sábado, 9 de septiembre de 2017

Yo quiero ser un Cyborg

por ANDREI MALDONADO

¿Qué es lo que nos define como seres humanos? ¿Dónde está ese límite que nos separa de los animales? ¿Eso que nos hace “hombres” será acaso algo desprendible? ¿Podemos elegir dejar de ser lo que somos, eso que Nietzsche definía como “lo humano, demasiado humano”, para ser, digamos, un cyborg? Ese es el paradigma elemental por el cual transita el film coreano “Soy un Cyborg”.

Park Chan-Wook nos presenta una historia sumamente divertida, pero al mismo tiempo reflexiva, sobre tres vértices igualmente importantes: la primera, la condición humana. Damos por hecho que los estatutos, aquellas normas restrictivas que nos dictan desde pequeños son naturales, son inherentes al hombre.

Young-Woon está convencida de ser un cyborg, como su abuela estaba convencida de ser un ratón. Y la visión de Young-Woon está totalmente orientada a alejarse lo más posible de esa condición carnal, mortal, humana. Hará todo lo posible por ser un cyborg hasta el fin de sus días. Y de ahí viene el discurso de los siete pecados que atan a cualquiera al terrible castigo de la humanidad: sentir compasión, sentir tristeza, sentir inquietud, dudar, fantasías inútiles, sentirse culpable y sentirse agradecido. Sentimientos que, a fin de cuenta, no son más que los actos represores que se inculcan desde la infancia como “valores” o “actitudes protocolariamente adecuadas”.

El otro punto de análisis en el film estriba en la delgada y a veces invisible línea entre la sanidad y la locura, y que hace que asalten a nosotros varias interrogantes como ¿Quién establece los parámetros de salud y enfermedad? ¿Qué actos son los que hacen que existan estas divisiones? ¿Quién en verdad está más cerca de la realidad, el cuerdo o el loco?

Quizás sea este también uno de los puntos medulares del reflejo del malestar en la cultura que refleja la película: como los centros hospitalarios para enfermos mentales no son más que otro tipo de prisión, lugares hechos para almacenar y alejar a aquellos que se salen de lo “normal” y por lo tanto agreden y ponen en riesgo a los civilizados.

Por último, una cuestión esencial que marca la protagonista del film: ¿Cuál es nuestra misión, nuestro objetivo de vida? Quizá sea la pregunta básica de todo ser humano, y por eso, la que esté más alejada de ser respondida.

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