lunes, 21 de marzo de 2016

Cine cuento: Adscripción

texto SETH ÁLVAREZ
ilustración ITZEL MALDONADO


Le tuve que dar un zape a Brandon en cuanto dijo que él había escrito el guión y que casi dirigió la película que estaba post produciendo.

-De que hablas, zopenco -le dije-, si apenas puedes hilar una idea.
-Pues si quieres creerme –me contestó con un tono algo altanero. –Por eso no le pagaremos nada al escritor.

Ya no supe qué decir, tenía sentimientos encontrados. Una mezcla de hilaridad y molestia. Brandon era buena persona. Pero cuando se le metía algo en la cabeza, ni quien pudiera con eso. Tenía poco tiempo en la industria. Había hecho de productor en algunos proyectos y ahora pensaba que por haber corregido algunas oraciones, él también había escrito el guión.

-Creo que estás en un error –dije. –Pero tu soberbia no te deja verlo.
-Yo estuve ahí –comentó molesto-, estuve ese día que escribieron la película.
-Yo también estuve ahí -lo interrumpí-, y no me siento para nada, el escritor.
-Tú no entiendes. En verdad, que no entiendes nada.
-¡Oye!, ¿Siquiera has leído un libro en tu vida? –arremetí burlón.
-¡Claro que sí!
-¿Cómo cuál? –pregunté. ¿El Principito?
-No –dijo en un tono que parecía que estaba mintiendo. –Tuve que leer un poco de Poe en la secundaria, pero todo era suspenso y realmente resultaba muy aburrido. Además –continuó-, la lectura era muy complicada.
-Sabías-, dije rápidamente en broma, como que no quiere la cosa –que está científicamente comprobado que los imbéciles no pueden escribir historias.

De pronto la habitación se quedó en silencio. Reparé en su rostro y rápidamente noté con gran alarma que Brandon estaba a punto de explotar. Caminó de un lado a otro. Bufó en varias ocasiones. Volteó a verme y entonces, por fin explotó.
-¡Eres un hijo de puta! Siempre sales con la misma cosa ¿Crees que no puedo escribir una pinche película?
-No lo sé, Brandon. Nunca te he visto escribiendo una. Y si te soy sincero, en verdad no es tan fácil. Llevo años tratando de terminar la mía.
-¡Pues sí! –gritó.
-¿Si, qué? –le dije- ¿Si has escrito una película o si es muy difícil escribir una?
-Si sé lo difícil que es escribir una. Y sí he escrito, no una, un montón.

Acto seguido, abrió la puerta de un enorme librero que contenía una infinidad de guiones. Rápidamente, como un desquiciado, sacó documentos engargolados con su nombre en la portada. Yo estaba inmóvil mientras él extraía sus textos. Cuando terminó, me miró a la cara algo agitado. Yo permanecí callado unos segundos. Asentí con la cabeza. Di media vuelta y murmuré decepcionado:

-Entonces, ¿Por qué diablos quieres adjudicarte el crédito de esa película?

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