martes, 31 de mayo de 2016

"Él", crónica de la locura y la paranoia

texto JUAN JOSÉ ANTUNA ORTIZ

En la pasada edición de la revista Andrei Maldonado les hablaba de Simón del Desierto, una de las películas más aclamadas del director aragonés Luis Buñuel; pues en esta ocasión quiero hablarles de la que es una de mis películas favoritas de este peculiar director y la que él llegó a declarar como su película favorita, Él.

Filmada en 1953 y protagonizada por Arturo de Córdova, Él retrata en primera apariencia la vida de Francisco, un hombre ante la sociedad buen mozo y mejor ejemplo siendo un siervo de la iglesia, mejor amigo de sus allegados, pero lo es hasta que ve a Gloria, mujer que conoce en una misa de lavado de pies a los nuevos niños clérigos (acá podemos apreciar uno de los fetiches que tenía Buñuel al filmar los pies de sus actrices, fetiche que le adoptaron directores como Tarantino y que inevitablemente yo también adopté).

Él dice reconocer a ella como su alma gemela, pues sólo cree en un único amor, amor que describe como Cortázar describiría muy similarmente en su novela Rayuela "Como si -el amor- no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. -Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto-". Y ella, aunque al principio lo esquiva pues ya está comprometida con un amigo, sin saberlo también amigo de Raúl, al final los encantos de aquel hombre hacen que caiga rendida entre sus brazos.

Pero no es hasta su noche de bodas, mientras viajan en tren a la ciudad de Guanajuato donde él peleaba unas tierras de sus antepasados y que cree con una fe ciega que se le reconocerán por el simple hecho de ser un hombre bueno, que le pregunta a ella mientras cierra sus ojos si está pensando en Raúl, su antiguo prometido; ella lo niega, así que Francisco tiene una crisis y empieza a gritarle exigiéndole la verdad y que le diga de una vez si lo va a dejar; es entonces que se da cuenta que no se casó con el hombre que ella y el resto del mundo creía, y más que mejorar, aunque en ocasiones así lo parezca, al final la locura suele desembocar como el agua de un rio que no puede ser contenida, y entre más se trate de contener, más será la fuerza del caudal.

En primer plano, como ya lo argumentaba al principio, la película parecería que fuera un retrato del estereotipo de macho mexicano celoso y dominante que quiere hacer a su mujer quererlo a la fuerza, pero más que eso la película retrata la paranoia y la locura del hombre al sentir en carne viva lo que a veces nuestra perturbada mente cegada por ideas religiosas y problemas de otra índole empiezan a hacer mella en el razonamiento, razonamiento que tarde o temprano se perderá para dar paso a la locura. Cuando un hombre cree enfermamente que lo que imagina es real, no hay cura que le pueda llegar.

Luis Buñuel llegó a argumentar que en esta película era donde más había plasmado de su persona y con la que más se sentía identificado, ya que era un hombre además de celoso muy paranoico y posesivo. Y aunque la recepción de la película no fue la esperada por los productores y por el mismo Buñuel, ya que la gente la veía más como una comedia que como un drama surrealista, la poca recepción que tuvo se la atribuyeron a que Arturo de Córdova la estelarizaba, pero con el correr de los años Él se convirtió en una de las películas más celebradas de Buñuel, tanto así que Alfred Hitchcock la reconoció como una obra maestra y muchos críticos aseguran que su película Vértigo tiene muchas referencias del amor de este por el filme de Buñuel.

Un dato curioso de esta película es que en la escena final, cuando Francisco vestido de monje empieza a caminar en zig-zag cuando se aleja de su hermano monje, Buñuel fue el que la realizó, encarnando a su alter-ego.

Con un drama descomunal, una tensión espeluznante, un surrealismo que sólo Buñuel suele plasmar como en los sueños de sus personajes y en particular en esta película en la escena de la iglesia donde Francisco pierde completamente la razón, cuando se le va a los golpes al cura, hasta en las casas y las figuras religiosas tan siempre presentes en sus películas. Él es sin duda el Buñuel más fiel de Luis.

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