texto ANA CAROLINA RUELAS
Birdman; Esa película que si bien para algunos (y me incluyo) dejó la satisfacción de que el dinero en taquilla había valido la pena, para otros cuantos haters fue “La inesperada pretensión de la ignorancia”, cosa que ya no sorprende hoy en día en las redes, aunque lo que sí me atrapó fue un comentario bastante simplón en el cual, cito: “Parece que pusieron a un baterista a improvisar por dos horas, y solamente le subían al volumen en la película cada que algo ‘interesante’ estaba por suceder…Cosa que nunca pasó”.
No duele leer que para varios no les haya parecido interesante la película, pero lo que sí me dejó cavilando fue: ¿realmente Iñárritu hizo un buen trabajo en el área de sonido original? Aunque etimológicamente “Jam” e “improvisación” no necesariamente se refieren a lo mismo (y casi-casi es solo porque el jam session está directamente influenciado por jazz) ¿Cómo reconocer la diferencia entre improvisación y perfectos tiempos marcados en un baterista de orquesta de jazz? Bueno pues con todo y mis obligatorios redobles de tambores (nótese mi intento de chiste) llega a mi vida Whiplash.
Película dirigida por Damien Chazelle, joven de 30 años quien en 2005 presentó su opera prima Guy and Madeline on a Park Bench, la cual también lleva una trama relacionada con el jazz, Whiplash se estrenó en Estados Unidos en 2014, pero en México nos tocó verla en cines hasta enero de este 2015. Durante un año Chazelle reveló este épico homenaje a la efusión que algunos músicos pueden llegar a experimentar e incluso tener que sobrevivir cuando se trata de ser el mejor en su categoría e instrumento.
Diríamos que justo es donde se encuentra el meollo del asunto en este filme: supervivencia del más fuerte. Cuando conocemos al personaje principal, Andrew Neyman (Miles Teller), estudiante de batería en el mejor colegio de música en el país, es imposible no percibir la calidad y el prestigio de tal conservatorio desde el minuto 2:00, cuando conoces a su antagónico el director de música Terrence Fletcher (J. K. Simmons).
Fletcher es el talentoso director de una de las mejores orquestas de jazz, el cual no se tentará el corazón con Neyman ni con algún otro estudiante que pudiera estropear su tempo, mucho menos su conjunto, sobrepasando los límites entre estudiante y profesor. J.K. Simmons muestra el verdadero coraje y disciplina que se requiere para lograr ser el mejor.
Es aquí donde digo que la palabra sobrevivir es parte vital de esta película, la cual nos habla de la pasión en personas que logran transmutar el sentimiento de supervivencia, pasando de lo que podría ser para algunos un “hobbie”, para otros pocos, pero mucho más clavados, el ‘todo o nada’ en su carrera.
En un mundo de ridículos excesos y grandes carencias, la pasión podría ser el único escape coherente a las necesidades emocionales y materiales de un joven ermitaño que tiene en sus manos una oportunidad de demostrar su talento y cambiar la historia.
Es así como Chazelle nos deja con este tipo de reflexiones al terminar los 160 minutos de este largometraje que inicialmente nació como corto de 18 minutos y antes de eso concebido como 85 páginas que entraron en el 2012 a “The Black List” (una selección de lo mejor en guiones que aún no hemos visto, o sabremos si veremos).
Merecidas casi 90 nominaciones al redor de 40 organizaciones entre festivales y crítica estadounidense y extranjera, destacando como ganador a mejor actor de reparto, mejor película, mejor guión original y mejor director. Aclamada por la audiencia y ganando el gran premio del jurado, Damien sale de Sundance con excelente aceptación. Y en la entrega de los Oscars se llevó el galardón a mejor mezcla de sonido, mejor edición de sonido y mejor actor de reparto.
Con o sin galardones, esta película se quedará para el recuerdo como uno de los mejores largometrajes dedicados al Jazz en lo que sería esta última década, pero sobre todo a los estudiantes que dedican horas de estudio, practica y hasta lágrimas en su carrera por la tan excitante y valorada vida de un músico de primer nivel. Simplemente apasionante.
J.K. Simmons; Mejor Actor de Reparto.
Desde el editor del periódico neoyorquino que contrata y despide siempre a Peter Parker en cualquiera de las películas de Spiderman, hasta el papá de la adolescente embarazada en Juno; J.K. ha participado en diferentes tipos de proyectos en su carrera, ahora consolidándose como uno de esos actores “camaleónicos”.
Aunque bastante establecido en su zona de confort al momento de tomar nuevos roles, logra en Whiplash sacarse el estigma de actor de televisión, logrando ganar el reconocimiento de sus colegas en los Screen Actors Guild Awards, llevándose la estatuilla por Mejor Actor de Reparto, cosa que repitió en los Oscar venciendo a actores como Edward Norton, Ethan Hawke y Mark Ruffalo.
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