martes, 5 de septiembre de 2017

Paterson: ese cine de autor tan necesario para sobrevivir

texto JUAN JOSÉ ANTUNA ORTIZ

Si de algo se ha encargado esta revista, ademas de alimentarnos del séptimo arte, es de mostrarnos la importancia de los cineclubes en la vida de un cinéfilo, de un cinéfago, al tener a sus dos fundadores dentro del circuito interno de lo que es un cineclub, tanto como fundadores, ponentes, y espectadores, por lo que hablar de la importancia de estos espacios es un poco redundante en esta ocasión, pero de lo que sí les quiero hablar es de una película que vi en uno de estos espacios y que recae muy bien en la finalidad que tienen los cineclubes según su servidor.

Para empezar les comento que he estado en muchos cineclubes y salas de cine alternativas, he visto películas en estos lugares que de otro modo no hubiera podido ver en pantalla grande, y digo, siempre existe la opción de verla en un sitio de streaming, pero no te da la misma sensación que si la ves a lo grande, lugares donde puedes beber café, una cerveza, una copa de vino y charlar y escuchar a personas desconocidas por minutos que al igual que tu aman el cine como arte. Pero esta ocasión el cineclub en el que vi esta película era de ensueño, un lugar al aire libre con un enorme árbol en el patio, cayéndonos el atardecer y mirando altas palmeras a lo lejos y con una pantalla que parecía estar viva, no hacían más que hipnotizar al espectador, algo que los grandes cines de las distribuidoras nacionales no pueden brindarte.

La película en cuestión de la que les quiero hablar es el más reciente trabajo del cineasta Jim Jarmusch, Paterson. La sinopsis breve que les podría dar de la película es que trata de una semana dentro de la vida de Paterson, un joven conductor de transporte público en la pequeña ciudad de Paterson, New Jersey, el cual es un admirador de William Carlos Williams y le gusta escribir poesía sobre su vida cotidiana de este lugar, lo que pasa cada día, lo que ve cada día, lo que escucha cada día, mientras escribe a la par un poema de amor para el amor de su vida, y ya; de eso va la película, pero solo en la forma, porque en el fondo esta película es mucho más, y aunque no quería en un inicio profundizar tanto en ella, al final de cuentas qué sería del cine y del arte en general si no profundizáramos tanto en él.

Antes que todo quizá sea pertinente comentarles que esta película se exhibió el año pasado dentro de la selección oficial del Festival de Cannes, y eso no es casualidad, de hecho, para profundizar aún más y sólo como comentario general, creo que no es casualidad el hecho de que el Festival de Cannes exhiba este tipo de películas y las de a conocer al mundo en el mes de mayo, un mes antes de que empiece la tan tormentosa temporada de verano del cine hollywoodense que, aunque sin generalizar, nos quita más de lo que nos deja.

Y como ya lo dije antes, sin comentar tan profundamente la trama de la película más que la pequeña reseña ya realizada, ni indagar tanto en el cine de Jarmusch, del cual tampoco conozco todo a profundidad y del cual ya les comentaré algo en próximos números, hablemos en cuestión sólo del trabajo dentro de esta película. La película está plagada de referencias y pestañeos a lo que ha sido el cine de Jarmusch desde siempre, y aunque uno podría pensar qué caso tiene ver una película plagada de cosas que ya hemos visto del mismo director, la forma como las plantea es lo que hace valioso este trabajo. Un trabajo contemplativo, lleno de detalles, donde la fotografía juega un rol más que importante.

Como en todas las películas de Jarmusch el elenco es minimalista, también podemos ver su amor por la música, su amor por las charlas sin sentido con todo el sentido del mundo, su amor por los silencios, por el blanco y negro (hay más de un guiño sobre este tema y en concreto hacia su cinta Coffee and Cigarettes) y por sobre todas las cosas, su amor por la poesía. Y es que la poesía acá está en todos lados, literalmente "se respira poesía", pero no es una poesía de otro mundo, no nos lleva a volar ni es fantasiosa ni mucho menos pretenciosa, es poesía que uno ve todos los días y no ve, al despertar, al ir a trabajar, al ver gemelos, al platicar de lo que soñamos, de cómo asociamos una caja de fósforos con la dualidad.


Vemos cómo en una semana en la vida de Paterson, que pareciera todos los días pasa lo mismo, nada pasa igual. Este personaje que fácilmente se podría identificar con el mismo Jarmusch, al cual no le llama la atención ni la fama, ni el reconocimiento, que ve el muro de las grandes celebridades que han nacido o pisado Paterson. Aunque sabe que él podría estar ahí, eso no le quita el sueño, él sólo gusta de disfrutar la música en ese lugar justo después de dar un paseo con Marvin y las charlas que se suscitan y nacen ahí mientras bebe y ve su tarro de cerveza.
 
Como pequeño spoiler sólo les comentaré que la película está dedicada al perro que interpreta a Marvin, quizá otro pequeño spoiler seria la referencia a otro cineasta independiente y del cual sí conozco un poco más como lo es Wes Anderson, al mostrarnos a la pareja de niños de Moonrise Kingdom ya grandes teniendo una charla en el autobús preguntándose si serán los únicos anarquistas que quedan en Paterson.

Este hombre podría publicar sus poemas, pero no le interesa, a él sólo le importa escribir para la mujer que los inspira, una mujer un tanto complicada pero que la ama. Un hombre sin teléfono celular pues el mundo ya funcionaba antes de estos, un hombre que es capaz de reconocerse a sí mismo en una niña de 10 años. Y así podría seguir hablando de este personaje que es Paterson, porque toda la película gira alrededor de él, de su percepción en todas las cosas, en el tiempo, en su mirada, en su pluma, su cuaderno secreto y sus letras.

Hay montones de situaciones que se podrían ir al lado cómodo para darle más ritmo a la película, caer en clichés propios del cine, pero Jarmusch tiene muy claro desde un inicio lo que nos quiere decir y a eso me refiero cuando digo el fondo. El final no se siente vacío como en otras películas muy profundas que nos entregan algo tan incoherente para comentar. Esta película termina y termina, como diría Shakespeare, ni ahí es pretencioso Jarmusch ni cae en el cliché.

Paterson es una de esas películas que te hacen sentir feliz y pleno cuando acabas de verlas, porque te hacen apreciar más las cosas que pasan frente de ti y antes veías tan comunes. Una película contemplativa, un cine que probablemente no sea para todos los gustos, por eso sólo la verás en lugares como un cineclub, lugares tan necesarios para que el arte y su esencia puedan sobrevivir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario