lunes, 4 de mayo de 2020

Días de Invierno: nuestros puntos de tensión

texto JUAN JOSÉ ANTUNA ORTIZ

Si bien la vida de los festivales de cine es grandiosa (y cansada, hay que decirlo), muchas veces es muy complicado por agenda, trabajo u otros factores como la logística, acudir a los mejores festivales ya no digamos del mundo, sino del país. Hoy día ya no es necesario hacer acto de presencia para poder ver algunas de las mejores películas que estos presentan. Este es el caso del FICUNAM, pues gracias al sitio web de Festival Scope, 400 personas pudieron ver siete de las películas que estuvieron en la selección oficial del festival en su edición 2020, de las cuales pude ver tres, pero en esta ocasión quiero escribir sobre una en particular, mi favorita, y desde ya una de mis películas del año.

Días de invierno es la ópera prima del joven director Jaiziel Hernández Máynez, que narra la vida de un joven llamado Néstor, que luego de un viaje a su antigua casa encuentra un examen en el que viene un problema matemático que no le permitió ganar algo en ese entonces; es ahí que su madre le dice que no sabe cómo pudo arruinar tantas oportunidades que tuvo en la vida, tocando una yaga que cada vez más y más se abrirá entre los dos para que cada uno tome un rumbo, un camino, pues si por algo él no ha dejado el lugar dónde viven y que tanto odia y que sus hermanos sí dejaron, es por su madre, al grado de conformarse con ser un empleado más y dejar a un lado sus sueños.

El punto de tensión que se da entre los dos, los problemas que surgen en una relación de diaria convivencia y cercanía, se dan justo en un momento en el que ella es más vulnerable por los problemas de su edad, el estar desempleada y seguir extrañando a su marido, pero querer buscar seguir con su vida. Al final, el principio de la película, y ese problema matemático, se convierte en una metáfora de la propia vida de Néstor, de su relación con su madre y las personas a su alrededor, cual lobos o perros que pueden llegar a ser sus iguales o personas que le cierran el paso, o que al menos eso llega a creer.

Una de las grandes virtudes de la película, sin lugar a dudas, que no es un discurso clavado a una influencia, no hay una clara manera de narración, y eso aligera y hace muy disfrutable la película. Por momentos tiene trazos muy poéticos (como "el vals de los beisbolistas"), en otros se vuelve muy emocional, en algunos más es muy intimista, incluso tiene instantes divertidos. Es una película que está llena de matices claros y fragmentos de realismo entrelazados con el melodrama requerido para enganchar al espectador con el discurso del relato, en el grado mismo que la película lo demanda, sin exagerar, ni ser muy tibia.

Algo que también resalta y que me agradó mucho es que, aunque claramente la hay, no se apremia tanto a la temporalidad ni el espacio en la película, pues aunque es ahora, bien pudo o podría haber pasado en otro tiempo, incluso en otro lugar (que el hecho de que se desarrolle en la frontera es una prueba más de cómo el cine que se retrata en esta zona del país es una especie de símbolo de la identidad mexicana de los que se fueron, de los que se pueden ir y de los que se quedan), y a mi parecer es un aliciente para entablar el diálogo con la obra.

Los dos personajes parecen formidablemente concebidos y eso es un trabajo que viene desde un guion bien escrito. Por una parte, Néstor (magistralmente interpretado por Miguel Narro) es un personaje por demás lleno de aristas que hay que leer a detalle. Me hizo recordar a Will Hunting, de la película que lleva el mismo nombre, un personaje con un potencial enorme, pero que algo lo retiene en un sitio, por no querer de alguna manera encajar, esa era un poco la naturaleza de Will; en cambio Néstor se nos presenta como una personaje que si bien quería a toda costa salir de su zona de confort, no le molestaba estar porque tenía personas que él creía lo necesitaban en ese lugar.


Ya fuera su madre, su novia (la escena en el cerro con ella es una de las más bellas que haya visto en últimos tiempos en el cine mexicano), sus hermanos, la anciana que cuidaba (la figura de esta mujer, aunque se ve el aprecio y la veneración que le tiene por lo que ella podría representar años después en su vida, no deja de asustarlo, aunque también esta relación nos regala en la película momentos muy bellos), pero no es hasta que llega en manera de reflejo del futuro la figura de un norteamericano que lo "empuja" que llega un punto en el que la presión de querer buscar su propio camino.

Hace que salgan cosas que, sin lugar a dudas, van a herir a esas personas que quizá no lo necesitaban, y sólo eran una prueba a superar para dar el gran paso en su vida, y aunque las despedidas son tristes, hay algo en quien lo deja ir, a pesar de lo dura que esta haya sido, que le desea lo mejor en su vida. De cierta manera hay un punto en el que el propio personaje cae en cuenta que la depresión, más que estar en su madre, estaba en él, en esa etapa de nuestras vidas que no sabemos a dónde vamos a ir, si los sueños que no se materializaron eran los últimos que tendríamos en nuestra vida.

El personaje de Lilia (con una maravillosa Leticia Huijara que, si bien su trayectoria en la televisión no se le puede reprochar, acá esta magnífica), por otra parte es un personaje que, aunque por muchos momentos se pierde en la película, sus apariciones son fundamentales para comprender la situación de Néstor, y la falta de decisión y confusiones de Lilia por la vida que vendrá ahora que ya no es más que una mujer madura, viuda y pronto sola, es que también vemos una liberación, y un diálogo que dice al principio de la película toma sentido al final, con ella también dejando atrás todo. Es por parte del Lilia que se dan los momentos más introspectivos y poéticos de la película.

El resto de las actuaciones son muy correctas, la fotografía extraordinaria (me encantó el balance que se hace con la paleta que predomina con esos tonos azules, pero que complementan con colores cálidos que resaltan de una manera muy especial entre ese espacio azul) y la música también resulta muy atinada. Me parece interesante cómo las películas mexicanas utilizan cierto tipo de canciones para mostrar puntos específicos de la trama y los estados de ánimo en sus personajes. La Paloma y El Lobo, de Carlos Lenin, mostró la tristeza de sus dos personajes protagónicos con "Te Amo" de Los Mier, o en Mr. Pig de Diego Luna, logra aparecer este mismo momento de tristeza y alcohol con "La Carta" de Los Terrícolas.

Una película que para muchos no pareciera tener moraleja, catarsis o fin alguno, a pesar de lo bien realizada que está. Son muchos los temas a los que nos enfrenta, como los ya comentados en los dos personajes principales, pero quizá el más importante es que se trata de una película con una historia personal y estas historias humanas son las que deberían importarnos, las historias que nos pueden tocar, porque en ellas podemos vernos reflejados, son las que nos representan, sin los grandes dramas, los temas que nos estereotipan o los que nos duelen, aunque formen parte de nuestra realidad y nuestro día a día, no son lo que somos.

Siempre celebraré este tipo de películas que buscan un diálogo con su público, que sin pretensiones tratan de luchar por poner temas humanos en el plato y que hacen lo imposible para que estas historias surjan, se realicen y no mueran en el intento. Como ya lo dije antes: no son las grandes tragedias o las grandes comedias, pero sí son historias reales.

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