texto ANDREI MALDONADO
fotografía ERNESTO RÍOS
La esperanza de vida de un cortometraje es realmente muy corta y, por ende, su apreciación por los públicos, escaza. Pese a que los festivales de cine han reivindicado su trascendencia, al despojarlos de esa aura meramente académica en la que se hallaban sometidos a ser considerados como lo que son, películas, todavía hoy hay un cierto menosprecio al cortometraje y una imposibilidad para poder visualizar aquellos trabajos que, quizá por casualidad, nos tocó apreciar.
Dos de los cortos más significativos que existen en este formato realizados por una duranguense se llaman Úsame e Instinto, producciones realizadas entre 2004 y 2006, una época en donde los circuitos locales de exhibición, como es hoy el Festival de Cine Mexicano de Durango, sencillamente no existían. Al respecto charlamos con su realizadora, Fhernanda Simental, la cual no solo aró el camino de hacer cortometrajes dignos de competir internacionalmente, sino que además lo hizo en un género muy complicado: el terror.
¿Por qué el cine?
Desde siempre me di cuenta de la importancia de contar historias, del efecto que estas tienen en las personas, y eso nos remonta incluso al hombre primitivo, a su necesidad de preservar la memoria. En mi caso, te seré sincera, inicia con mi abuela, que era muy fan de Joaquín Pardavé. Recordar sus risas al ver sus películas, el ver cómo después de ver una historia eres capaz de empatizar con tu contexto, con otras personas y situaciones que en la vida real no vivirías. Eso es lo que hace grande al cine, hermanarnos. Creo que quien hace cine es un especie de juglar, que hace magia y que permite que las personas tengan un momento de diversión, de reflexión. Por eso el cine.
¿Cuál es la primera película que te hizo ver distinto al cine?
La primera que vi completa fue Marcelino, Pan y Vino. Pero la primera que me marcó, a la edad de 8 años, fue Nazarín, de Luis Buñuel. Me encantó porque no le entendí. Ver como niña que los adultos reían o tenían ciertas expresiones con las escenas y no entenderlo hizo que me naciera la curiosidad, el deseo de tener que comprenderla ¿por qué si está en español no la entiendo? Saber por qué el sacerdote sale por la ventana y no por la puerta, por ejemplo. Otra película que también es muy importante para mí es Lo que el viento se llevó. Una historia que logra tenerte emocionado por cinco horas es extraordinaria, sobre todo si tenemos en cuenta que apenas tenía 9 años.
¿Qué cineastas te han marcado especialmente?
No quiero sonar pretenciosa y decir como otros que me fascina Tarkovski. Sí lo he visto, pero no soy fan. Uno de los que realmente sí me han trascendido es Kubrick, con El resplandor. Ese terror tácito e implícito que hay en el relato y en muchos de los de Stanley. Otro sería Krzysztof Kieślowski con Azul, que es una de mis películas favoritas. Cuando la vi me fascinó descubrir que no solo los diálogos, sino también la música, pueden construir una historia. Y por supuesto Luis Buñuel, que desde aquél primer momento de la niñez me incitó a indagar más en la psicología de los personajes y me permitió plasmarlo en mis trabajos, aunque sea en pequeños guiños. Conforme vas viendo más cine vas nutriendo tu visión. Así fui conociendo varios directores de terror como Sam Raimi y Mario Bava, pero Kubrick, Kieślowski y Buñuel son los fundamentales.
Háblanos sobre tu corto Úsame, en el cual encontramos ciertas referencias al cine de Hitchcock ¿Cómo fue que surgió esta historia?
Qué bien que lo mencionas, porque en efecto, Hitchcock es otro que ha marcado mis historias. Cuando yo elaboró guiones como Úsame parto de dos premisas: una, la de Hitchcock, que dice que el suspenso se basa en una bomba que se encuentra debajo de la mesa donde dos personajes charlan, solo el espectador sabe de esa bomba, pero no sabe cuándo explotará. La otra es de Lushino Visconti que dice: “dame una mirada, la respuesta a esa mirada, y yo te daré una historia”. Entonces Úsame surge de una nota policiaca de un asesinato y de la pregunta de qué hubiera pasado si dicho asesinato hubiera sido por cuestiones pasionales, lo que permitió también darle un sesgo feminista, sobre todo para el año en que lo hicimos, al mostrar que no todas las mujeres son indefensas, inocentes o “buenas”.
¿Y cuáles fueron las premisas de Instinto?
Instinto lo escribió otra persona, aunque surgió de una inquietud mía acerca de contar una historia de vampiros sin preponderar el hecho de que ellos eran vampiros, precisamente para ahondar en cuál es nuestra naturaleza como humanos, siendo la figura vampírica una de las más recurrentes en la historia para afrontar este cuestionamiento. Los dos personajes tienen un debate acerca de cuál es la verdadera naturaleza humana y del espíritu. Fue un ejercicio que permitió explorar en la deconstrucción de la psique humana que a final de cuentas queda corto, pues estos temas son muy amplios. Aun así creo que fue un guión muy bien desarrollado.
¿Qué circulación tuvieron estos dos cortometrajes?
Úsame estuvo participando en el VII Festival Internacional de Cine de Guanajuato en 2004 en la categoría de corto de ficción, siendo el primer trabajo que se exhibía en el festival originario de Durango, curiosamente el mismo año en que el certamen se dedicaba a Dolores del Río. Ese mismo año estuvo en el Festival Internacional de Cine de La Habana, en Cuba, y en 2005 obtuvo el premio Alberto Tejada de video aquí en Durango. Además circuló por buen tiempo en el Festival El Cine a las Calles en varias ciudades, desde Texas hasta Guatemala.
Instinto obtuvo el premio del jurado en 2006 en el Festival Internacional de Cine de Chihuahua, participó en la Muestra Independiente de Cine de Austin, en Texas, y en el Festival de Cine Fantástico y de Terror Macabro 2007 en la Ciudad de México. Son cortometrajes a los cuales les tengo mucho cariño y que en su momento marcaron una época de interés en los jóvenes por el cine como actualmente varios realizadores, como tú por ejemplo, han retomado y puesto en alto el nombre de Durango.
Por otro lado ¿Cuál es tu posición frente al uso de no-actores en el cine contemporáneo?
Creo que estamos en la época de los reality shows, en sacar a gente común de su contexto para obtener una cierta naturalidad. Yo respeto a quien decide optar por esta vía, pero respeto también el trabajo de los verdaderos actores, los que tienen un compromiso con hacerte sentir lo que dice el guión. Agradezco la colaboración que en su momento dio Víctor Hugo Galván, que es muy generoso a la hora de actuar, y también de Saúl García Mesta (q.e.p.d.), del cual me siento agradecida de que uno de los pocos trabajos que hizo para cine haya sido regalado en uno de mis proyectos.
Lamentablemente en Durango no hay una escuela de actuación, porque actuar para cine y teatro no es lo mismo. Una cámara te exhibe, revela quien eres, te expone. Y la capacidad de afrontar esta presión solo un actor de verdad lo puede hacer. Creo que si los gobiernos le apostaran a esto Durango sería un gran semillero de actores, pues hay voluntad, pero sin las tablas no se podrá hacer nada y eso pone en riesgo cualquier trabajo. Es como a la hora de la realización. Cualquiera puede hacer un corto con un celular, pero no será lo mismo si le das un celular a Tarantino que a alguien sin erudición. Terminará haciendo videos a la Werevertumorro (risas).
¿Qué viene para ti en el futuro?
Yo siempre lo he dicho: el cine es algo que ha estado presente en mí toda la vida. El cine es mi marido y lo engaño con la prensa (risas) aunque ese engaño ya duró mucho tiempo. Quiero dedicarme más al cine, hacer más trabajos. En la búsqueda de un estilo debes encontrar el género en el que mejor te desarrollas, y para mí es el terror, y no cualquier terror, especialmente el psicológico. Me gusta porque a través de él puedes exponer la verdadera naturaleza humana a través de enfrentar a los personajes a situaciones imposibles pero terribles. Eso es lo que me gusta hacer, provocar que el espectador reflexione, pues creo que es la función del cine.
Hoy en día estoy muy involucrada en la labor periodística, por lo que tampoco me sentiría muy ajena en una película de sátira política. Así que dentro de mis proyectos, no sé si a corto, mediano o largo plazo, sí se encuentra hacer cine. Yo no tengo ninguna adicción, pero si podemos considerar al cine como una, entonces, el cine es mi droga. Si yo no viviera, comiera, respirara cine, si no estuviera sumergiéndome en una película, yo no me sentiría viva.
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