viernes, 22 de enero de 2016

Bond, James Bond... 53 años después nadie lo hace mejor

texto por ERIC EDUARTE VILLA

Un mundo se calmaba para observar lo que estaba dejando uno de los mayores sucesos que cambió el rumbo de la humanidad. Cuantas historias se contarían, cuántos libros se escribirían y cuantas películas se filmarían, todo para recordar la Segunda Guerra Mundial. Una guerra que inspiró a muchas obras de arte. Una de esas obras nació en la mente de un excombatiente que trabajó para el servicio de inteligencia de la Gran Bretaña. Concluido el holocausto el militar naval de nombre Ian Lancaster Fleming decidió renunciar al servicio secreto y refugiarse en Jamaica, lejos del conflicto bélico que aún sus cenizas ardían por toda Europa.

Ahí, en esa exótica isla del Caribe, Fleming levantaría su residencia Goldeneye. Su complicidad en el evento más sangriento del siglo XX le daría las herramientas para dejar un gran legado al mundo del cine, un legado sutil, elegante y explosivo cuando se ha pronunciado a lo largo de medio siglo, una frase tan corta y significativa para el séptimo arte: Bond… James Bond.

Después de unos años, en 1953 se publicaba en librerías del Reino Unido una novela con el título Casino Royale, de inmediato causó gran expectación entre los lectores británicos la historia de un espía con código 00 y se esparcía como espuma por toda Europa, no así en Norteamérica. Fue entonces el 5 de octubre de 1962 que nacían quizá los dos grandes íconos de la cultura musical y cinematográfica de la Gran Bretaña. Por un lado cuatro chicos de Liverpool grababan su primer sencillo en una cadena de televisión. “Love me do” era el tema que presentaba al mundo a The Beatles; al mismo tiempo, cerca de ahí, en uno de los teatros más importantes de Londres, un hombre en la pantalla vestido elegantemente mientras la cámara lo seguía inesperadamente disparaba hacía la audiencia. El 007 también se presentaba al mundo.

Tras estrenarse la primera película, Dr. No, el efecto Bond no tardó en dar la vuelta al mundo a pesar de que en Estados Unidos apenas se posicionó en el lugar 20 del ranking de taquilla, pero no tardaría en estar en el gusto del público norteamericano cuando el entonces presidente John F. Kennedy dio a conocer su top ten de libros favoritos a una revista. En la lista figuraba la novela “From Russia With Love” de Fleming. Los productores decidieron que esa fuera la segunda película del agente Inglés a realizarse, cinta que marcó un parámetro y la forma de hacer cine de espionaje. Si bien el maestro del suspenso Alfred Hitchcock es considerado de uno de los pioneros del género de espionaje en el cine, fueron las cintas de JB las que más han influido en este tipo de películas.

El mismo Hitchcock a nada estuvo de dirigir la primera cinta del 007. A pesar de su declinación se le hizo un homenaje en una de las escenas finales de la misma From Russia With Love con la famosa escena de la película North By Northwest donde Cary Grant huye de una avioneta. Connery repite la misma acción pero perseguido por un helicóptero. También Cary estuvo a punto de convertirse en el primer 007 del cine, pero al final la dirección fue para Terence Young y el protagónico para Sean. Tras Desde Rusia Con Amor el fenómeno Bond se disparó por todos lados.

El legado Bond continuará cautivando a las nuevas generaciones ¿Hasta cuándo? por mucho tiempo o quizá para siempre. Porque existen dos razones por la cual el 007 será eterno mientras existamos; la primera es porque una vez que termina una película de James Bond en el cine ya queremos ver la siguiente. Y la segunda razón, es porque en una entrevista que se le realizó al autor Ian Fleming se le preguntó si algún día veríamos una novela donde Bond muera y se termine la legendaria saga, a lo que contestó: “No me puedo dar ese lujo”.

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