lunes, 8 de agosto de 2022

Deniss Barreto filma “Las niñas de los duraznos”

texto ANDREI MALDONADO foto LUIS LAZALDE/JOSÉ LUIS CANO

Con una trayectoria que arrastra ya varios cortometrajes y un mediometraje, mismos que han tenido como escenario prestigiosos festivales nacionales e internacionales, y que han sido bien recibidos por la crítica, Deniss Barreto se abre paso en el difícil mundo de la producción de largometrajes, con su ópera prima Las niñas de los duraznos, la cual se encuentra en postproducción.

Sobre esta experiencia Deniss charló con Cinéfagos, en una plática en donde además se abordó el momento en el que se encuentra el talento cinéfilo duranguense, el cual está cada vez mejor capacitado a nivel industria. También charlamos de lo que está por venir con este y otros proyectos que tiene en puerta esta talentosa directora.

Cuéntanos sobre tu ópera prima

Mi ópera prima se titula Las niñas de los duraznos, es la historia de una niña llamada Valentina, que tiene 10 años y que vive con sus hermanas y sus papás en Durango, que observa de una forma muy prejuiciosa el crecimiento y madurez de sus hermanas mayores mientras ella comienza a descubrir su propia sexualidad. Habla también de la violencia implícita y los micro machismos que podemos encontrar.

¿Quiénes colaboran contigo tanto en cast como en crew?

En cast la mayoría de ellos son no actores, es gente nueva. Algunos ya han tenido la experiencia actuando conmigo, el caso de Regina González, que fue Carlotta en El ensueño de Carlotta, también está Jimena Pagaza, que ya tiene experiencia en televisión, y Liliana Martínez, que es actriz de teatro, y las demás las encontré haciendo casting, como Valentina la protagonista, igual que Regina Carrillo, Alejandro Reséndiz y Ana Paula Velázquez.

El equipo son las mismas cabezas de mis otros proyectos. En fotografía está Luis Lazalde, en producción Libertad Salgado, en sonido Abdi Martínez, en vestuario estuvo en el proyecto inicial María Rosario Mercado, pero lamentablemente ya no pudo estar durante el rodaje, ahí estuvieron Mayra Quezada, Vivian Castro y dos estudiantes de la UAD, Azeneth Cuéllar y Aranza Delgado. El rodaje se dividió en dos partes, podemos decir que son dos unidades.  

Con esta oportunidad ¿Cómo viste al talento duranguense?

Como trabajé en dos meses diferentes hubo que hacer cambios en la gente que trabajaba en cada departamento, porque las fechas o los tiempos ya no coincidían por sus agendas personales, pero hubo personas que sí se quedaron en los dos rodajes, como el departamento de foto, que lo encabeza Luis Lazalde, que estuvieron Alejandro Subia y Lluvia Argandoña, que la verdad lo hicieron de forma excelente, y en el segundo rodaje se sumó Francia Correa.

La verdad es que no pude pedir más, creo que en fotografía los duranguenses están muy bien capacitados. Gente muy trabajadora, muy enfocada en lo que hace. También estuvo Alexei Uribe, como asistente de dirección José Luis Cano, muchos exalumnos del Centro de Cinematografía y Actuación Dolores del Río, que está teniendo un papel fundamental en la cinematografía de Durango. Ya no hay tanta diferencia entre alguien de Durango y alguien de la CDMX.

¿En general el ambiente fue agradable entre el equipo?

De mi parte puedo decir que sí (risas) y de lo que he oído del equipo también. Todo estuvo tranquilo, salvo incidencias leves que tiene cualquier rodaje, el ambiente de trabajo fue el óptimo. La película es muy familiar y el ambiente fue ese, de familia. Buscamos tener todo lo mejor planeado para que actores y equipo se sintieran como en casa, sobre todo en el segundo rodaje, que ya estábamos en mejor punto.

¿Cuánto te llevó en tiempo llevar a cabo esta producción?

Fue un año de desarrollo, un año entero de pre y producción y no sé cuántos años desde que concebí la idea para el guion. El rodaje se hizo en dos meses, en septiembre y noviembre.

¿La producción es completamente en Durango?

Sí. Es una casa, una escuela y algunas locaciones en exteriores. Es una película muy intimista que básicamente se desarrolla en el hogar y la escuela.

¿Ya tienes la ruta trazada para que se exhiba esta película?

Fíjate que siempre soy un poco descuidada en eso de hacer una ruta de festivales. Es una etapa que la hago más de una forma improvisada, pero en esta vez me gustaría hacerla más planeada. Primero voy a mover la película en concursos de fondos para la postproducción, para terminarla completamente, para poder hacer la mezcla de sonido, que es normalmente lo que se lleva más costo de producción.

Ya de ahí que empiece a visibilizarse entre las personas de los festivales, porque no es coincidencia que hagan estos concursos, es también para que la gente de los festivales comience a ver qué hay más allá, adelantarse con las películas que aún no están terminadas, para poder tomarlas para sus festivales. Es un sondeo esa etapa, a partir de ahí ya veré, aunque la idea es poderla mover en festivales de cine y después aplicar a los fondos de distribución.

Te viste beneficiada con el PECDA ¿Qué tanto ayuda contar con este tipo de apoyos?

Aporta la rapidez con la que puedes sacar un proyecto. El presupuesto para esta película era a modo de guerrilla, de estar al día. De no haber tenido este apoyo quizá me hubiera tardado seis u ocho meses más en obtener los fondos. Es un arranque, es una velocidad lo que aporta este tipo de estímulos.

Ver plasmada esa idea, que durante años estuviste pensando, desarrollando ¿Qué representa para ti como persona y como realizadora?

Es como quitarme un peso de encima. El ver concretado, todo en materia, es un logro, y quizá por primera vez en mi carrera fílmica siento que di el paso más grande. Claro, aún falta terminarla, pero el proceso de poder financiarla, terminar esta etapa de preproducción para poder rodarla, es algo que no había experimentado.

La experiencia de los cortos ayudó, pero no te enseña cómo serán las coas. Es un trabajo emocionalmente muy fuerte, psicológicamente te acaba en el momento, pero es algo como el ave fénix. Terminé muy cansada, se escuchará un poco como sacrifico, pero es exactamente eso, un sacrificio, muy grande, pero también muy satisfactorio.

Quizá ese tono autoral conlleva también a ese sacrificio ¿Seguirás apostándole a ese tipo de cine?

Sí. Y con este tipo de cosas que voy logrando me reafirma más eso. Y curiosamente, me ha hecho ver de distinta forma el cine comercial. Lo siento más liberador, con menos prejuicios, le doy su lugar. Antes era muy cerrada al comparar el cine comercial con el de autor. Quizá sea porque ahora sí me puse la camiseta de directora de cine. 

Insisto, aún falta terminar el proyecto, pero precisamente por esta parte más autoral, de estar viviendo de forma directa con el crew, los actores, con todo lo que conlleva hacer una película, es que se ha tomado su tiempo la postproducción.

¿Qué tanto cambia o aporta el recibir una crítica positiva de alguien como Jorge Ayala Blanco, que alabó Ricardo sin cabeza?

Sí ayuda, pero también estresa mucho. No creas que no he pensado si Ricardo sin cabeza es mejor que Las niñas de los duraznos. Queda una vara alta que tienes que estar superando conscientemente con cada obra que hagas porque, como dicen, los directores de cine son tan buenos como su última película. 

Si alguien no ha hecho nada relevante en 10 años ahí se queda. Es algo que estresa, pero también hay que entender que cada obra va a ser diferente. Cada una tiene lo suyo.

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