texto ANDREI MALDONADO
En México, 350 mil personas han sido asesinadas en los últimos 15 años por perpetradores armados, de los cuales 30 mil eran menores de 18 años. “Una jauría llamada Ernesto” es un viaje de exploración a las entrañas del eslabón más frágil de la cadena: los niños.
El documental sigue el camino de los jóvenes llamados colectivamente “Ernesto” -tanto víctimas como sicarios- que en un momento determinado de sus vidas tuvieron acceso a un arma, la usaron para matar y pronto se convirtieron en parte de las muchas piezas del crimen organizado.
Un severo retrato emocional de infancias aparentemente cotidianas que de un momento a otro se enfrentan ante la posibilidad y las consecuencias de tomar un arma, jalar el gatillo y de ser incapaces de dar vuelta atrás. Una imagen escalofriante que confirma el dolor que significa tenerle miedo a un niño. A propósito de ello, tuvimos la oportunidad de charlar con Everardo González.
¿De dónde surge la inquietud para hablar de este tema?
La inquietud nace de la realidad que vive el país. Desde hace 15 años México empezó a de temer a sus juventudes porque se empezaron a armar y se volvieron parte fundamental de los grupos delictivos por su vulnerabilidad, y me interesaba dejar testimonio de lo poco que se está haciendo para visibilizarlo y para contenerlo.
¿Qué tan complicado fue el proceso de obtener cada testimonio?
No son procesos sencillos, fue a través de fuentes que me trajeron a los niños y estuvieron dispuestos a conversar. Es difícil desarticular un discurso donde no se les utilice, esa es la parte más complicada. Conseguir hablar con un niño armado quizá no sea tan difícil, lo complicado es sacarlo de la retórica
¿Qué impacto ha tenido en los espacios en que se ha proyectado?
Favorable en lo que podemos medir. Lo que pasó en Tepito, en las universidades. Comienza su segunda semana en salas, eso también es medible, lo difícil es en plataformas. Se han organizado eventos para escuchar la opinión de los jóvenes, el evento más grande que tendremos será la próxima semana será en línea, podrán consultarlo en la página de Artegios o con el hashtag #somosjauria tendremos un coloquio sobre juventudes, violencia y armas.
Tenemos gente que ha seguido la ruta de las armas de Ovidio, desde Texas hasta el Pacífico, otro será lo que tienen en común los asesinos, otra charla será la apología del crimen en artistas como Peso Pluma, otro será el true crime como consumo. Todo esto será el 22 de noviembre desde las 5 de la tarde.
¿No existe el riesgo de que la denuncia se vuelva apología?
La intención no es esa, la interpretación de cada espectador escapa de mí, todo lo contrario. la película habla sobre quienes participan en ponerle las armas en las manos a los niños, se responsabiliza a las fuerzas del estado.
¿Cómo ha impactado la narcocultura en la infancia mexicana?
Son resultados de sociedades violentas y la voracidad de los medios audiovisuales y sus consumidores. Hay una corresponsabilidad social. Por eso el tema del true crime. Hay territorios más fértiles para generar apología, México, siendo un país violento, es más proclive a la influencia de esta que en sociedad más equilibradas.
¿Qué tanto te involucras en tus trabajos?
Es inevitable no involucrarse tras cinco años trabajando en un proyecto, si no te involucras se vuelve algo estéril.
La división entre ficción, no ficción, cine y reportaje ¿Qué tanto existe? ¿Qué tanto se ha desdibujado?
Está ocurriendo un fenómeno, particularmente a mí no me encanta, que está devolviendo al documental al espacio de la televisión; se vuelven brazos del periodismo. Formo parte de una generación que le arrebató el documental a las ciencias sociales y se la dio a las artes cinematográficas. Hay un regreso al documental como aparato de información de la TV, por eso creo que hay documentales y películas documentales, que son cosas distintas.
Sí se están borrando esas líneas entre uno y otro, lo que es un hecho es que le dan un prestigio a las propias plataformas, lo que habla de que en este país hay mucha gente que trabaja bien el documental y nuevas generaciones que encuentran en las plataformas su espacio de expresión. No me gusta que el documental responda a la televisión, porque esta responde al entretenimiento, y temas como este no deben ser solo parte del entretenimiento.
¿Qué sigue para ti, qué proyectos vienen?
Me gustaría mucho hablar sobre el fanatismo y las construcciones de liderazgo, pero primero necesito desempacharme de esto que ha ocupado cinco años de mi vida.
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