martes, 17 de marzo de 2020

Cuando no queda más que cerrar el telón

texto y fotografía ANDREI MALDONADO

Pocas cosas duelen tanto a un cinéfilo como ver cerrar para siempre las puertas de un cine, aún más las puertas de aquellos que mantienen la romántica esencia de las funciones de antes, donde todos deseaban y odiaban el intermedio y donde con poco dinero comías de todo en la dulcería.

Es fácil tener esos romances idílicos con las salas de tu ciudad. Me pasó a mí con los últimos años de vida de cines como el Durango, el Silvestre Revueltas, el Dorado 70, los cinemas 2000 y 2001 y con la sala Luis Buñuel. Pero cuando encuentras ese romance lejos de tu ciudad, un romance que solo es satisfecho cada año o incluso tarda más, no quieres que nunca termine.

A mí me pasó –y también se me terminó- aquel idilio con el Cinema Gaviotas, un pequeño complejo de seis salas enclavado en la Zona Dorada del puerto de Mazatlán, al cual visité por primera vez a los 11 años en 2001 cuando vi Jurasic Park III, y que tristemente no volví a repetir hasta que fui adulto y viajé por mi cuenta pues, tristemente, ir al cine no es prioridad durante un viaje a la playa, al menos no para todos los miembros de mi familia.

Me tocó ir ahí con una novia a ver Obediencia perfecta, con un combo de dos entradas, palomitas, refrescos y hot-dog apenas por 120 pesos. Salas grandes y cómodas donde las funciones empezaban puntuales. La última vez que lo visité fue apenas en octubre del año pasado, cuando fui solo a ver Joker. Nunca imaginé que sería mi última vez en ese lugar, de haber sabido no habría ido ni un día a la playa, me la hubiera pasado toda la semana en esas salas.

Es así que, tras 45 años, Cinema Gaviotas les dijo adiós a los mazatlecos, a los sinaloenses y a los turistas despistados que, como yo, preferían una película a una noche en los antros. Serán los mazatlecos los que tengan más anécdotas que contar de este lugar, como de los cines antiguos de Durango mis padres poseen más recuerdos que yo. Solo lamento que las nuevas generaciones nunca hayan conocido un lugar tan bonito como el Gaviotas.

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