miércoles, 13 de mayo de 2015

Los amantes del círculo polar: La casualidad o la causalidad

texto ERIC EDUARTE VILLA

Coincidir en espacio y tiempo. Pensar qué habría pasado si uno decide ir a la derecha y no a la izquierda. Si un compañero no hubiese volado el balón al otro lado de la barda tal vez nunca habríamos conocido a esa persona que nos cambiaría la vida, de la que nos enamoraremos. Seguiríamos nuestro camino que hemos trazado sin darnos cuenta que ahí se encontraba a lado o detrás de nosotros ese ser que alteraría nuestros sentidos y el curso de nuestro andar.

Pero cuando surge ese encuentro queda ahora ir en su camino, ya no podemos desprendernos de él o de ella. Aunque no quisiéramos sentimos que esa persona es nuestro destino. Entonces el amor se vuelve hermoso y peligroso. Pero si de verdad existe un lazo entre uno y esa persona se dice que en algún punto, en algún momento de nuestras vidas, tendremos que conocer y quedarnos a lado de ella para siempre, sin importar qué distancias lleguen a cruzarse entre los dos, podemos perseguirla hasta el círculo polar porque realmente ese destino nos dice, a ambos, que nos debemos volver a encontrar.

Pero nada es para siempre y sí, existen cosas que nos separarán un día de esa persona y hará lo posible por mantenernos separados por la “eternidad”. La muerte incluso no descansará para intervenir. Ser amantes no significa que se tenga que serle fiel a otra persona para serlo, ser amantes son dos personas que buscan estar juntos y que no pueden estarlo por algún capricho del destino, de mantenerlos sólo enamorados, bailando en ese ritual de unión sin poderse tocar sabiendo que son el uno para el otro.

No es una película de amor, es una tragedia de amor de la mente del cineasta español Julio Medem (Lucia y el sexo, Habitación en Roma). No es para enamorarse, es para comprender el amor y sentir más nostalgia por esa persona especial que vive en nosotros sin nosotros.

Una apasionada y secreta historia de amor contada por sus protagonistas, Ana y Otto, desde los ocho años hasta los veinticinco. Desde el momento en que a la salida del colegio sus vidas se entrelazan para iniciar una historia que volverá una y otra vez a encontrase en el círculo polar, donde el sol de media noche ilumina el amor de una pareja.

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