lunes, 3 de abril de 2017

Adaptación e inspiración, discursos divergentes

por ANDREI MALDONADO

La discusión entre los puristas de la literatura (llámese críticos, lectores o escritores) y quienes hacen o gustan del cine, con respecto a la fidelidad de interpretación que se hace en un film sobre una obra literaria encuentra punto crucial y divergente cuando se habla de inspiración.

Si ya una adaptación es en sí una obra particular, independiente al texto original, que solo obedece a los conocimientos, gustos y deseos del director, la inspiración es aún más independiente, puesto que su fuente de recursos no se limita a una obra en sí. El guión cinematográfico de una película aparentemente inédita puede tener base en poemas, cuentos, leyendas, mitos o novelas, de diversos géneros y autores, convergiendo todos al mismo tiempo, a fin de crear un relato nuevo.

Esto sin duda marca al guión cinematográfico como un género literario propio, cuyas posibilidades de múltiples discursos es ilimitada. Y es que es libre de tomar elementos de obras diversas y retomarlos desde lenguajes solo conocidos por el director, ha contrario de una transcripción, que es una rigurosa traslación de lo mostrado en el texto dramático original, en el cual solo se hacen modificaciones para poderlo plasmar al celuloide; e incluso más libre aún que la adaptación, que por mucho que logre tener un tinte propio, no deja de ser una obra ya escrita con anterioridad.

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