texto y foto JUAN JOSÉ ANTUNA ORTIZ
Siempre me ha resultado muy difícil escribir sobre los proyectos y esfuerzos hechos por parte de gente que conozco y con la que he colaborado, cuando se trata de proyectos con mucho empuje y corazón, porque siento que en algún momento puedo perder mi punto de vista objetivo y crítico para pasar a la acción de ser más emocional y personal.
Pero quiero hacer el intento al hacer la crónica de la décima edición del Festival de Cine Paloma Itinerante porque siento que para nada debe de perderse la oportunidad de escribir del que a mí me parece, es el esfuerzo más importante en cuanto a la realización de festivales de cine en Durango se refiere, aunque la parafernalia de los otros festivales lo opaquen, y que si bien todos aportan algo que es muy característico de cada uno, hay que darle el lugar que el Paloma se merece, como el segundo festival más longevo de Durango, y a mi consideración, el segundo en importancia de nuestra ciudad.
Para dar pruebas fehacientes de lo que digo, no se necesita más que la crónica de esta décima edición, que sigue siendo igual de congruente desde la primera, cuando se denominaba como Muestra, algo que no es ajeno incluso a los principales festivales de cine en nuestro país, como ejemplo recordemos que antes de que el Festival Internacional de Cine de Guadalajara, uno de los cuatro más importantes del país, se denominara como tal; llevaba por nombre Muestra de Cine Mexicano en Guadalajara.
La congruencia de la que hablo al hablar de la identidad que tiene el Paloma desde su edición número uno, algo que a otros festivales les toma desarrollar entre su segunda y cuarta edición, e incluso algunos que jamás desarrollan esa identidad y solo se hacen para promocionar alfombras rojas y bajar recursos gubernamentales para llevarse a cabo por caprichos o fiestas; no es otro más que el de mostrar el cine hecho por duranguenses, tanto en Durango como fuera de Durango, algo que creó el Paloma incluso antes de que el Festival de Nuevo Cine Mexicano de Durango lanzara la primera convocatoria al concurso "Hecho en Durango", con ese antecedente podríamos decir que el Paloma fue un parteaguas para que esa competencia se creara.
La décima edición logró hacer lo que ninguna otra estancia cultural en nuestro estado pudo o quiso hacer, y esto fue rendirle un merecido y emotivo homenaje al maestro Juan Antonio de la Riva por 50 años de trayectoria en el cine, en el que se tuvo la sala de la Cineteca Municipal Silvestre Revueltas casi al 90 por ciento de su capacidad, en donde compañeros, amigos, familia y amantes de cine se dieron cita para presenciar el video homenaje, el discurso tanto del presidente del festival Andrei Maldonado, la directora del IMAC Virginia Ruiz, el homenajeado Juan Antonio de la Riva, y la entrega del reconocimiento al maestro, al cual todo el tiempo se le vio además de feliz y motivado, muy conmovido.
También dentro del mismo homenaje y ceremonia de apertura se reveló la exposición de carteles de las películas más importantes del maestro en la sala adjunta de la Cineteca que lleva su nombre, así los asistentes pudieron charlar y convivir con él, además de disfrutar de un brindis en su honor, y del pastel conmemorativo por los diez años de vida del festival.
Posterior al homenaje se proyectaron los dos largometrajes que estaban en la selección del festival, el primero, y siguiendo en la tónica de mostrar el trabajo del homenajeado, pudimos ver su ópera prima Vidas errantes, y después se contó con la película La gran promesa del director Jorge Ramírez Suárez, la cual tuvo varias locaciones en Durango.
Al segundo día se contaron con tres funciones llenas de cortometrajes de realizadores duranguenses. En la primera se pudieron ver trabajos de la escuela de cine Plasma en corto del municipio de Gómez Palacio, que nos presentaron cinco de sus mejores trabajos, entre los que destaco los extraordinarios Cariño, de Ismael R. Alonso, Las cosas que pensaba antes de morir, de Ofelia Hernández, y Gabriel, de Ángel Valdez, cuya calidad está a la altura de los mejor que se ha hecho en Durango en cuanto a trabajos estudiantiles se refiere.
En la segunda función se contó con una selección de ocho cortometrajes producidos por el CCA Dolores del Rio, cuya calidad en producción es más que innegable e impecable, pero de los cuales yo destaco los de los realizadores Gian Rubén y Kayú Rodríguez, y a título personal, me extrañó mucho no poder ver alguno de los trabajos de la realizadora Jackelin González, ya que, desde mi humilde opinión, son los mejores trabajos que se han hecho en esta escuela.
La tercera proyección del segundo día de actividades fue un espacio dedicado a los trabajos realizados bajo el nombre de la casa productora Persiguiendo Palomas Films, una de las primeras productoras en Durango que impulsaron el cine autogestivo e independiente en la ciudad, y cuyos temas y personajes formarán para siempre un punto de partida muy importante dentro de la nueva ola de realizadores duranguenses del siglo XXI, y que con esta proyección anuncia su retiro de la producción cinematográfica.
En el tercer día se contó con la proyección de los trabajos realizados durante el Rally 48 en Corto que fue convocado el fin de semana anterior, tanto por parte del festival, como por la Cineteca de Durango, en el cual vimos el trabajo realmente destacado de cuatro equipos.
Considerando la titánica tarea que es hacer un cortometraje de la nada en dos días, hemos de decir que los trabajos fueron muy meritorios, si bien algunos padecían de ciertas deficiencias técnicas, las propuestas de temas, cómo las abordaron y ciertos detalles técnicos, que si bien era visible que necesitaban pulirse, aun así se notaban las propuestas (tales como manejo de cámara, composición de la imagen, montaje, guion).
El jurado que fue integrado por los representantes de la Filmoteca UJED José Rodríguez López y Luis Martin Gerardo, y el crítico Iván Delhumeau; dieron como ganador al cortometraje Sognare. También en esta misma función se proyectaron dos cortometrajes fuera de competencia, L'homme qui fume, de Juan José Antuna Ortiz, y ¿Qué hizo Emilio? de Sergio Payán. Posterior a la función de cortos, en la función de clausura, se contó con el estreno mundial del mediometraje El Editor -Versión Final-, del director Alejandro Savant, cuyo protagonista y productor es el realizador duranguense Juan José Antuna Ortiz, y cuya recepción por parte del público fue por demás positiva.
Así pues fue que se llevó a cabo la décima edición de este festival que, según palabras de su propio director, alcanzó el pico más alto en cuanto a lo que el festival siempre ha llevado como estandartes: proyectar cine que enaltezca las diferentes narrativas de este arte desde cualquier trinchera que sea creado, la colaboración de todos los agentes en cuanto al cine duranguense se refiere, y el goce de saber que el Paloma es un espacio que siempre, dentro de sus muchas veces limitadas, pero bien intencionadas posibilidades; da visibilidad al trabajo de todas las voces dentro del cine en todo Durango.
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