Son muchas preguntas la que inquietan la existencia, desde ¿Quiénes somos? hasta ¿por qué estamos aquí? Pero hay otra pregunta que no ha dado una respuesta sólida para comprender en totalidad su causa ¿Para qué sirve el arte?
Cuántas películas, libros y obras de teatro han generado tal inquietud. Una de esas obras es la puesta en escena de “La representación”, dirigida por la duranguense Carmen Flor, que desde hace tiempo reside en la Ciudad de México, siendo ahí donde ha forjado su carrera artística, y recientemente regresó a su ciudad natal para presentar una obra que en verdad sacude lo más profundo de nuestro ser.
Con tres personajes en el escenario narra la historia de la obsesión de un hombre con el recuerdo de su esposa, buscando a una actriz que interprete el papel que tenía su querer. Mientras pasan los minutos el montaje va de un drama a una atmosfera oscura, llegando a un final más que inesperado, aterrador, negro como el ser malvado que se esconde en todo ser humano, evocando a uno de los personajes icónicos del cine creado por Alfred Hitchcock, Norman Bates en Psycho.
Esos finales que dejan maravillado, atónito y reflexionando sobre lo que somos. Es cuando entonces llega la pregunta ¿Para qué es el arte? Muchos lo ven como algo positivo, con un mensaje para crecer, pero es también el arte una realidad de este mundo, una espejo de la humanidad, de su forma de ser y pensar, aquí en esta “Representación” llega a ser hasta algo heterodoxo.
Carmen comentó que llega a tener toques de machismo y feminismo, al tiempo que hace una burla al teatro, burlándose de su propio trabajo como ella misma lo señala. Una obra artística que deja bastante en el interior tras presenciarla, con un cast que precisamente deja los convencionalismos teatrales para llevarlos a ese realismo, a la naturalidad de actuar. La directora añadió que espera pronto hacer el salto del teatro al cine.
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