viernes, 3 de julio de 2015

El ángel exterminador: ¿qué nos retiene?

texto ANDREI MALDONADO

Charlando en una ocasión con el gran maestro Juan Antonio de la Riva comentábamos acerca del aporte de cineastas extranjeros a la filmografía nacional. Salieron a relucir personajes como Arcady Boytler o Sergei Eisenstein y, obviamente, el trabajo de Luis Buñuel. Afirmaba Juan Antonio que fue el español el que mejor entendió el cine mexicano, y lejos de querer implementar forzadamente el surrealismo que Bretón buscaba con ahínco en la pintura de Frida Kahlo, Buñuel consiguió tomar los elementos que tenía a la mano –actores, recursos, escenarios- y entregar a México y al mundo una filmografía llena de metáforas, pero también de realidades.

Y, sin temor a errar, puedo asegurar que es El ángel exterminador (1962) la obra que mayor resalta este hecho. En primer lugar porque, a pesar de evidenciar claramente a una sociedad burguesa, la historia podría ocurrir por igual en la Condesa o en la Roma como en los barrios más acaudalados de Londres o Nueva York. En segundo término su desarrollo como obra coral, donde cada personaje es tanto incidental como protagónico, permite llevar un ritmo constante no lineal del absurdo –más no incoherente- hecho de no poder abandonar una mansión por más que se desee, y sin que nadie pueda entrar en ella, sin razón aparente.

Buñuel plasma con un sentido narrativo más que crítico los extremos de una humanidad al borde de la animalidad, del caos siempre presente en el orden y de lo innecesario de las etiquetas que la sociedad ha implantado cuando se trata de salvar la vida. No sin cierta malicia el aragonés brinda un contexto de un grupo de acaudalados y pretenciosos burgueses que quedan atrapados en su propia trampa, de la cual oportunamente la clase baja ha escapado y, sobre el cierre, gira la cabeza hacia otro sector que ha basado su poderío también en la explotación de los marginados: la Iglesia.

El discurso de Buñuel en esta obra es, en síntesis, la dualidad extrema entre lo que abruma y lo que se desconoce ¿qué retiene a los huéspedes de los Nóbile? ¿Será su miedo, su humanidad, su fragilidad? ¿O es acaso el paso divino del ángel de la muerte? El ángel exterminador es de ese tipo de películas cuya seña particular es su capacidad de dejarnos en la inopia intelectual, en la brusquedad del abandono de las respuestas, naufragando entre lo ignoto y lo que leve, pero conciso, parece ser cine mexicano. Y en efecto, lo es. Afortunadamente lo es.

No hay comentarios:

Publicar un comentario