texto ANDREI MALDONADO
¿Qué es el cine? Quizá sea una pregunta difícil de responder pese a que este arte tiene ya 120 años de existencia en nuestro país. Algunos dicen que es el arte de contar historias, pero ¿qué clase de historias? ¿Ficciones, drama, acción, terror? Quizá la respuesta más cercana a la realidad debería ser otra pregunta ¿Qué clase de historias queremos ver en pantalla?
Verano de Goliat (2010) es la quinta cinta dirigida por Nicolás Pereda en lo que parece ser un ciclo dividido en cinco estaciones donde sus personajes viven el eterno retorno –aquel del cual hablaba Nietzsche- de una vida donde doña Teresa siempre será Doña Teresa, Gabino siempre será Gabino y su novia siempre será su novia, más allá de las circunstancias, los entornos y los momentos.
Verano de Goliat permite reflexionar acerca de qué historias deben contarse, pero todavía más abre el espacio para saber qué cine queremos mirar. Diálogos y actuaciones próximas a la realidad, personajes llevados al extremo de sus emociones, la entrevista y el documental interviniendo en la ficción, haciendo imperceptible entre lo real y lo que imaginamos.
Nicolás Pereda sabe llevar con maestría al espectador hacia los diversos derroteros que propone su película, y eso es estar horadando el camino para un nuevo cine y para un nuevo tipo de espectadores.
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