lunes, 29 de junio de 2015

Cinéfagos ¿hasta cuándo?

texto: ANDREI MALDONADO
fotografía JOHNATAN JUÁREZ


En alguna ocasión Arturo Perales, amigo del Cineclub Korova junto a Erik Camarillo y el coordinador editorial de esta revista Eric Villa, me preguntó al aire en su hoy tristemente extinto programa de televisión on line: “¿hasta cuándo Cinéfagos?, ¿hasta dónde quieren llegar?”. En esa ocasión he de confesar que la pregunta me cayó de sorpresa y aún hoy me sorprende lo que le respondí: “hasta que alguien haga una mejor revista, hasta cuando ya no seamos necesarios”.

Y sí, en efecto, esa es todavía hoy la perdurabilidad de Cinéfagos. Porque créanme cuando les digo que no hay ningún otro objetivo para nosotros más que compartir el cine que nos gusta y darle un espacio a todas las actividades relacionadas con el cine en nuestra ciudad. Por lo que el día en que alguien haga eso de mejor manera que nosotros y los lectores ya no necesiten de nuestro servicio, entonces, ese día, con gusto nos haremos a un lado.

Pero hasta que no llegue ese día esta revista, contra viento y marea, seguirá en pie. Seguirá dando lo mejor de sí con la firme convicción de contribuir con un granito de arena en la consolidación de Durango como la “tierra del cine”. Lo sabemos: no somos los únicos y mucho menos los mejores, y lo que hacemos no es nada del otro mundo. Sin embargo siempre nos vamos a dormir con la satisfacción de que, por ese día, hicimos cuanto estuvo en nuestras manos.

Porque el cine es, primordialmente, un arte escrito. Es en la palabra gráfica el que las ideas que vuelan en nuestras mentes aterrizan en el suelo firme del papel en forma de guión y ahí, solamente ahí, inicia en verdad el arte de relatar historias por medio de imágenes en movimiento. Por eso nos sentimos orgullosos de cumplir otro año más, vigentes en todos ustedes ¿mejor, peor que el primer aniversario? No lo sabemos, júzguennos.

Por lo pronto no nos queda más que agradecer a cada uno de los colaboradores que han hecho posible estos dos años, quien escribió, quien nos compartió sus fotografías, los que nos recomendaron, los que leyeron y compartieron. Los que nos dedicaron palabras y a quienes puntualmente nos hicieron ver nuestros errores. De verdad no alcanza –irónicamente- palabras para agradecerles toda la alegría que nos da sabernos leídos por sus ojos.

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