sábado, 10 de junio de 2017

La Delgada Linea Amarilla: Arrieros somos, y en el camino -con amigos- andamos

por JUAN JOSÉ ANTUNA ORTIZ

Durante el pasado Festival de Cine de Todos Santos-La Paz-Pescadero fue exhibida -para bien- en la apertura la película La Delgada Línea Amarilla, ópera prima del director Celso García, quien también la escribe. Cuenta con las actuaciones de los que quizá sean los mejores actores de nuestro cine nacional en este momento: Damián Alcázar, Joaquín Cosío, Silverio Palacios, Gustavo Sánchez Parra y Enoc Leaño.

La película es un trip-road no muy convencional, pues la mayoría de los que conocemos narran una historia que nos lleva de viaje, si bien no siempre por carretera, sí suele llevar a nuestros protagonistas por esta montados en un auto, o una moto; en esta película los vemos reparando precisamente la carretera que lleva a otros a los destinos que quieren llegar. Nos narra la vida de Toño, un hombre que trabajando en un deshuesadero de autos durante 11 años de la noche a la mañana es despedido y suplido por un perro.

Él, que estaba resignado a no buscar más en la vida y quedarse en ese agujero olvidado del mundo hasta el día de su muerte, sale de nuevo al mundo a buscar empleo, lo encuentra en una gasolinera donde no le pagan y justamente en ese lugar se encuentra con un viejo colega de la profesión que ejercía, lo que le hace revivir fantasmas de su doloroso pasado. El colega le ofrece trabajo en la carretera trazando la línea amarilla por más de 217 kilómetros. Toño lo medita un poco, pero son pocos días y la paga es muy buena, así que acepta. Al conocer a sus colegas y empezar la ruta su vida vuelve al final del camino, con sus pérdidas, porque a las curvas del destino nadie se salva; con un poco de esperanza para seguir buscando.

Y es que la película, aunque pareciera de historia muy sencilla y corta, tiene su profundidad y se siente, (además de maravillosamente fotografiada por Emiliano Villanueva, que nos muestra las maravillas que llegamos a ver los que somos muy afectos a el camino, y la música, en particular el soundtrack principal, encajan perfecto en la trama, además de que uno de los productores de esta película es el mismísimo Guillermo del Toro, sólo por mencionar) uno encuentra en cada personaje a esas personas, amigos que nos vamos encontrando en el camino y nos hacen como nos hacen; el amigo que nos traiciona y regresa arrepentido, el amigo que es altruista y noble de corazón que ayuda a todos, sin importar que tan mal haya sido tratado antes, el amigo serio que pareciera nunca comparte nada, y cuando menos lo piensas se vuelve en tu mejor amigo, o el amigo que siempre está hablando y bromeando, ese que es fiel y vive por su familia, o esos compañeros raros que nos encontramos en el camino y en el principio no queremos, para que al final sea la "única" que nos acompaña, los que se enamoran por primera vez en la carretera, o por última vez. Esa clase de personas que nos van cambiando, y las que irremediablemente en algún lapso del camino tenemos que perder, ya sea por la muerte, o porque simplemente así es el camino.

Durante la gala hubo dos momentos medulares que irrumpieron en la sala, uno de ellos es cuando en una escena de la película, Toño, que es interpretado por Damián Alcázar, dice que eso de irse al norte es una pendejada, en ese momento toda la sala (en su mayoría integrada por ciudadanos norteamericanos y siendo un festival por causas sociales e inclusión social) aplaudió la frase. Al final de la función cuando acaba el trabajo y no decide seguir ese camino, termina con una frase y una actitud distinta a la que tenía al inicio de la película, porque el camino nos cambia, las personas nos cambian, y la catarsis es más grande cuando nos cruzamos con gente buena en nuestra vida. Las confesiones llegan cuando los amigos son amigos, no cuando son unos desconocidos, ahora ya no se resignaba a no buscar más, ahora seguiría buscando.

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