por ANDREI MALDONADO
Si algo hay que agradecerle a Lukas Moodysson es su genialidad para tratar temas tan familiares entre sí de manera distinta. Si en Mamut nos adelantó el tratamiento de una temática sobre le incomprensión siempre existente de los padres hacia el mundo de sus hijos, en We are the best! nos deja ver la visión no solo de incomprensión en el núcleo primigenio, sino también la resistencia a la muerte de una cultura.
Bobo y Klara desean tener una banda de punk porque ven a través de este género la posibilidad de decirles a todos los adultos que no les prestan atención que detestan ese mundo de protocolos innecesarios, de poses y de exigencias, pero también para poder vivir la vida bajo el único esquema que creen posible, todo bajo un tema que reza “¡Odiamos los deportes!”
A ellas se les unirá Hedvig, una chica cristiana (la única que en verdad sabe tocar un instrumento musical) que pronto entenderá la profundidad dentro del proyecto que surge al principio como un simple acto de rebeldía contra el sistema, y con ellas emprenderá la aventura de tocar su canción en un recital.
Sencilla, directa y al corazón. We are the best! no ahonda más allá que en el discurso del deseo de expresión y la amistad. Una cinta en la cual el espectador no debe de sumergirse en un mar dramático, más bien se deja llevar por el suave oleaje de la comedia sueca.
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