texto ANDREI MALDONADO
Cuántos no han sido los actores que se convierten en directores o productores ¿pero sucede a la inversa? Quizá sí, quizá hasta más frecuente de lo que uno se pudiera imaginar, pero no tenemos constancia de ello. Quizá porque la aparición de productores sea solo en sus propios proyectos y algo casi incidental, al más puro estilo de Stan Lee.
Pero en el caso de Miguel Rodarte, al cual hemos disfrutado ver en pantalla protagonizando lo mismo una comedia televisiva como “Los héroes del norte” hasta películas icónicas de nuestra cinematografía como El Tigre de Santa Julia, cuesta imaginárnoslo únicamente como productor y mucho menos como mercadólogo. Esta y más confesiones nos relató a Cinéfagos durante su visita a Durango.
¿De dónde nace tu gusto por el cine?
Empecé por actuar en las tareas escolares. Recuerdo que en la primaria estaba yo en la obra de “El principito”, creo que a mí me tocaba ser una estrella (risas) pero la simple experiencia de salir de alguna manera me marcó, pero no lo suficiente como para crecer pensando que yo iba a terminar dedicándome a ser actor o a hacer cine. Eso llegó mucho más tarde. Lo que yo buscaba era dedicarme a un oficio que me permitiese salir, viajar, conocer el mundo, conocer gente con talentos especiales y fuera de lo común.
Terminé metiéndome a mercadólogo en el Tec de Monterrey y como tarea de último semestre los estudiantes hacían un corto en la materia de cine. Recibí la invitación de dos equipos para actuar en sus historias y la experiencia de trabajar en el set, pero sobretodo ver el resultado en la pantalla, me dejó muy impresionado y es cuando recibí el llamado de que eso era lo que tenía que hacer en la vida. Entonces renuncié a todo, a mi carrera, a mi trabajo y me metí a estudiar actuación y ponerme a trabajar de lleno en eso.
Cuéntanos de tu faceta de productor
De hecho antes de ser actor soy productor. Desde mi formación actoral yo ya buscaba la manera de producir cortometrajes y no era con mis historias o conmigo actuando, era con mis amigos ayudándoles a conectar gente, pidiendo, preguntando. Y de ahí surgían proyectos que financiábamos con fiestas y que a su vez estos proyectos nos dejaban ingresos para nuevos.
Sí creo que hay una diferencia cuando el actor toma conciencia de lo que cuesta tenerle en el set un café caliente o su catering en comparación al que solo llega y exige. Hasta el momento sigo metiendo proyectos a Eficine de documental, porque ya no es mi fin actuar en ellos sino exponer contenidos que para mí son importantes para compartir, esperando que sean un negocio.
Y es que ahora también hay ganancias con la exhibición y la distribución, no solo en el tema de las salas comerciales sino también en lo que son las plataformas on-line y streaming, por lo que si una producción te cuesta 500 mil y con la reducción de costos y las ventas de exhibición sacas unos 40 mil ya la hiciste.
¿Cuáles son las problemáticas del cine actual?
Yo considero que estamos en un muy buen momento en cuanto a la calidad de las producciones y audiencias. Creo que sí empatan ambos conceptos. Antes decir ver cine mexicano era ir a ver una mala película. Creo que hay mucha calidad y eso deja satisfechos a los espectadores. La parte que todavía falta es la exhibición y distribución. Hacen falta muchos canales de apoyo de gobierno.
Antes el gobierno tenía sus propias salas y la gente agradecía poder ver cine hecho en el país. Ahora los intereses son meramente mercantiles y las salas están en manos de unos cuantos. De pronto una película con mucho contenido pero que los empresarios creen que no tendrá impacto comercial no sale a la luz y en realidad hay cine para todos los gustos.
Yo he hecho mucho cine comercial que por supuesto es generador de industria, empleos y palomitas, pero también hay un abanico amplio de historias donde caben cualquier tipo de idea que se quiera transmitir y ese abanico está siendo sacrificado porque no hay donde exhibirlo.
También en el tema de distribución hay un gran esfuerzo por crear ventanas alternativas como lo es el streaming con plataformas como Filmin Latino, aunque el Imcine debería ampliar sus apoyos para mejorar las negociaciones con las otras plataformas como son Netflix, Blim, Amazon, Claro y tantas otras que después quieren pagar muy poco por los derechos.
¿Crees que es justa la crítica que se hace a las comedias románticas?
Yo lo que veo de positivo en el tema de las comedias románticas es que logran quitar el énfasis y el dedo del renglón en el tema del narcotráfico, los asesinatos y la violencia exacerbada. No es que sea alguien que no quiera ver la realidad, yo he hecho muchos personajes, desde sicarios hasta narcotraficantes, pero llega un punto donde esto se satura y hay muchas otras opciones de contar historias.
Esto no quiere decir que te vayas a la fácil de las comedias románticas y a la historia del amor imposible que encuentra muchos obstáculos pero al final termina venciendo y todo mundo aplaude. Son fórmulas que se repiten y han estado funcionando. Si tú te pones a ver qué tipo de películas son las más taquilleras en el país, tanto de las que se filman como de las que vienen de fuera, en primer lugar está el horror y en segundo la comedia.
Y en cuanto a las mexicanas en horror han existido muy pocas películas que han sido un éxito taquillero y en las comedias sí y al público le siguen gustando. Y el tema no es que las dejes de hacer sino cómo le abres espacio a otro tipo de manifestaciones. La película con la que acabo de estar en los Arieles se llama Tiempo Compartido y es una película de suspenso con elementos de terror pero tiene lo suficiente para que la puedas digerir muy fácil pero con un lenguaje cinematográfico muy bueno.
El que una historia tenga contenido artístico no significa que tenga que sacrificar calidad ni lenguaje accesible para el público. Los grandes cineastas como fueron Hitchcock o Kubrick tenían una maestría para llevar al público a lo largo de la película y sus películas tienen un gran contenido. Es cuando el lenguaje se torna denso y al espectador le cuesta entender lo que está viendo que el público se aleja de asistir a esas películas.
Creo que es un buen tiempo para el cine mexicano, hay mucha gente que va a ver cine nacional. Hay que estar conscientes de que hay muchos países con un porcentaje mucho menor de consumo de su propio cine. No estamos en los tops pero estamos en un nivel muy sano. Lo ideal sería estar como India, donde sus producciones no necesitan salir del país, pero confiamos en que la relación entre películas y audiencias siga mejorando.
Porque esto pasa en todos los países. Si nosotros observamos las películas que vienen de Hollywood un 20 por ciento son joyas de la cinematografía, 30 por ciento son películas pasables, domingueras. Del resto hay un gran porcentaje que son realmente malas y otro tanto que son bodrios inenarrables y lo mismo pasa en México. De las cien que se hacen al año cuatro son geniales, 10 están más o menos y el resto sí son horrendas.
En la medida que aumentemos el porcentaje de películas geniales aumentará el número de salas y espectadores, y esto se logra con esfuerzos como los que se están haciendo aquí, con escuelas y festivales de cine, con capacitación, con incentivos.
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