texto IVÁN DELHUMEAU
fotografía CORTESÍA IMAC
En el presente año se celebran 60 años de la aparición del cine industrial en Durango. Tierra donde se han filmado decenas de películas, nacionales e internacionales. Bajo el majestuoso cielo elogiado por los fotógrafos Alex Philips y Gabriel Figueroa, actuaron grandes estrellas como Pedro Armendáriz, Glenn Ford, Anthony Quinn, entre otros. Sin duda vale la pena festejar un aniversario tan emblemático.
Pero coincidentemente en Durango se celebró otro aniversario, el que conmemora tres décadas de la cinematografía de un cineasta local: Juan Antonio de la Riva. En una tesis muy personal, su filmografía serrana representa lo mejor en 60 años de cine industrial, pues con ella se ha puesto en varias pantallas internacionales el paisaje de Durango, su gente, las costumbres de una región en particular, la Sierra.
Con un cortometraje y tres largometrajes, De La Riva retrató por momentos, a manera de documental, la Sierra de Durango, haciendo un homenaje a su tierra natal, San Miguel de Cruces. La aventura comenzó con Polvo Vencedor del Sol (1979), el cortometraje que lo titularía como cineasta en el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC). Éste fue premiado en el Festival Internacional de Lille en Francia, y con el Ariel al mejor cortometraje de ficción el mismo año.
Le siguió su primer largometraje, Vidas Errantes (1984), historia autobiográfica, a tal grado que su padre ganó el Ariel a mejor argumento original del año. Continuó con Pueblo de Madera (1990), película en la que comienza a utilizar como realizador la técnica del plano secuencia, misma en la que se ha convertido todo un maestro.
El Gavilán de la Sierra (2001), es la película con la que pone fin a la filmografía serrana, en la que sorprende por contar una historia atemporal, en la que presente y pasado se unen en un mismo encuadre. Y con Érase una vez en Durango, se recrea filmando sobre el dolly lo que parece ser la historia de lo que coincidentemente se homenajeó en el pasado Festival de Cine, los 60 años de cine industrial en Durango.
Paralelamente al festival tuve la oportunidad de presentar el ensayo “De lo Personal a lo Universal: el Ensayo Fílmico de Juan Antonio de la Riva”. Editado por el Instituto Municipal del Arte y la Cultura, rindo tributo al cineasta que ha convertido su cinematografía en un cine de homenajes, primero a la Sierra de Durango, y luego al cine mismo. Al cine como instrumento para contar las historias que veía de niño en el cine de su pueblo; al cine como sala de exhibición, cuya luz se le incrustó en su ADN cinéfilo el día en que su madre lo dio a luz, según cuentan, detrás de la blanca y esperanzadora pantalla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario