jueves, 2 de julio de 2015

Güeros: la realidad capitalina

por DANIELA DEL PALACIO MONTIEL

La historia lineal de dos hermanos buscando a un músico que les recuerda a su padre y la historia, de alguna forma, perdida en el tiempo de dos estudiantes que se quedan estancados, mientras que una larga huelga estudiantil transcurre. Un guion demasiado sencillo pero que encaja muy bien con los personajes, una cuidada composición, buena fotografía, actuaciones aceptables —en especial la de Tomás (Sebastián Aguirre)- y pequeños detalles que le dan algo de profundidad a los personajes —como los ataques de pánico de Sombra (Tenoch Huerta) o la discriminación y misoginia de que es víctima Ana (Ilse Salas), quien no termina de encajar ni con los huelguistas ni con los “fresas”. Algo de eso es Güeros.

La película podrá resultarle a muchos divertida, por ese humor simplón de los protagonistas que estaban “en huelga de la huelga” y puede también resultar interesante, principalmente, porque aunque con claras referencias a la huelga del 99 en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) la trama estudiantil puede suponerse antigua o presente. Incluso podría decirse que la primera parte de la película da la impresión de desarrollarse en el pasado, hasta que de pronto los celulares y las construcciones actuales trasladan la historia a estos días.

Un momento también muy particular es cuando se le pregunta a uno de los personajes qué opina del guión de la película y éste dice que “es malo, muy malo”. Ello, sumado con los comentarios de los personajes que critican la forma en que los cineastas mexicanos muestran a México en los festivales internacionales de cine genera un tono de humor simplón y autocritico.

Sin embargo, pese a que técnicamente la película es bastante aceptable y la historia tiene detalles sobresalientes, es difícil recomendar Güeros. El problema es de contenido. Las declaraciones de Alonso Ruizpalacios referentes a su primer largometraje no ayudan a pasar por alto las deficiencias de guión, contenido e incluso referentes al mensaje que envía este filme.

Un ejemplo de las grandes deficiencias de contenido es el desnudo innecesario e injustificado que se ve en los primeros minutos de la cinta, mismo que resulta algo burdo, incluso vulgar. Lo anterior no es porque se haga un juicio moral al respecto sino porque parece metido a la fuerza, no encaja, no luce, no ofrece nada. Pareciera más bien estar sobre puesto en la historia como un acto de “rebeldía” que suelen tener muchos directores mexicanos que creen que por poner un desnudo están emancipándose de todas las ataduras moralinas de su sociedad excesivamente conservadora.

Respecto a la postura del director con la huelga del 99, Ruizpalacios no se ayudó en nada cuando fue cuestionado recientemente en el Festival de Tribeca sobre si su película era una burla a la huelga al responder: “Mira: el actor formaba parte del movimiento de huelguistas. La primera vez que leyó el guión me dijo: ‘Esto es una basura. Te estás burlando de los huelguistas’. Pero varios días después me llamó y me preguntó: ‘¿Cuánto pagan?’”.

No se sabe si su postura y su intención de ridiculizar o no a los huelguistas tenga que ver con que el director no pudo estudiar en la UNAM debido al paro por la huelga, pero de lo que sí hay certeza es que los temas relacionados con la lucha estudiantil por la gratuidad de la educación pública son temas que hoy, al igual que en otras épocas, resultan bastante polémicos, lo que obliga a cualquiera, especialmente a un director de cine, a tener detrás de su postura -o su película- una argumentación más seria que la mostrada en Güeros.

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