acompaña su esposo Charlie Holloway, también interesado en conocer el origen de los humanos.
Una vez en LV223 los tripulantes de la nave Prometeo se encuentran con lo que parecen ser antiguas ruinas extraterrestres, pero en realidad es un vehículo espacial similar al de la primera película de Alien. En esta un alienígena igual al encontrado en aquella historia (aquí bautizado como “ingeniero”) transporta un peligroso patógeno capaz de mutar el ADN para crear horribles bestias.
Esta historia reconfigura el universo Alien y se adentra en otras temáticas todavía más profundas, como el origen de la vida. Los ingenieros, creadores de la raza humana, pretenden acabar con la vida en la Tierra. Por otro lado, por primera vez nos adentramos en la psique de un androide: David, quien desea saber qué se siente ser capaz de crear, como han hecho los humanos con él.
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