texto ERIC VILLA
La historia del espionaje se remonta a la Edad Media, donde ya existían métodos de vigilancia, sin embargo, existen registros de técnicas desde hace poco más de 5 mil años, incluso personajes bíblicos ponían en práctica el espionaje, cuando Caín por su envidia vigilaba a su hermano Abel que lo llevó a cometer su fratricidio. Desde nuestros ancestros se fueron desarrollando formas para obtener información de manera secreta, empezando a estar cerca de alguien y simplemente escuchar los diálogos de otra persona.
Todas estas formas trascendieron milenios después para seguir viendo desde una ventana, desde lo alto de un edificio, con cámaras ocultas, tomando la identidad de otra persona, disfrazado hasta de un bebé. Sí, existe el antecedente del histórico Monsieur Richerbourg que gracias a su corta estatura se introducía a edificios gubernamentales acompañado de una mujer que simulaba ser su madre, desde su carriola escuchaba conversaciones de asuntos importantes y veía entrar y salir a personas que vigilaba, y ahora con la era digital puede ser posible que alguien más obtenga información y hasta vigilar usuarios.
Cuando surgió el cinematógrafo se dio la manera de capturar el mundo y su gente, haciendo registros de la realidad, y cuando nace la necesidad de contar historias, los directores que empezaban a filmar a comienzos del siglo XX no dejaron de lado el seguir captando la realidad a través de la lente. El mundo y sus sucesos sirvieron de inspiración para la creación de guiones. Esa realidad de la sociedad, de la política y de sus secretos, se llevó al séptimo arte y no tardó en manifestarse tan solo en la época del cine silente.
El espionaje se convirtió en un elemento de ficción no solo en películas sino también en la literatura, desde los más conocidos autores como el periodista y oficial de inteligencia Ian Fleming y la creación de su icónico personaje James Bond. El también autor y espía John Le Carrè narró en diversas novelas historias sobre actos de espionajes más cercanos a la realidad. Otros novelistas como Robert Ludlum, que llevó su obra para revelar oscuras intenciones de las agencias de inteligencia como lo es su obra ficticia del caso Bourne.
Tom Clancy, desde su tinta, también se acercaba a las realidades y conspiraciones de este mundo que llegan a ser vigentes en escenarios reales. Graham Greene igual redactaba líneas sobre la política e introducía las cuestiones de la Iglesia que lo hizo recibir duras críticas y rechazo por muchos. Y más novelistas que con su literatura aportaron definitivamente a la creación de guiones cinematográficos, la lista de autores es larga y se necesitaría un artículo especial sobre novelistas de espías, aunque aquí mencionaremos algunos donde sus obras literarias tuvieron su salto a la pantalla.
Antes de la transición al mundo audiovisual, los términos: 'espionaje', 'espía' o 'agente secreto' no eran palabras que estuvieran familiarizadas con los lectores como hoy en día, por lo que las historias de estos personajes tenían que ser involucradas en historietas o novelas policíacas de la época. Poco antes de la II Guerra Mundial, las tramas de estos servidores del gobierno se presentaron en el mundo del cine para quedarse para siempre, muchas personas aprendieron de la historia geopolítica gracias a las películas de espionaje.
Podríamos extendernos más hablando del cine de espionaje que se ha marcado como un género en particular dentro del mismo género de acción. Esta es una pequeña parte de lo que se ha producido en 127 años de cinematografía. Y es un género que, con los nuevos tiempos sociales y políticos, sus historias fílmicas estarán transformándose.
Sin
embargo, no se debe de dejar la esencia y el propósito de lo que representa un
trabajo de espionaje, ya que en parte se obliga a ser una herramienta de
investigación y sobre todo de hacer reflexión sobre el mundo en el que vivimos
y cómo sus eventos políticos son los que van marcando nuestra historia. Es ahí
donde el género de espías no tiene que ser solo un entretenimiento del séptimo
arte, sino algo más.
Espías, la primera película
De la visión del célebre director Fritz Lang se dio la primera película de espionaje en el cine, en 1928 estrenó su penúltimo largometraje mudo Spione (Espías), cinta que Fritz filmó después de su obra maestra Metrópolis, quizá por eso quedó eclipsado el valor cinematográfico de Los Espías, ya que además de ser la primera del género de espionaje también influyó en directores y sagas de cine que hoy son exitosas como la del 007; su final se volvió una herencia para las reconocidas películas producidas por Albert R. Broccoli, su legendario espía inglés doble cero terminaría de manera similar con una mujer a lado como lo fue la obra fílmica de Lang.
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