texto y fotografía ERIC EDUARTE VILLA
Hace un par de años cuando el Kino con el nombre de `Kinomada´ llegó a mi ciudad natal, Durango, mi completo interés se encontraba en el Festival de Cine Mexicano en su entonces sexta edición. El Kino que por primera vez llegaba a tierras duranguenses, reuniendo a creadores cinematográficos de diversas ciudades de México y de otros sitios del mundo, todo con la finalidad de realizar cortometrajes mostrando a Durango y a su gente en distintas visiones de los directores que participaron. Veía que se trataba de una experiencia única pero el ser Jurado Joven en el festival me impidió ser parte de ello.
Pasó el tiempo y tras varios viajes a la Ciudad de México me iba enamorando de esa emblemática ciudad Azteca, sus edificios, su Paseo de La Reforma y barrios me estaban inspirando a realizar parte de mi filmografía. Tras un viaje planeado sólo para visitar a una persona, una querida amiga y aún así manteniendo dudas sobre lograr hacer ese viaje, de pronto se presentó la oportunidad de hacer cine en esa ciudad. Mi decisión fue estar presente en el Kino de la Ciudad de México, mis motivos para ir incrementaron.
Al acercarse la fecha sabía que ahora el reto era tener un guión, una historia qué contar. Después de una charla con un buen amigo, quien me ha acompañado en esta aventura cinematográfica y con quien escribo en esta revista, Andrei Maldonado, me entregó las bases para escribir a lo que considero es un excelente guión para producir en el DF.
Con poco dinero tomé la maleta un martes por la noche y partí hacia la capital del país, sin saber que me esperaba. Una amiga, sí, alguien a quien agradezco mucho de lo que se consiguió para hacer posible este nuevo cortometraje de su servidor. Al llegar el miércoles 16 de noviembre en un día lluvioso y de bastante frío, lo único que sabía era que sería residente de la Ciudad de México por al menos seis días, con ganas de quedarme más tiempo.
Después de un día casi gris por buscar hospedaje y sin poder explorar esa metrópoli como a mí me encanta hacerlo, llegó el día jueves listo para comenzar mi primer Kino. Sintiéndome como el primer año de universidad, tratando de hacer nuevos compañeros. Todo lo aprendido por 8 años dentro del cine se ponían a prueba ese día ¿Lograré que mi guión pase el pitch? ¿Lograría hacer un cortometraje ahí? ¿Sobreviviría a la Ciudad de México haciendo lo que más amo?
Caray, nunca me había hecho tantas preguntas, hasta una parte de mí quería salir corriendo y regresar a Durango donde estaba seguro. Increíble que eso me sucediera, pero eso me motivaba a conseguir mi siguiente objetivo y anhelo, hacer cine en la capital mexicana. Para el poco tiempo ya tenía el respaldo de varios y nuevos compañeros para producir mi nuevo cortometraje.
El viernes 18 esperaba apoyar a nuevos compañeros a realizar sus trabajos del Kino, pero llegaron horas de soledad donde tuve que poner en marcha todo lo que había aprendido, planear los emplazamientos de cámara, preparar locaciones y todo lo que se requiere, estaba a menos de 12 horas de comenzar rodaje.
Llegó el Sábado, el día 1 de mi primera producción en la Ciudad de México, lo único que me saltaba era la seguridad de mi equipo de producción y que algún oficial no nos detuviera por no contar con permisos para filmar, nada de eso tuvo que preocuparme con forme pasaban las horas de filmación. Centro Histórico, Calle Madero, Torre Latinoamericana, Alameda Central y Tlatelolco han marcado para siempre mi primera experiencia cinematográfica en Ciudad de México.
Me he traído 7 minutos de algo que sigue cambiándome la vida, pero más que eso me he llevado a casa nuevos amigos con los que puedo contar en este viaje mágico llamado cine. Imposible olvidar cada momento con ellos, los días de encierro haciendo la post-producción, comidas, charlas, etc.
Espero volver, y sé que lo haré, a esa mítica ciudad para escribir mi propia historia dentro de ese arte que muchos admiramos. No esperaba participar en un Kino alguna vez y de pronto me ha dejado una de las mejores experiencias de mi vida.
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