texto ANDREI MALDONADO foto ALEJANDRO RIVAS
No entendía del todo cuando en su momento Juan José Antuna me comentaba que para él le resultaba complicado escribir de un proyecto (sea de realización o exhibición) del cual él formaba parte activa. Ahora lo entiendo, aunque debo de decir que, en mi caso, es todavía más complicado, ya que hablaré de un proyecto del que ya no formo parte, pero fundé y dirigí por 10 años: el Festival Paloma Itinerante.
Es curioso ver los derroteros que han llevado al Paloma a los alcances que ahora tiene y que, curiosamente, ha comenzado a gestar a partir de esta décima segunda edición, precisamente la cual marca la llegada de Juan José como director, el cual logró plasmarle su propio sello, su alma, su estilo, a este que ahora es el festival más longevo del estado y, por qué no decirlo también, el más bello.
Desde el homenaje a grandes nombres del cine latinoamericano como Sergio Olhovich, Luis Ospina y Fernando Vallejo, hasta la mirada a los nuevos directores del cine independiente nacional como Diego Hernández, sin perder, por supuesto, la esencia misma del festival: los realizadores duranguenses, nuevas voces que se abren camino en la escena local y que podrían ser el futuro del cine.
Llena mi corazón de orgullo de ver que algo que nació en un pequeño café ahora tenga alcance nacional en ciudades como Tijuana, La Paz y la Ciudad de México, llegando a la “Catedral del cine en México” que es la Cineteca Nacional, con el respaldo y el apoyo de personalidades como Juan Antonio de la Riva, al cual siempre estaré agradecido de su apoyo, cariño y respaldo.
Pero todo esto no se lograría sin hacedores del cine que creyeran en lo que se hace también desde las entrañas mismas de Cinéfagos, compartiendo sus trabajos, poniéndose a hacer nuevos expresamente para los concursos, sin los promotores culturales que facilitan sus espacios para exhibir la programación, pero, sobre todo, sin el apoyo del público, porque un festival sin audiencia no tiene razón.
Y todas las palmas de lo logrado en esta duodécima edición son para Juan José, que, con esfuerzo, desvelos, tazas de café y mucho amor al cine logró unir tantas manos y tantos corazones para hacer esto realidad. De mi parte, todo mi reconocimiento y admiración. Le deseo que a él y a la Paloma les reste mucho tiempo para seguir volando y me permitan estar, pero no estar, en esto llamado cine.
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