por NITZIA RUIZ ZAPATERO
fotografía ALEKZ RAMÓN GARCÍA
Se llevó a cabo la 58 entrega del premio Ariel, un reconocimiento que otorga la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas a lo mejor del cine mexicano, pero ¿qué pasa con estos premios? Poco ruido se hace de ellos, el público sabe muy poco o nada sobre los nominados, sobre las temáticas de las películas y sobre todo de la labor social de los cineastas en México.
Comúnmente, y anteponiendo una serie de sarcasmos llenos de malinchismo, un real malinchismo, se menosprecia y desconoce lo que se hace en nuestro país. Esta situación no es algo nuevo, ya que en México esto no pasa sólo con el cine sino con muchas otras cosas; con una actitud pesimista se cuestiona y se mofa ¿existe lo mejor del cine mexicano? y para sorpresa de muchos y conocimiento de todos, efectivamente existe una industria en México y más que una industria, existe todo gremio que apuesta y no deja morir el séptimo arte en nuestro país.
Sin embargo a este esfuerzo, las respuestas comunes del público mexicano sobre cine mexicano son: “aquí ni se hacen películas”, “se hacen pero no son buenas” o en el mejor de los casos: “se hacen pero no se pueden ver”. Considerando a ésta última como la respuesta más cercana a la situación actual, el tema de la distribución pasa desapercibido a diario, mientras la comunidad cinematográfica lucha incansablemente por permanecer, por conseguir financiamiento y principalmente, por no dejar morir las historias y ejercer mediante el cine un poco de justicia social.
Esta indiferencia por la cinematografía en México surge cuando el malinchismo se apodera y el cine es opacado por el que es hecho en el extranjero; en esta comparación el público sí espera de los Oscares, sí tiene presencia en redes sociales, y por consecuencia sí asiste e invierte dinero en lo que ofrece la industria Hollywoodense pero no en lo hecho en nuestro país.
Para hablar y hacer reseña de la entrega de este año de los Arieles es necesario este panorama el cual, finalmente, para gusto nuestro y de muchos, se abordó y reflexionó durante el evento. La voz del cineasta Paul Leduc resonó al ser galardonado con el máximo premio que otorga la Academia, el Ariel de Oro. Al ser presentado, la actriz Ofelia Media señaló: “esto es lo que sucede cuando Paul Leduc hace cine… milagritos de justicia”, refiriendo a este reconocimiento entregado por toda una vida como artista y por ser “un hombre comprometido con el país”.
Así, Leduc recibió el premio y usó el micrófono de la mejor manera, proclamando el florecimiento del cine mexicano, insistiendo en que, por tratarse de la Academia y por tratarse de muchas cosas que están pasando, era momento de hacer un recuento de las cifras, ya que el año pasado se filmaron en México 145 películas, de las cuales muy pocas fueron vistas. De igual forma deseó que para estas películas “ojalá estos premios contribuyan a hacerlas visibles”, diciendo que “no es el momento para ignorarlo” sino momento de hacer algo, de reclamar el lugar que alguna vez ocupó en la época de oro donde aquél cine se veía, el actual no”.
En sus palabras, “el cine en México sigue siendo negocio, pero no para los cineastas”, quienes después del auge de la época de oro, no han podido recuperar esa estabilidad de hace setenta años, por ello se viene realizando en su mayoría, un cine casi casi, (con algunas excepciones), por amor al arte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario