por ERIC EDUARTE VILLA
Cuando se salía tarde del cine, cuando el ocaso aparecía por encima de las calles desoladas y los faros iluminaban apenas algunos rincones de esa oscuridad que se avecinaba, cualquiera podía imaginar mil cosas aterradoras que pudiesen ocurrir en el camino a casa, después de salir de la sala, de haber presenciado la historia del niño Hugo o de aquel internado con aquella chica de mirada diabólica. Lo que menos se quería era toparse con un gato negro al pasar de noche por esas enormes casas del siglo pasado.
El terror no ha sido el fuerte para el cine nacional. Contadas son las películas que sobresalen en este género, pero cuando hablamos sobre el tema es difícil no mencionar a Carlos Enrique Taboada, quien marcó una buena época para el cine de horror de nuestro país. Su atmósfera sombría y alejada de la urbanización le daba ese aspecto tétrico necesario para sentirse poseído por rincones oscuros de bosques o casas alejadas. La arquitectura de sus locaciones jugaba con el encanto espeluznante de sus historias.
El personaje de Hugo, por ejemplo, aterró a miles de espectadores durante un largo tiempo. La mayoría de los cinéfilos de aquellos años no pueden dejar de pensar en El Libro de Piedra cada vez que se encuentran con alguna estatua de niño o escuchar en silencio el sonido del viento en alguna calle gris ausente de luz de sol un domingo por la tarde cuando nadie habita esas arboladas y desérticas veredas.
Aunque su trilogía Más negro que la noche-El libro de piedra-Hasta el viento tiene miedo son sus trabajos más reconocidos, no hay que olvidar Rapiña, La guerra santa y Veneno para las hadas, su última cinta de horror que lo regresó al éxito que había tenido en sus primeras películas, valiéndole 4 premios Ariel en 1984, destacando en las categorías a mejor película y mejor director, pero fue además la cinta que le dio el adiós al cine, dedicando sus últimos años de vida a la televisión, escribiendo, produciendo y dirigiendo capítulos de la serie Telaraña.
Carlos dejó un gran legado cinematográfico al grado en que directores como Guillermo del Toro, Quentin Tarantino y Daniel Gruener entre otros han mencionado tener una fuerte influencia de Taboada para sus películas. El cine de Taboada se volvió de culto para nuestra industria nacional. Hoy han existido intentos de crear y retomar lo que se prometía décadas atrás con este género, películas que buscan evocar a estos grandes clásicos, pero que no han logrado trascender como lo hicieron directores como Carlos.
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